Como hemos apuntado, las exploraciones geográficas llevadas a cabo por los navegantes portugueses y españoles, el control y dominio de las tierras conquistadas, el mantenimiento de los imperios y la construcción de los estados plantearon una serie de exigencias técnico-científicas. Se crearon instituciones donde, además de funciones administrativas de todo lo relacionado con las navegaciones, se llevaban a cabo otras tareas como el diseño de instrumentos y mapas, se centralizaba y sistematizaba la información y se impartía instrucción en materias de náutica y cosmografía. Así surgieron la Casa de la Contratación de Sevilla, el Consejo de indias y sus cargos asociados y la Academia de Matemáticas de Madrid. Como consecuencia aparecieron nuevos grupos de profesionales: cosmógrafos, pilotos y «maestros de hacer cartas», en particular, que se ocuparon de diseñar y poner a prueba los instrumentos, cartografiar mares y tierras, revisar y poner al día las tablas y regimientos, analizar, discutir y poner a prueba los distintos métodos y técnicas de observación, en particular para la determinación de las coordenadas geográficas y la declinación magnética, y elaborar manuales precisos y didácticos para la enseñanza de las nuevas técnicas. Algunos de estos manuales, como los de Pedro Medina y Martín Cortés, tuvieron una gran difusión europea e influyeron enormemente en la expansión de la astronomía náutica y el arte de navegar.
Sobre la actividad y obras de pilotos, cartógrafos y cosmógrafos hay una abundante literatura que se ha enriquecido recientemente con algunas aportaciones como las de Antonio Barrera, Alison Sandman, o María M. Portuondo. 16
Antonio Barrera ha tratado de mostrar la importancia de las actividades españolas en el mundo Atlántico para explicar el surgimiento de las prácticas empíricas en el estudio de la naturaleza en los siglos XVI y XVII. Barrera además ha profundizado particularmente en el impacto del ejemplo español en inglaterra.
Alison Sandman, continuando los trabajos de Ursula Lamb sobre las disputas legales en la práctica de la navegación, ha estudiado la construcción de la idea de utilidad de la ciencia y el crecimiento del patronazgo estatal de la ciencia. 17 Un grupo de cosmógrafos españoles de mediados del siglo XVI llamados por Sandman «theory proponents» estaban convencidos del carácter fundamental de los métodos generalizables y aplicables universalmente. Por el contrario, los pilotos, «practice proponents», ponían el énfasis en la práctica, la experiencia y el conocimiento detallado de las condiciones locales. La cuestión no se decidió únicamente sobre bases o argumentos técnicos, sino por las implicaciones amplias de tipo político del debate. Según Sandman, este éxito de los «theory proponents» pone de relieve su fundamental impacto: crearon un ámbito institucional para las gentes interesadas en proseguir las ciencias útiles para el estado.
María M. Portuondo, en su reciente libro Secret Spanish Cosmography and the New World ha tratado de describir y caracterizar las actividades, metodologías y estilos de los cosmógrafos españoles de la segunda mitad del siglo XVI, especialmente los vinculados al Consejo de indias. Según Portuondo, los trabajos de cosmógrafos como Santa Cruz, López de Velasco o García de Céspedes carecían casi completamente de especulación filosófica. Las exigencias del imperio y las demandas utilitarias asociadas apartaron a los cosmógrafos reales españoles de la filosofía natural especulativa, privilegiando el trabajo que representaba la naturaleza como un inventario del mundo real, visible y tangible. Para Portuondo, la labor de los cosmógrafos españoles tendría que ver con el papel del experimentalismo y las prácticas empíricas refinadas en el socavamiento de los fundamentos epistemológicos de la filosofía aristotélica basada en la búsqueda de la causalidad. Abundando en estas tesis, Portuondo subraya la indiferencia de los cosmógrafos a las cuestiones «especulativas»: «la misión de los cosmógrafos era describir más que explicar y la filosofía natural aristotélica bastaba para las dos cosas». Y en una nota añade que el desinterés por el pensamiento especulativo no fue raro entre los cultivadores de las matemáticas del siglo XVI, tal y como Jim Bennett habría mostrado. 18
Pero Bennett, en su esfuerzo por mostrar la importancia de la tradición de las matemáticas prácticas en la construcción de la filosofía mecánica, no sólo ha puesto de relieve la importancia de algunas de sus características más relevantes, tales como su utilidad y aplicabilidad a un amplio dominio de materias, su uso de instrumentos, su recurso a la experiencia y la experimentación (en el sentido de ensayos prácticos) y su carácter progresivo; también ha puesto énfasis, como hemos apuntado anteriormente, en las intersecciones de diferentes aspectos de las matemáticas prácticas con la filosofía natural, lo que Portuondo parece ignorar o no entender.
Es indudable que los diferentes espacios o ámbitos de cultivo de las disciplinas matemáticas impusieron condiciones en los discursos y prácticas resultantes, pero no impidieron la circulación de gentes, conocimientos y prácticas entre esos espacios. La formación de los cultivadores de las matemáticas fue muy diversa, como también lo fue el papel, estatuto e imágenes del conocimiento de dichos cultivadores. En el caso de la cosmografía, en algunos trabajos recientes me he ocupado de su perfil en el mundo académico así como el de la practicada en el contexto del Consejo de indias; también he tratado de poner de relieve sus conexiones, semejanzas y diferencias en las últimas décadas del siglo XVI y primeros años del XVII. Resumiré algunos resultados de estos trabajos. 19
En las últimas décadas del siglo XVI la cosmografía universitaria estuvo dominada por Jerónimo Muñoz y sus discípulos y seguidores. Después de estudiar en Valencia, París, y Lovaina, Muñoz vivió durante algún tiempo en italia, enseñando hebreo en Ancona y desarrollando alguna labor como geógrafo. A su regreso a España ejerció de profesor de hebreo y matemáticas en Valencia y Salamanca, llegando a adquirir una notable fama como matemático, astrónomo y geógrafo. Directa o indirectamente fue profesor de un buen número de los mejores matemáticos y cosmógrafos del periodo y sus enseñanzas tuvieron una gran influencia tanto en el mundo universitario como en los cosmógrafos del Consejo de indias y de la Academia de Matemáticas de Madrid (así como en los de Sevilla). 20
Muñoz publicó muy pocas obras, pero dejó una importante cantidad de manuscritos relacionados con sus enseñanzas en Valencia y Salamanca. Estos manuscritos contienen textos de geometría, trigonometría, óptica, instrumentos científicos, astronomía, geografía y filosofía natural. En su introducción a la Astronomía y la Geografía , uno de los textos que escribió en Valencia para sus clases, describe con gran detalle la construcción de globos terráqueos y celestes y dedica mucha atención a las representaciones cartográficas de la superficie terrestre. Para ello describe las proyecciones de Ptolomeo y las usadas por los cartógrafos europeos en su época. Discute la determinación de las coordenadas geográficas. Conservamos de él un magnífico mapa de España y una tabla de latitudes en las que Muñoz fue más preciso que todos sus contemporáneos. También conservamos una descripción de lugares, ciudades, distancias y accidentes geográficos de España y una «Descripción de los límites del Reino de Valencia». Además, el mapa más antiguo del Reino de Valencia, que fue publicado por Abraham Ortelio, se basó en los trabajos de Muñoz.
En suma, Muñoz concentró sus intereses científicos en torno a la cosmografía y las matemáticas prácticas. Pero también se interesó, de manera muy especial, por las cuestiones cosmológicas. Estaba firmemente convencido de la pertinencia de la astronomía para resolver cuestiones de filosofía natural. En sus trabajos sobre la «Nova» de 1572 Muñoz usó argumentos matemáticos, astronómicos y astrológicos para cuestionar los dogmas básicos de la doctrina aristotélica y legitimar sus ideas cosmológicas, mucho más cercanas a la tradición estoica que a la aristotélica. Por ello, es decir, por sus críticas a Aristóteles, fue «rociado de injurias», según él mismo manifestó, por filósofos, teólogos y palaciegos del rey Felipe. Muñoz también insistió en la necesidad de reformar tanto la astronomía como la astrología. Y en geografía y cartografía, Muñoz insistió en la necesidad de revisar todas las tradiciones heredadas, desarrollar nuevas observaciones con nuevos instrumentos y técnicas (fue de los primeros en usar la técnica de triangulación descrita por su maestro Gemma Frisius) y con la mayor precisión posible.
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