En este primer momento, ya Freud sabe:
1- que no se trata de la realidad de los hechos, sino de la fantasía.
2- que hay algo que escapa siempre y que no puede ser tomado por lo simbólico, que no todo puede pasar a la conciencia o, para decirlo de otra manera, que no todo puede ser curado.
Esta teoría de alguna manera estaba formulada cuando inventa el concepto de represión primaria. Lo que cae –lo digo coloquialmente– bajo la represión primaria no puede advenir a la conciencia, es lo que queda perdido. Esta es una construcción conceptual. Ahora, ¿cómo sabemos que hay algo que cae bajo la represión primaria? Por los síntomas, porque los síntomas no se levantan, porque hay algo que resta y esto que resta cae bajo la represión primaria. Esta es una construcción para poder dar cuenta de lo que sucede.
Hay algo incurable en el núcleo mismo de la neurosis.
Esto mismo que resta, esto extraterritorial, es lo que hace trauma.
Entonces, lo traumático para el ser hablante será velado, tratado con el fantasma, porque el fantasma es, de algún modo, un tratamiento de eso que no hay. Un primer tratamiento que se presenta en la obra de Lacan; más tarde, en su enseñanza, será el síntoma, en singular. Y no el síntoma como formación del inconsciente.
En la histeria siempre hay una historia de seducción por parte de un adulto enfermo. Este adulto, sea quien fuere, remite al padre.
Esta seducción traumática, que al mismo tiempo constituye la neurosis, es construida en la obra freudiana bajo la gramática del fantasma de pegan a un niño. Mi padre me pega y de eso gozo. Golpe que conduce a la marca de goce; en términos freudianos, a la fijación de la pulsión al representante no representativo. Es no representativo porque representa mal a la pulsión, porque la pulsión no tiene objeto. Algo se fija y algo queda por fuera del aparato.
En los sueños también hay algo que queda por fuera de lo simbólico. Por ejemplo, en el sueño de la inyección de Irma, esa garganta que se abre mostrando la carne, mostrando eso que no tiene representación y que remite a la castración, es el punto mismo en el que Freud se detiene. Después viene todo el desarrollo del sueño que pasa por lo simbólico. Hasta la culpa de Freud frente a su paciente y el posible error diagnóstico de la enfermedad, como el amor de transferencia hacia Fliess. Todo este despliegue cubre lo que escapa a la trama simbólica, a la asociación libre, eso que no es de la realidad fenoménica, sino lo real que irrumpe en el sueño. El fragmento del sueño que alude a este punto dice así: “La llevo hasta la ventana y reviso el interior de su garganta. Se muestra un poco renuente, como las mujeres que llevan dentadura postiza”. (16)
Freud se detiene en este punto y comienza a desarrollar una ilación de interpretaciones. Es muy interesante porque justamente en este sueño es cuando cita el argumento del caldero agujereado. Freud se critica porque de la interpretación de este sueño da una serie de argumentaciones que están al servicio de disculparse y que son igual que los alegatos de ese vecino al que otro le había prestado un caldero y se quejó porque lo había devuelto averiado. Entonces, dice que en primer lugar se lo había devuelto intacto, que en segundo lugar el caldero ya estaba agujereado cuando se lo pidió y que en tercer lugar nunca le había prestado el caldero. Y agrega Freud: “¡Pero si no hace falta abundar tanto! Con que uno solo de esos alegatos se admita por valedero quedará disculpado nuestro hombre”. (17)
Cuando hay más de un argumento, no hay ningún argumento. Esto sirve para la clínica y para la vida. Cuando alguien da más de un argumento, no es ninguno.
Desde esta perspectiva, la cantidad de argumentos que suelen dar los neuróticos casi siempre se relaciona con algo del orden del destino. Aun en lo más nimio. Buscan disculparse con sus argumentos para inmediatamente culpabilizar al Otro, que no deja de ser para él su “destino”; dan múltiples razones de su padecimiento, y estas razones, justificaciones, obran como su destino. Tiene la misma funcionalidad; es decir, lo que le ocurre no tiene que ver con él sino con algo que está fuera. Siempre es el Otro que opera como el culpable de sus desgracias.
Freud, luego de desarrollar como cualquier neurótico lo haría todas las razones argumentativas que sirven de interpretación para el sueño, dirá que no tiene que ver con eso, que en cambio más bien alude a la culpa sentida por no haber cumplido con sus deberes de médico. Si bien él insiste con el cumplimiento de deseo, esta teoría cae en los años 20; en este caso sería el deseo de no haber sido culpable por la enfermedad de su paciente. Lo piensa así porque todavía no esbozó la segunda tópica: yo, superyó y ello, que será en 1920. Por lo tanto, no ha descubierto la instancia en la que comanda el imperativo de goce vía el superyó y que motoriza la culpa.
Lo traumático en este sueño se presenta, entonces, en el punto de máximo horror que tiene que ver con la visión de los órganos genitales femeninos, la cabeza de Medusa. Eso es lo que el sueño muestra en la mancha blanca de la garganta abierta de Irma.
Freud, luego de que pasa de la teoría del trauma a la teoría de la fantasía, va a ubicar lo traumático en la falta de inscripción del significante de la muerte y del órgano sexual femenino en el inconsciente.
No hay inscripción de la muerte en el inconsciente porque no es una experiencia por la que el cuerpo fue marcado; tampoco hay inscripción del órgano sexual femenino.
En “La organización genital infantil”, de 1923, dirá Freud: “…hay por cierto algo masculino, pero no algo femenino; la oposición reza aquí: genital masculino o castrado”. (18)
Por supuesto que para Lacan no se tratara de genitales, sino de una operación lógica.
Freud dice fálico-castrado, pero por otro lado cree en la complementariedad de los sexos, y esto está anudado a la cuestión de la maternidad, cuando él piensa la sexualidad femenina y la salida por el lado de la maternidad; esto va de la mano con creer en la complementariedad entre los sexos y que la sexualidad está al servicio de la reproducción. Para Lacan, lo femenino quedará para siempre apartado de lo materno; son las particiones que habitan en una mujer: ser madre por un lado y por otro lo femenino. Son partes que no se recubren.
El cuerpo juega su partida para ambos sexos, de diferente manera. Pero no se trata de tener o no tener pene, sino que contrariamente a esto Lacan dirá que nadie lo es ni lo tiene, es decir el falo.
El falo se constituye como significación, condensador de goce y significante del deseo. Esto es así en la primera época de la obra de Lacan; posteriormente el falo, además de tener una vertiente significante, será uno de los objetos. No como objeto a , pero sí como objeto de goce que hace a la diferencia sexual anatómica entre los sexos. Conceptualización relacionada con el estatuto del cuerpo, que también cambia a lo largo de su obra.
Al principio, a la altura del estadio del espejo, el cuerpo es el cuerpo imaginario, pero ya en el Seminario 10 el cuerpo no es todo imaginario, es el cuerpo horadado por las zonas erógenas. La angustia de castración estará anudada a la detumescencia del órgano. Angustia de castración que es propia del sujeto masculino, dice Miller siguiendo a Lacan en La angustia lacaniana . (19) Algo de lo real como presencia de angustia, a partir de la afectación del cuerpo, aparece allí.
El trauma se ubica en el centro de la estructura; somos traumatizados por el lenguaje, estructura que vela dando sentido al traumatismo de lalengua .
Lalengua está lógicamente antes que la marca significante opere en el cuerpo y en el ser hablante produciendo una pérdida de goce.
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