Lo curioso es que su ascendiente cruza posturas teóricas, metodológicas y temáticas: el funcionalismo estructural de Parsons, la tradición del conflicto de Randall Collins, la teoría crítica alemana, el interaccionalismo simbólico, la fenomenología de Alfred Schutz, que da lugar al desarrollo de la etnometodología, la teoría de la acción comunicativa de Habermas, la teoría de la acción de Alain Touraine (véase Ritzer, 1998: 245-248). Su amplia obra abarca la teoría general, pero también logra dar las pautas para la definición de campos dentro de lo que hoy llamamos sociologías especializadas, tales como la sociología política, de las organizaciones, de la religión, de la música, etcétera, además de aportar al derecho, la economía y la historia.
Dentro del amplio abanico de ideas que ofrece este autor, trataremos de sistematizar algunas vinculadas con su propuesta metodológica, aun cuando en el intento se pierdan la riqueza y complejidad de sus planteamientos. [5]
En este marco se puede decir que la obra de Weber se propone:
a) definir el campo de las ciencias sociales, y especialmente el de la sociología, ubicándolas sobre bases metodológicas firmes y sustentadas;
b) establecer las fronteras de la ciencia y del trabajo científico, especialmente de los científicos sociales, con respecto de los valores morales y los asuntos políticos;
c) ofrecer una amplia gama de conceptos y generalizaciones para el estudio de problemas sociológicos sustantivos;
d) contribuir al estudio de la modernidad destacando los procesos de racionalización subyacentes que acompañan el desarrollo del capitalismo occidental.
En su camino hacia estos objetivos, Weber escribió sobre metodología y filosofía de las ciencias, contribuyó al estudio de las sociedades antiguas, a la historia económica, realizó investigación comparativa sobre la religión y la estructura social y dedicó una parte fundamental de su obra a definir los principios de la sociología.
Desde sus primeros trabajos Weber muestra varias preocupaciones que desarrollará en su obra posterior. Aparte de su interés por las características que asume en el capitalismo occidental europeo, quizás la de mayor importancia, por su vinculación con la sociología, sea la lucidez con que enfrenta “la complicada naturaleza de la relación entre las estructuras económicas y otras formas de organización social, y especialmente, su convicción de que se debía rechazar toda forma de determinismo” (Giddens, 1977: 121). [6]Esta preocupación lo indujo a estudiar problemas que tuvieran significación cultural, a establecer los principios generales de la sociología y los conceptos básicos relacionados con la acción social, en suma a definir las fronteras de su objeto de estudio.
Para Weber el fin de la sociología es lograr una comprensión de los significados subjetivos de la acción social, lo cual permite identificar los motivos del actor y explicar las causas de la acción. Los individuos que actúan en relación constituyen la realidad social.
En esto Weber se opone al uso de conceptos colectivos (como sociedad, conciencia colectiva, Estado), salvo que éstos se relacionen a nivel analítico o histórico con las acciones individuales.
También Weber se opone a la idea de que las ciencias sociales descubran leyes en la forma como lo hacen las ciencias naturales. Rechaza especialmente las teorías sociales que establecen leyes o predefinen etapas del desarrollo de la sociedad.
La tarea de la sociología es más limitada pero también más compleja. Se debe orientar a establecer generalizaciones capaces de definir tendencias “sobre la naturaleza, el curso y las consecuencias del comportamiento social”. Ello es posible porque el comportamiento social tiende a presentar regularidades, a seguir patrones que se repiten. La formulación de tendencias cuya expresión puede ser cuantitativa o estadística es necesaria para establecer la adecuación causal de las explicaciones. Sin embargo, no basta expresar una tendencia en términos cuantitativos o estadísticos. Es preciso fundamentarla en una interpretación comprehensiva del comportamiento a que se refiere, para que podamos entender su significado. [7]
La comprehensión no es un acto intuitivo. Por el contrario, debe basarse en evidencias cualitativas y usar técnicas interpretativas de los significados para poder replicarlas y así verificarlas de acuerdo con los cánones establecidos por el método científico. Los significados de la acción, según Weber, pueden ser interpretados sea con base en una explicación racional de la acción, basada en la adecuación de medios y fines dentro de la lógica del marco de referencia subjetivo del actor, o bien por medio de una comprehensión afectiva, esto es, la empatía.
La sociología debe considerar los objetos materiales y los hechos que influyen en la actividad humana, pero su meta es relacionarlos con los significados subjetivos de la acción. Esos fenómenos (clima, factores biológicos geográficos, terremotos, etcétera) son condiciones del comportamiento y adquieren significado sociológico sólo cuando se relacionan con la subjetividad de los actores. Cuando un hecho u objeto se relaciona con los fines subjetivos, adquiere significado y pasa a formar parte de la acción social. [8]En suma, para la sociología comprehensiva, la acción es en gran parte significativa en su relación con el mundo externo, pero éste por sí mismo es ajeno a la significación. Son los sujetos insertos en relaciones sociales quienes le otorgan los significados, y el sociólogo es quien los interpreta por medio del método comprehensivo.
El análisis de la acción va más allá de una simple descripción y se realiza a través del método de los tipos ideales. La comprehensión del sentido subjetivo de una acción implica referirse a un marco normativo o de valor más amplio en el cual se desarrolla esa acción individual. Para lograr una explicación Weber distingue entre adecuación subjetiva y causal: una acción es subjetivamente adecuada cuando su significado subjetivo corresponde o tiene sentido dentro del marco normativo en que se desarrolla. Sin embargo, ello no es suficiente para dar una explicación de una acción particular, pues sentidos subjetivos diferentes pueden derivar en un mismo tipo de acción. Por esta razón es necesaria la adecuación causal que exige determinar, incluso estadísticamente, que la probabilidad de que se presente una observación dada (sea una acción, hecho o un sentido subjetivo) esté asociada con otro hecho.
El trabajo de Weber abunda en generalizaciones y conceptos que van desde su tipología básica sobre la acción social hasta los constructos más sofisticados, como los tipos de autoridad, la burocracia, etcétera, los cuales están diseñados para facilitar el análisis de la acción, elucidar sus causas, sus consecuencias y sus expresiones institucionales. Varios de sus conceptos son tipos ideales, es decir simplificaciones de tendencias más o menos presentes en la complejidad de la realidad social, construidos desde una perspectiva selectiva, elegida por el sociólogo. Weber insiste en que los conceptos científicos no pueden expresar exhaustivamente la realidad social, la cual es infinita y demasiado compleja como para ser aprehendida por la ciencia.
Plantea que el conocimiento supone una selección que obedece a la curiosidad por un asunto y a la importancia que le otorga el científico. El conocimiento cuantitativo, basado en la medición o en la explicación causal, es igual de selectivo que el cualitativo, menos preciso, fundado en la interpretación y la comprehensión.
Si bien Weber considera que la medición como procedimiento metodológico es más precisa, plantea que, cuando se selecciona un aspecto de la realidad para ser cuantificado, también se hace un corte arbitrario de ella.
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