Este asociacionismo deportivo pierde su carácter minoritario desde finales de los años setenta, con la Transición política a la democracia. La nueva Constitución de 1978 sienta, también en el ámbito del deporte, las bases de un nuevo Estado social de derecho. El mandato constitucional establece que los poderes públicos deben garantizar la posibilidad de acceso al deporte de toda la población y que «los poderes públicos fomenten la educación sanitaria, la educación física y el deporte» (art. 43.3). A partir de esta Constitución se construye un marco regulador a dos niveles, uno estatal y otro regional, y un agente promotor principal, el municipio. A nivel estatal se aprueban la Ley General de la Cultura Física y del Deporte de 1980, sustituida por la Ley del Deporte de 1990. Las regiones o comunidades autónomas, que gozan de competencia constitucional para la «promoción del deporte y de la adecuada utilización del ocio» (art. 148.1), promulgan sucesivamente sus propias leyes regionales de deporte (Arévalo, 2006; Blanco, 2014), poco homogéneas entre sí. Se conforma un auténtico mosaico legislativo en el país en este sector de actividad.
Tras los años de dictadura, en este contexto de nuevas libertades, normas y apoyo, se produce durante toda la década de los años ochenta una rápida recomposición de la sociedad civil y una edificación de las estructuras públicas en el ámbito del deporte.
Los ayuntamientos se transforman en el gran protagonista del «cambio deportivo» y de la promoción del deporte en el nuevo Estado social. La gran mayoría de los municipios, y sobre todo aquellos que cuentan con más de 25.000 habitantes, ponen en marcha servicios deportivos municipales. A través de estos departamentos públicos realizan grandes inversiones en edificación de instalaciones deportivas por todo el país y se van a gestionar estos equipamientos y servicios deportivos, así como se promueve la democratización de la práctica deportiva, especialmente con el apoyo al asociacionismo deportivo (Gambau, 2002; Blanco, 2008).
El «retorno de la sociedad civil» se materializa en una inédita eclosión de clubes en los diferentes tipos de deportes, ejemplo de democratización y popularización del asociacionismo deportivo, pari passu a un creciente interés social por la práctica del deporte por motivos ajenos a la competición. Se consolidan con el tiempo dos corrientes en el asociacionismo deportivo, por un lado el tradicional profesional y de alto nivel, federado y movido por intereses de competición, y el popular y amateur, movido por razones sociales, lúdicas y de salud.
En conclusión, con el desarrollo durante los años ochenta y noventa de las políticas de promoción del deporte, el sector público (municipal, regional y estatal) se alza en el agente principal del sector deportivo, junto a un sector mercantil creciente y potente y un revitalizado e importante tercer sector deportivo integrado por clubes y asociaciones deportivas. Como datos, a mediados de la década pasada, el 55% de las instalaciones deportivas eran gestionadas por entidades públicas, frente a un 30% por entidades de titularidad privada, entre ellas, instalaciones de propiedad pública gestionadas por clubes y asociaciones deportivas (Gallardo y Lozano, 2006: 104). Por otra parte, el CIS (Estudio 2833, abril de 2010) indicaba que los españoles que practican deporte utilizan instalaciones públicas en un 51,3%, en lugares abiertos el 44,9%, en un club privado el 17,8%, en un gimnasio privado el 12,7%, en casa el 10,8% y en un centro de enseñanza el 4,9%.
Paralelamente, la propia actividad del deporte se extiende al conjunto de la sociedad: se produce un incremento sostenido en la práctica del deporte. Se pasa de un 25% de la población española que practicaba deporte en 1980 a un 40% en 2010 (García Ferrando y Llopis, 2010). En el año 2015, el 53,5% de la población mayor de 15 años practicaba deporte, de modo regular u ocasional, el 19,5% de la población practicaba deporte diariamente y un 46,2% al menos una vez a la semana. En total 20.840.000 personas practican deporte. Entre los tipos de deporte más practicados anualmente se encuentran el ciclismo, donde el 38,7% de la población lo practicó durante el pasado año; la natación, con un 38,5%; excursionismo, con un 31,9%, y carreras ( running ), con un 30,4% (Ministerio, 2016). Datos semejantes ofrece el CIS (Estudio 3024, junio de 2014), que revela que de las personas que practican deporte, el 18,6% practican ciclismo recreativo, el 17,1% running , el 14,9% fútbol, el 16,1% natación recreativa, el 11,4% montañismo y el 9,4% gimnasia en centro deportivo.
En relación con la tipología de personas que practican deporte, cabe diferenciar las que pertenecen a clubes cerrados (privados), a gimnasios (actividades mercantilizadas) y a asociaciones deportivas. En los tres casos han aumentado entre 2000 y 2010, pasando de un 7 a un 8% las personas que pertenecen a clubes privados –integrados sobre todo por personas de clases medias/altas–, de un 3 a un 10% las que practican deporte en un gimnasio privado y de un 11 a un 15% las que pertenecen a una asociación deportiva. Un 75% de personas practican deporte de modo libre, sin pertenecer a ningún club, gimnasio o asociación privada.
Entre las personas que practican deporte en el entorno asociativo, es importante diferenciar el deporte federado (competitivo) y el deporte recreativo (social). En 2010, el 75% de los que practican deporte indican hacerlo sin preocuparles competir siquiera con los amigos. Así las cosas, solo un 16% de los que practican deporte en 2010 tienen licencia (García Ferrando y Llopis, 2010). Frente al crecimiento en el número de personas que practican deporte recreativo, lúdico y social, se ha reducido el número de personas que practican deporte competitivo. Este último ha pasado de un 20% en 2000 a un 13% en 2010. Desde otro punto de vista, en 2015, el 9,8% de la población que practica deporte indicaba que disponía de al menos una licencia deportiva activa. Estos porcentajes son más elevados entre los hombres (14,8%) que entre las mujeres (5%). El número de licencias ha aumentado de modo sostenido de 2.000.000 en 1980 a 3.500.000 en 2010 y 3.804.000 en 2015 (Consejo Superior de Deportes, Ministerio, 2016). El CIS (Estudio 2833, abril de 2010) revelaba que el 15,1% de las personas que practican deporte disponen de licencia de alguna federación.
El auge del deporte social y no competitivo se constata por las principales motivaciones indicadas por las personas que practican deporte. Sentirse saludable es la principal razón para practicar deporte. Lo es para el 29,9% de personas que lo practican, especialmente entre las mujeres, 32,7%, frente a un 27,6% entre los hombres. Otras razones para practicar deporte son el entretenimiento y ocio, 23% (27% para mujeres y 18,4% para hombres), salud, 14,8%, deporte como vía de relajación, 13,7%; disfrutar realizando deporte, 11,9%; y finalmente competir o por razones profesionales el 2,2%. Seis de cada diez personas que practican deporte utilizan instalaciones, entre ellos, el 23,1% utilizan habitualmente gimnasios privados, el 17,9% instalaciones públicas, el 13,2% gimnasios públicos y el 12,1% utilizan otras instalaciones o clubes deportivos privados (Ministerio, 2016). Grupos específicos de población donde se ha promovido el deporte en estos últimos veinte años han sido los niños en el ámbito escolar, para la tercera edad, para discapacitados y recientemente las carreras de la mujer. En síntesis, el deporte constituye un sector de actividad en auge, con creciente y diversificada demanda social en España.
3.2. Infraestructuras del sector
Los clubes y asociaciones deportivas conforman la base social del tercer sector deportivo español. En 2014 se contabilizaban 64.755 clubes deportivos en España, cuando en 2007 eran 57.231. El número de clubes ha aumentado también en el «deporte rey», de 18.285 clubes de fútbol en 2007 se pasa a 21.649 en 2014. En este último año se contabilizan, entre los más numerosos, 6.535 clubes de caza, 3.843 de baloncesto, 3.420 de ciclismo y 2.263 de montañismo (Ministerio, 2015).
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