Salamanca contaba desde el siglo xV con una cátedra de astronomía, con excelentes profesores, en la que se impartía también astrología. Además, a finales del siglo xV y principios del XVI, fue un activo centro de estudio y discusión de las cuestiones cosmográficas, en gran media por influencia del humanismo científico impulsado por Nebrija. En 1529, siendo Fernán Pérez de Oliva rector se elaboraron unos estatutos que sirvieron de base a los de 1538. En ellos se incluyó la cosmografía entre las materias a enseñar por el catedrático de matemáticas, quién debería leer: aritmética, geometría, astrología, perspectiva y cosmografía, según los oyentes pidieren. 32 La presencia de la cosmografía se mantuvo en los estatutos de 1561, que incluían otra importante novedad (novedad incluso en el ámbito europeo): la alternativa entre Ptolomeo (o algunos de sus comentadores) y Copérnico en la enseñanza de la astronomía, «al voto de los oyentes». 33 Esta novedad ha suscitado el interrogante de si se llegó a enseñar de manera efectiva la teoría de Copérnico. La respuesta correcta a esta pregunta exige distinguir entre las cuestiones técnicas y matemáticas de la astronomía y las propiamente cosmológicas. En cuanto a las primeras, los profesores de Salamanca en la segunda mitad del siglo, a saber, Hernando de Aguilera, y Jerónimo Muñoz y sus discípulos, explicaban las técnicas, modelos e instrumentos a partir de la tradición ptolemaica, pero discutiendo e incorporando los avances realizados hasta entonces, incluidos los aportados por Copérnico. 34 En cuanto a las cuestiones cosmológicas, las ideas de Muñoz y sus discípulos eran en parte antiaristotélicas y más afines a la tradición estoica, por los que tampoco aceptaban la teoría heliocéntrica, aunque no dejaban de discutirla en sus líneas más generales.
La personalidad, obras e influencia del matemático y humanista valenciano Jerónimo Muñoz son fundamentales para entender las enseñanzas de las matemáticas en las universidades que estudiamos y su reflejo en la reglamentación de las mismas. Muñoz fue profesor de matemáticas en las Universidades de Valencia y Salamanca; pero, además, sus discípulos enseñaron tanto en Salamanca, como en Alcalá, hasta las primeras décadas del siglo XVII. 35
En Valencia, en 1503 se estableció una cátedra de matemáticas, sin especificarse el contenido de las enseñanzas. Su primer titular, el salmantino Tomás Durán, editó en Valencia una obra que contenía la Aritmética y la Geometría de Bradwardine y la Óptica de Pecham (junto a las Cuestiones de óptica de Henricus o Heinrich de Hesse). Estas materias, junto a la Sphera serían las que se enseñaban en el Estudi General valenciano, bajo la influencia de la Universidad de París. Cabe apuntar que en Alcalá se comenzó con el mismo esquema: «el tratado de la esfera, la aritmética pequeña, la geometría breve de Thomas de Bradwardine, y finalmente la perspectiva común del arzobispo de Canterbury (John Pecham)», según establecían las constituciones cisnerianas. Si bien en Alcalá debieron utilizarse las ediciones de estas obras de Pedro Ciruelo, publicadas en París y en Alcalá. Con la disminución de la influencia del nominalismo, la creciente influencia de los humanistas y sus propuestas educativas, y las demandas de personas bien formadas en las disciplinas matemáticas para desempeñar funciones técnicas y cosmográficas, las materias y los contenidos experimentaron notables cambios.
Las constituciones de 1561 de la Universidad de Valencia, en lo relativo a la «càtedra de matemàtiques i astrologia» sólo se refieren a la enseñanza de la astronomía y la astrología. 36 Sin embargo, ya en los años 1540-1550 tenemos testimonios de que los estudios de matemáticas incluían aritmética, geometría, perspectiva, música, astrología judiciaria y cosmografía (astronomía y geografía). 37 Con el auge del humanismo, el cultivo de la astronomía y la astrología se intensificó entre los médicos humanistas que veían en ella un excelente apoyo para interpretar los textos hipocráticos. Así Pedro Jaime Esteve, en sus comentarios al libro segundo de las Epidemias hipocráticas subrayaba con énfasis: medicus astronomiae ignarus non est sectator hipocratis . 38 En 1555 hubo, episódicamente, dos cátedras, una de matemáticas y otra de astronomía, esta última a cargo precisamente del mismo Pedro Jaime Esteve.
En 1553 publicó Baltasar Manuel Bou un tratado sobre la Sphaera . En ella Bou se reconoce discípulo del astrónomo y astrólogo napolitano Luca Gaurico (1475-1558), lo que indica que debió residir y adquirir su formación en estas materias en Italia. La obra de Bou es una versión libre de la Sphera de Sacrobosco, estructurada básicamente siguiendo el esquema de este autor. En ella figuran dos dedicatorias de los médicos Pedro Jaime Esteve y Antonio José Villafranca. Bou ocupó la cátedra de astronomía el período 1559-62. Por otra parte, en 1554 la imprenta de los Mey publicó el tratado De Mundo Sphera Libri IIII de Oronce Finé, profesor del Colegio de Francia, texto probablemente también usado en las enseñanzas de la Universidad.
Conocemos muy bien el contenido de las enseñanzas a partir de 1566, cuando ocupó la cátedra de matemáticas Jerónimo Muñoz, ya que se conservan manuscritos e impresos preparados para sus clases de matemáticas. Jerónimo Muñoz es uno de los científicos más destacados de la España del siglo XVI. Muñoz inició sus estudios en Valencia y los prosiguió en diferentes lugares de Europa. Por sus propios testimonios sabemos que fue alumno de Oronce Finé en París y Reiner Gemma Frisius en Lovaina. Vivió en Italia durante algún tiempo y enseñó hebreo en la Universidad de Ancona. Tras su regreso a Valencia, en 1563 obtuvo la cátedra de hebreo del Estudi General y en 156 unió a esta cátedra la de matemáticas. En 1578 se trasladó a Salamanca, donde llegó a ocupar las mismas cátedras.
En Valencia, Muñoz enseñaba aritmética, geometría, trigonometría, óptica geométrica, astronomía, geografía (incluida la cartografía) y astrología. De todas estas materias se han conservado manuscritos, hológrafos o copias hechas por algunos de sus alumnos. 39 Muñoz fue bien conocido en España como matemático, geógrafo, helenista y hebraísta. En el resto de Europa, su fama se debió sobre todo a sus trabajos sobre la supernova de 1572, divulgados mediante el libro que escribió sobre el fenómeno, que fue traducido al francés, y por la correspondencia que mantenía con algunos destacados astrónomos europeos. 40
Por otra parte, los trabajos de Muñoz sobre la supernova deben situarse en el contexto de un ambicioso programa de revisión de la cosmología aristotélica y de la astronomía ptolemaica, que aparece reflejado en sus comentarios al segundo libro de la Historia Natural de Plinio, leídos en la Universidad de Valencia en 1568 al parecer en forma de lecciones extraordinarias, y en sus adiciones y comentarios a los Comentarios de Teón de Alejandría al Almagesto de Ptolomeo. Muñoz inició esta última obra en Valencia hacia 1568 y la concluyó en Salamanca hacia 1582, aunque siguió añadiendo notas y datos de observaciones hasta, al menos, 1589. 41
El repertorio de materias que enseñaba Muñoz en su cátedra de matemáticas se ajusta muy bien a las indicadas en las constituciones de 1611. Estas constituciones establecían la enseñanza de los seis primeros libros de los Elementos de Euclides, geometría práctica y perspectiva, astronomía, geografía y cartografía, hidrografía, astrolabio y relojes solares, teóricas de planetas, tablas astronómicas de Alfonso el Sabio y astrología. Si bien Muñoz también explicaba trigonometría y, en cuanto a las tablas, usaba tanto las alfonsíes como las pruténicas (basadas en los modelos y parámetros copernicanos). En estas últimas constituciones se excluían explícitamente las discusiones cosmológicas, lo que sugiere que las incursiones de Muñoz y alguno de sus discípulos en estas cuestiones no eran bien vistas por los filósofos y teólogos.
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