Daniel Pennac - ¡Increíble Kamo!

Здесь есть возможность читать онлайн «Daniel Pennac - ¡Increíble Kamo!» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

¡Increíble Kamo!: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «¡Increíble Kamo!»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Kamo se ve obligado a aprender inglés en tres meses. Su madre le ofrece la posibilidad de cartearse con Cathy, una chica francamente extraña, por la que Kamo empieza a sentir una fuerte atracción…

¡Increíble Kamo! — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «¡Increíble Kamo!», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Aquí se produjo un largo silencio, y luego:

¡Yarostl

Y en voz muy baja, en un susurro, con sus párpados apretados como puños:

– Las cebollas y el azúcar han vuelto a darme fuerzas, Chavair. Estoy preparado. Tráeme una lima grande. Escóndela en un pan. Será esta noche.

Lanthier el Largo no se hacía ninguna pregunta. Obedecía a todo. Yo tenía miedo. El Kamo de párpados cerrados que cuchicheaba furibundo en aquella cama de hospital no era mi Kamo. Era el otro, el revolucionario, el bisabuelo, el que había intentado una vez reconstruir el mundo, el Kamo que había dejado a Melissi para escoger la Revolución. No era aquél al que yo quería ver resucitar. Yo quería al mío, al que era capaz de vociferar el nombre de Catherine Earnshaw pedaleando en la noche como un loco. A mi amigo.

Pero Lanthicr obedecía. Y a fe mía que yo obedecía también. Aquella noche le pedí a Moune que me explicara cómo se hacía la masa del pan.

– ¿Quieres hacerte panadero?

– No, Moune. es para un cumpleaños; en el colegio. Hay que llevar algo hecho por uno mismo.

Moune no tenía fuerzas para discutir. Me lo explicó. Y. en cuanto ella y Pope se quedaron dormidos, colé en el piso a Lanthier el Largo. Había birlado dos limas del taller de su padre.

– Una lima puede romperse. En una evasión hay que preverlo iodo.

Hice dos panes (introducir las limas en la masa recién hecha y meter en el horno). El primer pan explotó al cocerse por falta de masa suficiente alrededor de la lima. Hubo que hacer otro. El tiempo pasaba y Lanthier se estaba poniendo nervioso.

– Ha dicho esta noche.

– Hago lo que puedo; no soy panadero.

Aparte de estas pocas palabras, no hablábamos. Nos dejamos embargar por el olor del pan recién cocido. Y yo me decía que estaba loco. Que Lanthier me estaba arrastrando con él a la locura de Kamo. Pero me decía también que Kamo estaba mejor desde que nos hablaba. Recuperaba sus fuerzas. Regresaba.

Aquella noche no acompañé a Lanthier al hospital. Había introducido un lápiz bajo la persiana mecánica que cerraba ¡a ventana de Kamo. La habitación estaba en la planta baja. Levantaría la persiana y entraría sin problemas. Colocaría los dos panes en las manos de Kamo. Para eso no me necesitaba.

– Tienes demasiado miedo; harías que nos pillaran.

Tenía miedo, sí. Pero no sabía de qué.

¿Qué significaba toda aquella historia de la evasión?

¿Que mañana Kamo ya no estaría en su cama del hospital? ¿Y cuál de los dos Kamos iba a evadirse, el mío o el otro?

Me costó trabajo dormirme aquella noche. En cuanto cerraba los ojos, veía a un Kamo furibundo saltar por la ventana del hospital y sumergirse en París. No se parecía al mío.

8 El lobo siberiano

NO. A la mañana siguiente seguía acostado en su cama. Y seguía igual de inmóvil. Y seguía con el mismo verdugo blanco alrededor de la cabeza. Nada había cambiado.

Y, sin embargo. Lanthier el Largo me susurró al oído:

– Ya está; se ha evadido.

Examiné el estrecho rostro con más atención y. efectivamente, sí que encontré algo que me recordaba a mi Kamo de antes. Una especie de plenitud. Era la cara de Kamo ante las montañas del Vercors. Kamo en libertad, de nuevo en «El Gran Exterior».

Lanthier deslizó una mano prudente entre las sábanas de nuestro amigo. Sacó las dos limas. Una de ellas estaba rota.

– ¿Lo ves? Nunca se es demasiado previsor. Los grilletes que te ponen en los pies y los barrotes de una celda son cosa dura.

El miedo, que me había abandonado por un instante, volvió como una enorme ola ante aquella lima partida. Me oí balbucir:

– ¿Y el pan?

– Ni una miga -contestó Lanthier-. Se lo ha comido todo.

Yo debía de estar más blanco que los vendajes de Kamo porque Lanthier añadió:

– Tú también deberías ir a tomar un bocado, si no, te va a dar un patatús.

Kamo no dijo una sola palabra aquel día. Ni los días siguientes.

– ¿Por qué ya no habla?

Lanthier meneaba lentamente la cabeza, como sí yo no entendiese nada de nada.

– ¿Tú sabes lo que es Siberia? Un desierto de nieve. ¿Con quién quieres que hable en un desierto de nieve? Se ha evadido, y ahora tiene que atravesar Siberia.

Ahora sí que nos habíamos vuelto locos de remate. Allí estábamos, sentados los dos a ambos lados de una cama de hospital, convencidos de que la pobre figura que la ocupaba estaba allá lejos, luchando sola contra el gran desierto siberiano.

Y por la noche las pesadillas ya no me abandonaban. La imagen que se repetía con más frecuencia era la de aquella lima partida.

Me despertaba bruscamente, incorporándome en mi cama como impulsado por un resorte, para comprender enseguida que no era un sueño, que habíamos recuperado la lima rota con todas las de la ley, como si Kamo se hubiera evadido de verdad. No había ya forma de volver a dormirme. Encima de la mesilla, a mi lado, el reloj roto seguía marcando las once.

Kamo se calló durante días. Y tardamos un cierto tiempo en darnos cuenta: ¡Estaba perdiendo fuerzas! Su cara se hundía. Su calor le abandonaba. Lanthier intentó de nuevo la jugada de la chaqueta debajo de las sábanas. No hubo nada que hacer. Parecía que ya nada en el mundo podría calentarle. También Lanthier adelgazaba a ojos vistas. Y yo… yo me sentía como alguien que no podría volver a cerrar los ojos ¡amas.

Hasta que un día habló.

– Siberia es como un gran estómago de hielo.

Lanthier respondió a mi mirada de estupefacción con una sonrisa picara que quería decir: «¿Lo ves? ¿Qué te decía yo…? Siberia…». Kamo seguía hablando:

– Siberia se lo traga todo crudo, lo digiere todo y nunca devuelve nada.

Hablaba tan bajo que no teníamos más remedio que pegar casi nuestra oreja a su boca. El aliento que salía de ella era helado.

– Pero a mí, a Kamo, no me devora nadie…

Tuvo una especie de sonrisita gélida.

– Tú tampoco, lobo; tú tampoco me comerás.

¿Lobo? ¿Qué lobo?

Kamo no dijo nada más aquel día.

En casa. Pope y Moune empezaban a inquietarse por mi salud. Hasta aquel momento. la desgracia de Kamo casi les había hecho olvidarse de mi existencia. Cuando se despertaron de nuevo, yo había perdido cinco o seis kilos y había dormido tan poco que mis ojos briiiaban como carbones en sus órbitas rojas. Zafarrancho de combate, doble ración de sopa y de filetes. Llamaron al doctor Grappe, que me puso inyecciones.

– Doctor, ¿ningún prisionero ha podido escaparse nunca de Siberia?

Volvió a echar las sábanas sobre mis nalgas doloridas y dijo:

– No hay prisión de la que un hombre no pueda escaparse.

¡Incluso con un lobo hambriento en los talones? (Pero eso no lo dije; me lo guardé para mí.)

Sí, Kamo había vuelto a hablar del lobo. Era un viejo macho gris de ojos amarillos, inmenso, que le seguía paso a paso desde hacía días. Estaba tan agotado como Kamo y tenía tanta hambre como él. Por la noche, cuando Kamo no encontraba madera para hacer fuego, se quedaban los dos sentados frente a frente, espiándose. El lobo, demasiado hambriento él también, no estaba seguro de sus fuerzas. Esperaba a que el hombre se durmiese.

– Lo más aterrador de ti, lobo, no son tus dientes, no es tu mirada, no es tu paciencia…

Kamo le hablaba al lobo.

– Lo más aterrador de ti, lobo, es tu delgadez.

El lobo era el terror de Kamo, pero también su compañía.

– Yo también estoy delgado. Haces bien en no fiarte, lobo; al hombre delgado hay que temerle.

A veces Kamo encendía un fuego. Entonces él y el lobo se dormían. Y entonces la cosa era ver quién se despertaba antes para atacar al otro dormido.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «¡Increíble Kamo!»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «¡Increíble Kamo!» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «¡Increíble Kamo!»

Обсуждение, отзывы о книге «¡Increíble Kamo!» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x