Inténtalo
En los espacios que siguen, identifica el tipo de petición que el aconsejado está haciendo. Las respuestas se pueden encontrar en el apéndice A al final del libro. Las opciones incluyen (1) petición de actuación, (2) petición de información, (3) petición de comprensión y participación y (4) petición de interacción incorrecta.
1. Aconsejado:Antes de sentarme y sumergirme en lo que ha sucedido esta semana, necesito usar su baño urgentemente. ¿Dónde está?
Tipo de petición
2. Aconsejado:¡No te lo vas a creer! ¡Esta semana recibí una beca completa para la universidad de mis sueños! ¡Estoy muy emocionada!
Tipo de petición
3. Aconsejado:Hoy tengo una migraña terrible. ¿Podríamos apagar las luces de arriba y solo tener las lámparas de mesa encendidas?
Tipo de petición
4. Aconsejado:Ni siquiera sé por dónde empezar, ¡esta semana ha sido tan horrible! Mi niñera renunció anoche. ¡No sé lo que voy a hacer la próxima semana porque se suponía que ella iba a cuidar de los niños de miércoles a viernes, mientras mi marido y yo estamos en viajes de negocios!
Tipo de petición
5. Aconsejado:¡Uf!, acabo de conocer a la otra consejera en el pasillo. No sé cómo puedes trabajar con ella. Parece muy mala y bastante presumida también.
Tipo de petición
6. Aconsejado:Acaban de diagnosticar a mi hijo con TDAH. Sé que es una de tus especialidades, así que ¿me puedes contar un poco sobre eso?
Tipo de petición
7. Aconsejado:Acaban de diagnosticarle Alzheimer a mi madre, y estoy tan agobiada. No sé nada acerca de cómo cuidar a alguien con demencia, y hay tantas cosas de las que hacerse cargo. Ojalá hubiera un libro de Alzheimer Para Novatos que pudiera leer.
Tipo de petición
Al igual que cualquier capacidad artística, percibir pertenece más a la historia del consejero, su personalidad, estado de ánimo o estado físico. Por estas razones, la constante consciencia del consejero sobre el impacto de este tipo de cosas sobre su capacidad para percibir correctamente lo que está pasando con un cliente en particular es un elemento esencial para perfeccionar el “yo” como instrumento.
Percepción, capacitación y el Espíritu Santo
¿Cómo sabes si la posible percepción que tienes acerca de lo que está sucediendo con tu aconsejado es el Espíritu Santo que habla contigo, tu percepción o el resultado de la capacitación en consejería que has recibido? ¡Creemos que puede ser todo lo anterior! Si le pides al Espíritu Santo que te guíe en tu papel de ayudador, Dios puede responder a tu oración aumentando tu sentido intuitivo. Él también puede utilizar el conocimiento que has adquirido a través de la formación y la experiencia, trayendo a tu mente ciertos aspectos que son relevantes para una situación dada.
Anteriormente mencionamos el concepto de contratransferencia, que puede definirse ampliamente como la “respuesta emocional de un consejero a un [aconsejado]” (Corey, 2013, p. 77). La contratransferencia es una respuesta emocional que parece que esté basada únicamente en el aconsejado, pero también puede ser influenciada por experiencias con alguien que el consejero identifica, a menudo inconscientemente, como similar al aconsejado de una manera u otra (por ejemplo, Elisabeth reaccionando emocionalmente a Lindsey como si fuera Karen). Este último tipo de contratransferencia puede obstaculizar significativamente la capacidad de un consejero para percibir correctamente lo que está sucediendo con un aconsejado. Sin embargo, la contratransferencia también puede ser una herramienta muy informativa y beneficiosa cuando se aborda con altos niveles de reflexión propia y, en última instancia, la conciencia misma del consejero sobre su persona. Por ejemplo, si te diste cuenta en medio de una sesión de que te sentías enfadado, podrías hacerte las siguientes preguntas: “¿Por qué me siento enfadado ahora? ¿Está mi enfado relacionado con lo que esta persona en particular está diciendo o haciendo, o estoy reaccionando a algo o contra alguien más? ¿Cómo puede mi enfado ayudarme a percibir correctamente a mi aconsejado?” En esta situación particular, podría ser que el aconsejado exprese abiertamente tristeza o depresión, pero que, al identificar tus sentimientos de enojo, seas capaz de percibir el enojo oculto en tu aconsejado.
Percibir no es
asumir que el comportamiento de un aconsejado signifique lo mismo para él que para ti
llegar a la conclusión de que tú sabes lo que el aconsejado quiere decir
imponer los pensamientos, sentimientos o creencias del consejero sobre el aconsejado
Cuando tratas de usar la contratransferencia de esta manera, existe el peligro añadido de que pudieras estar proyectando tus propias emociones sobre tu aconsejado, ¡emociones que realmente en ninguna manera son recomendables! Una percepción correcta no supone que las expresiones faciales, los movimientos corporales y otras comunicaciones no verbales del aconsejado signifiquen para él exactamente lo que significarían si las hicieras tú. Además, la contra-transferencia no significa que seas libre de proyectar alguna connotación sobre un aconsejado solo porque esa acción significó algo para alguien más en alguna ocasión anterior. Percibir es tomar el comportamiento no verbal del aconsejado y usar tus propias emociones y experiencias pasadas fundamentadas en tu comprensión de quién es el aconsejado para dar sentido a lo que has observado. Este arte requiere un equilibrio hábil que requiere aprender quién es tu aconsejado y qué significa para él un comportamiento dado o una respuesta sabiendo también quién eres tú como consejero y el significado que intuitivamente atribuyes a los comportamientos no verbales.
Conexiones bíblico/teológicas
En las culturas occidentales, es común ver a una persona, y a nosotros mismos, como si estuviésemos divididos en partes: cuerpo, alma, espíritu, mente y así sucesivamente. La distinción de Freud entre el ego y el superego, junto con la mente consciente y la subconsciente, se suma a esta tendencia a definir las partes del yo. Por lo tanto, en términos de comunicación, es común suponer que hay lenguaje explícito (por ejemplo, declaraciones verbales) y metalenguaje (comunicación sobre el lenguaje explícito—tono, ritmo, etc., así como sentimientos subyacentes y motivaciones). Todas estas suposiciones sobre “las partes de uno mismo” pueden ser muy útiles en la consejería, pero a veces pueden conducir a una visión de la persona que resalta una parte de la persona por encima de las otras, en la que el avance y la curación son solo superficiales.
En el pensamiento cristiano a menudo leemos las Escrituras a través de la lente de las partes de nosotros mismos y rápidamente nos confundimos porque la Escritura habla de las partes de manera diferente en varios pasajes. Por ejemplo, lee el conocido versículo “Y amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Dt. 6:5). Este versículo puede usarse para sugerir que las personas están compuestas de partes, identificadas como corazón, alma y fuerza. Sin embargo, un estudio cuidadoso de este versículo y de los otros pasajes en las Escrituras donde se hace referencia a este nos proporcionará un cuadro diferente (Beck, 1999). En Mateo 22:37, Jesús nombra las “partes” corazón, alma y mente. En Marcos 12:30 las “partes” se llaman corazón, alma, mente y fuerza. Marcos 12:33 se refiere al corazón, entendimiento y fuerza. Lucas 10:27 se refiere al corazón, alma, fuerza y mente. Añádase a esto que estos versículos fueron escritos en dos lenguas, hebreo y griego, y que es un desafío afirmar la equivalencia entre palabras en diferentes idiomas.
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