Por otra parte, también sabemos que Apollinaire consideraba que algunos de sus más bellos poemas de guerra no podrían ser publicados mientras aquella que los tenía no se los devolviera, como así ocurrió. 3 Eso explica, al menos en parte, que se hayan editado los poemas separándolos de las cartas, con el título ya consagrado de Poèmes à Lou . 4 Ciertamente, Pierre Cailler publicó en 1947 una edición facsímil de las cartas, pero esta no llegó a distribuirse «pour des raisons obscures et à cause d’interdictions formulées au dernier moment» (Décaudin 1969 b : XI). Tras el fallecimiento de Lou en 1963, Décaudin publicó íntegramente las cartas conservadas en 1969, reinsertando pues los Poèmes à Lou en el lugar que les correspondía.
Desde nuestro punto de vista, los poemas a Lou no se pueden tratar como una obra separada de la correspondencia en que se integran. 5 Ciertamente, publicarlos junto a las cartas, hablar de ellos relacionándolos con el material epistolar en que se insertan, es algo que contraviene los deseos manifestados por el autor, pues violamos el reducto íntimo de su relación con Lou. ¿Pero qué otra cosa podemos hacer si realmente amamos la poesía de Apollinaire cuando, además, es imposible a veces separar materialmente los poemas de las cartas? ¿Y qué sentido tendría que nos adentráramos en estos poemas a través de la experiencia pública de la guerra y no la experiencia privada de una pasión, cuando resulta que ambos espacios están íntimamente unidos en este universo poético? Apollinaire es tan explícito en los juegos eróticos de esas cartas que algunos estudiosos renunciaban a citar determinados pasajes. No es nuestro caso: todos los que intervinieron han fallecido hace muchos años y nos parecería un error de perspectiva el intento de captar la maravilla de esta poesía sólo a la luz del horror de la guerra –tal vez horror maravilloso para Apollinaire– y no de una relación erótica que, por suerte, Apollinaire ha expuesto con detalle, cuando ambos espacios –guerra y amor– están íntimamente ligados en poemas y cartas. Es probable que la correspondencia de Apollinaire con Lou solo fuera un material transitorio, destinado a convertirse en otra cosa, tras las correcciones, supresiones y añadidos que hubiera hecho el autor. Pero además de que no hay modo de saber exactamente qué habría hecho Apollinaire, este carácter inacabado de la obra permite captar su labor poética en bruto, en su prístino jaillissement , antes de que, con la pasión menos ardiente o apagada, el autor quizás hubiera cedido a la tentación de retocar, alejándose del poeta amante y soldado en acto que había sido.
Durante varios meses, pues, Apollinaire tuvo sobre todo dos cosas en mente: una mujer y la guerra. Dos pasiones: ardor amoroso, sobre todo a través de sus recuerdos e imaginaciones eróticas, y ardor bélico, pues durante los meses que se corresponden con las cartas a Lou, Apollinaire se presenta, a menudo, como guerrero entusiasta, fascinado por la maravilla de la guerra. No es sorprendente, por tanto, que amor y guerra sean dos ejes de su universo poético en estos poemas; sí lo es la forma en que se entrelazan, otra prueba del genio artístico e innovador del poeta. De ahí el interés por empezar considerando la relación de Apollinaire con Lou, a través de sus cartas íntimas, y la relación de Apollinaire con la guerra en el mismo periodo. Adentrarse en ese entrelazamiento de lo bélico y lo erótico a través de las imágenes de los poemas es un modo de explorar el genio de este poeta innovador, en un momento culminante de su creatividad que, poco después, sería sesgada por las secuelas de una herida en combate y la muerte.
LOU Y GUI
Las cartas y poemas de Apollinaire nos dan una abundante información sobre la relación amorosa que mantiene o imagina mantener con Lou, mientras está en el cuartel y en el frente. Podemos seguir así las diferentes fases por las que pasa esa relación. Hay cartas de amor y apasionamiento mutuo, sobre todo al principio. Otras, numerosas, ponen de manifiesto las tensiones en la pareja y las incertidumbre de Apollinaire en su relación con Lou. Llaman la atención las que hablan de pacto de libertad mutua sexual, con la condición de no mentirse el uno al otro; un pacto del que Apollinaire, de hecho, espera grandes cosas para su poesía: «Si tu peux t’y tenir, tu seras la femme la plus épatante qu’un poète ait jamais connue et une telle muse est capable de faire de celui qu’elle aime à la façon que tu as promise le plus grand poète du monde» ( L 224). Otras ponen de manifiesto el distanciamiento entre los amantes, como ocurre en los versos finales de «Côte 146», donde a la pregunta de unos compañeros sobre el retrato de Lou, Apollinaire contesta: «Et je n’ai pas su que leur répondre / Car je me suis aperçu brusquement /Qu’encore aujourd’hui je ne te connais pas bien» ( L 458). Distanciamiento que puede convertirse en acusación a Lou, por el inmenso poder que, supuestamente, tiene sobre los hombres. Así ocurre en el poema sin título, fechado el 12 de mayo de 1915: en él los hombres, en largos rebaños, vienen a gritar su deseo bajo los ojos de Lou y van a morir en la mañana lívida: «Afin que tes beaux yeux aient le droit de choisir / L’esclave le plus beau pour orner ton lit vide / Afin de t’assouvir» ( L 361). Una clara acusación a Lou de detentar un inmenso poder sobre los hombres, que contrasta, como veremos, con la modalidad de relación erótica que Apollinaire se imagina con ella.
Algunos pasajes de las cartas son especialmente significativos para captar la imaginación erótica de Apollinaire en circunstancias tan adversas como el cuartel o el frente. 6 Apollinaire muestra con frecuencia la ensoñación y excitación sexual que le producen las cartas de Lou, incitándolo explícitamente a veces a la masturbación ( L 66, 96, 103, 263). Le excitan en particular los relatos de las experiencias eróticas o autoeróticas de Lou, que le pide a menudo con insistencia: «Mon Lou, raconte-moi le détail de tes menottes et de tes excitations, raconte-le complètement, ça m’amuse infiniment, bien plus même» ( L 170). Y no duda en utilizar metáforas muy claras para describir su excitación y tentaciones autoeróticas: «excité à l’instar de la tour Eiffel [....] et je t’aime tout plein, raide comme un 75 [...] Dans le bois ai relu tes lettres, le 75 aurait bien épousé menotte, mais ai résisté quoique bien envie» ( L 306). Así pues, la excitación sexual a distancia está muy presente en la obra y los poemas, en un contexto bélico que proporciona planos imaginarios, como ese cañón de 75 mm, a realidades sexuales.
Sin embargo, la actitud de Apollinaire no es siempre la misma en relación con este tema, pues a menudo le reprocha a Lou su intensa actividad sexual lejos de él, pidiéndole que se controle o, al menos, que se modere en sus experiencias eróticas y autoeróticas. Lou y Apollinaire, según el poeta, deben amarse autant hors de la chair que dans la chair , por lo que le indica a Lou, muy explícitamente y con lujo de detalles, que debe controlar su dedo ( L 116) o, de modo más abstracto, le pide un amor casto:
Ô Lou, ma très chérie,
Faisons donc la féerie
De vivre en nous aimant
Étrangement
Et chastement ( L 289).
En otras palabras, la pasión de Apollinaire, ya antes de ese reconocimiento de libertad sexual mutua, no está desprovista de intensos celos. Celos que, además, despliegan a menudo escenarios eróticos, con todo lujo de detalles, en que el poeta castiga a su pareja por sus excesos sexuales sin él: «Si tu fais ainsi, c’est le fouet que tu auras, ma gosse, le fouet pour te mater. Tu auras beau faire métalliser ton derrière, je te fesserai jusqu’au sang, de manière que tu ne puisses plus t’asseoir» ( L 103).
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