Esos castigos eróticos, con los que se inflama la imaginación de Apollinaire en sus cartas, están íntimamente ligados a la violencia en las relaciones eróticas recordadas o imaginadas con Lou. En varias ocasiones, Apollinaire insiste sobre el carácter consentido de esta violencia, insistiendo en la libre decisión que debe tomar Lou, que implica a la vez amar y someterse voluntariamente: «Le maître abdique sa puissance jusqu’à la réponse définitive de l’esclave. Après quoi il sera maître pour toujours ou renoncera pour toujours au pouvoir qu’il tenait de l’esclave volontaire» ( L 35); «Aime-moi Lou, et je souhaite que tu me rendes volontairement toute l’autorité que j’ai le doit d’avoir sur toi» ( L 79).
Un escenario erótico, con escasas variantes, se repite en las cartas: el hombre domina por la fuerza a la mujer y le inflige un daño o una práctica erótica temida por esta, que les permite a ambos escalar cotas no alcanzadas hasta entonces en el placer, dejando al arbitrio del dominador el momento en que escuchará la súplica de que acabe el tormento:
Il me semble te voir déjà quand nous irons plus loin sur l’échelle de l’amour et que toutes les folies ouvriront leurs écluses pour nous entraîner au courant de la passion. Lou, tous les torrents de mon être rouleront en toi, je veux te fatiguer de toutes les façons et que tu demandes grâce à ton amant qui ne te l’accordera que si ça lui plaît ( L 90).
Apollinaire se explaya sobre la transformación del daño en placer sexual de su compañera: golpes o besos, no importa, pues los besos deben ser considerados como besazos y los besos como golpecitos (105); el amor cambia en voluptuosidad el sufrimiento que siente la mujer (140), etc. Los poemas recogen el fundamento de esa relación erótica asimétrica consentida, donde la dicha de la pareja de Apollinaire emana de la voluntad de este:
Mon amour c’est seulement ton bonheur
Et ton bonheur c’est seulement ma volonté
Ton amour doit être passionné de douleur
Ma volonté se confond avec ton désir et ta beauté ( L 100)
Los versos acogen también detalles ásperos, aunque en menor cantidad que las cartas; así, comparando con el castigo que infligió Jasón a Medea, el poeta anuncia que le dejará moradas las nalgas de Lou:
Je t’en ferai plus encore!
L’amour, la schlague, et cœtera...
Un cul sera noir comme un Maure
Quand ma maîtresse arrivera...
Arrive, ô mon Lou que n’adore! ( L 174)
Infligir daño es un estimulante erótico tan poderoso que Apollinaire crea escenarios eróticos en su imaginación más allá de la moral, llegando incluso al incesto y a insinuar el abuso sexual:
Je voudrais te fesser pour que tu m’aimes
Je voudrais te faire mal pour que tu m’aimes [...]
Je voudrais que tu sois ma sœur pour t’aimer incestueusement
Je voudrais que tu sois un petit garçon pour être ton précepteur ( L 310).
Otro hecho que muestra cómo Apollinaire transciende los límites convencionales de la moral está en el nombre mismo de Lou , de género gramatical masculino. Ciertamente, los rasgos físicos de la pareja del poeta en sus imaginaciones eróticas son femeninos, pero el hecho de que la llame, en esos contextos, con un nombre gramaticalmente masculino, también contribuye a situar los escenarios eróticos más allá de las convenciones morales.
La guerra es tensión y violencia entre las partes enfrentadas. La relación amorosa entre Lou y Gui es tensión abierta cuando entra en crisis, pero también es violencia en los escenarios eróticos rememorados o imaginados por el poeta, fueran o no reales. Ciertamente, una violencia consentida que entusiasma a Gui, en busca de maravillas y novedades deleitosas para su pareja sometida. No es de extrañar, pues, que esta confluencia en la violencia haga que el amor y la guerra se fundan, de varios modos, en los poemas a Lou; y más aún si tenemos en cuenta que para Apollinaire, soldado de artillería entusiasta, al menos al principio, la guerra también tiene sus maravillas y novedades .
APOLLINAIRE Y LA GUERRA
Apollinaire parte con entusiasmo a la guerra y se presenta a sí mismo a menudo como un guerrero entusiasta en el frente: «Je suis transporté d’enthousiasme de partir. Maintenant une nouvelle vie commence» ( L 106). Un entusiasmo que, según dice, se prolonga incluso cuando le escribe versos a Lou: «Aussi, mon Lou chéri, je suis gai, je suis gai / Et je ris de bonheur en t’écrivant ces rimes» ( L 257). Como poeta amante de la novedad, es subyugado por la grandiosidad del espectáculo bélico y, en particular, como artillero, por los fuegos artificiales de los obuses. Incluso cuando pasa a las primeras posiciones del frente y, después, a las trincheras de la infantería, donde corre más peligro la vida de los soldados, su entusiasmo y fascinación no cesan: «Aux tranchées, c’est fantastique, aux tranchées des fantassins» ( L 281). Es tal ese entusiasmo que, con una prolepsis virtual, llega a rememorar desde el futuro aquel tiempo bendito en que era soldado:
Dis, l’as-tu vu Gui au galop
Du temps qu’il était militaire,
Dis, l’as-tu vu Gui au galop
Du temps qu’il était artiflot
A la guerre?
C’était un temps béni [...] ( L 359)
A menudo, el entusiasmo bélico y amoroso se funden, reavivando la imagen tradicional del caballero que lucha por una mujer: el soldado acepta su sufrimiento para que Lou sea feliz ( L 240), le pide sus colores para llevarlos en la lucha ( L 240), ansía la victoria para que Lou se sienta orgulloso de él ( L 51). El heroísmo bélico brindado a la dama no siempre se expresa con palabras convencionales: el soldado Apollinaire anuncia sus futuras proezas en el frente. «En l’honneur de tes belles fesses, / De tes doux yeux irrésolus, / Et de tes divines caresses» ( L 175), ligando así, de una forma muy palpable, guerra y erotismo en su imaginación. Y como si de un caballero medieval se tratara, el amor por Lou se convierte para él en un signo de distinción que lo diferencia de sus compañeros:
Ils regardent sur les routes les femmes qui passent
Ils les désirent mais moi j’ai des plus hautes amours
Qui règnent sur mon cœur mes sens et mon cerveau
Et qui sont ma patrie, ma famille et mon espérance
À moi soldat amoureux, soldat amoureux de la douce France ( L 58).
Soldado enamorado de la dulce Francia: luchar por Francia y luchar por la mujer amada se presentan, pues, a menudo en la imaginación de Apollinaire como una misma cosa, compartiendo el mismo entusiasmo. Llega así incluso a identificar metafóricamente la amada con la patria: «Fleurs de lys fleurs de France, ô mains de mon amour / Vous fleurissez de clarté la lumière du jour» ( L 135). Una misma luz florece pues, en la imaginación del poeta, de las flores de lis, flores de Francia, y de las manos de su amada. Lou y Francia comulgan en una simbólica luz para él.
¿Pero hasta qué punto la pasión y el entusiasmo por Francia y Lou se confunden? Aun sin poner en cuestión el intenso patriotismo de Apollinaire, que consigue la nacionalidad francesa durante la guerra, a veces da la impresión de que Lou está más en su mente que Francia; esto es, que lucha no tanto por Francia como por poder ser feliz con Lou. Así concluye una carta tras unas evocaciones eróticas muy nítidas: «Lou [...] la seule chose qui vaille la peine qu’on la désire, la seule chose qui vaille la peine qu’on soit soldat pour la défendre» ( L 67). ¿Dónde queda la patria si el único motivo por el que vale la pena luchar es una mujer, imaginada además en un escenario erótico? Ciertamente, la intensidad del deseo insatisfecho puede explicar ese hiperbólico crecimiento de Lou por encima de Francia, como vemos en los versos siguientes:
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