El tiempo cero reorganiza el mundo y la sociedad y produce todo tipo de fusiones y divisiones. Borra la diferencia entre “lejos” y “aquí”, y libera el tiempo de la subordinación a la idea de espacio. Por un lado fusiona los opuestos y hace porosas las fronteras entre tiempo privado y público, entre presente y futuro, y también entre ficción y realidad. Y por otro lado divide la sociedad, la raya en mil bandas y zonas de tiempo que se mueven en todas las direcciones. Cuanta más velocidad más desdiferenciación; cuanta más velocidad más división social; cuanta más velocidad más grande es la intensidad de la fragmentación. El tiempo cero divide la sociedad de otro modo porque el acceso a la instantaneidad es crucial en las nuevas divisiones sociales. Las diferentes tasas de aceleración engendran diferentes temporalidades que implican un nuevo tipo de desigualdad que aparece en todas las escalas (mundo, nación, ciudad). Las instituciones se sitúan en diferentes zonas del tiempo histórico, y hasta los componentes de una institución pueden estar en diferentes zonas temporales.
El tiempo cero, ese producto tecnológico, incluye experiencias instantáneas como el estallido, el accidente y el atentado: todos puntos sin tiempo o que cortan el tiempo. Y que son hoy universalmente buscados, tanto por los terroristas como por los artistas y los activistas contemporáneos.
El tiempo cero no solo implica una nueva experiencia histórica sino también otra división del poder y por lo tanto podría ser crucial para nuestro destino latinoamericano, definido por el tiempo según una historia del capitalismo.
BUENOS AIRES AÑO 2000 EL DIARIO SABÁTICO
Jueves 25 de mayo
Yo pájaro
A las aves migratorias se les desarrolla un agudo sentido del tiempo porque vuelan de un presente a otro y lo primero que perciben cuando llegan es el recuerdo del otro presente.
Entro en la ciudad vacía.
Wellcome back! Pertenencia, familiaridad. ¡Felicidad!
Domingo 28 de mayo
Estaba en Buenos Aires en el año 2000, un año clave para el género especulativo. Había superado la amenaza milenarista-tecnológica del Y2K, el error de software que podía anular el sistema de millones de computadoras cuando sus relojes internos intentaran pasar el 1º de enero de 2000 porque no estaban diseñadas para manejar esa nueva fecha. El fin del mundo era el fin del tiempo cero. Por suerte los técnicos hindúes arreglaron el problema y el mundo no había terminado.
Lunes 29 de mayo
Yo viajera del tiempo
“Buenos Aires año 2000”, en la frontera misma entre siglos y milenios era, en realidad, el título de una posible utopía del siglo XIX o de principios del XX en Argentina. El sueño retro futurista del 2000 como el signo de modernidad y de igualdad que no se escribió acá sino en Brasil, como dice Rachel Haywood Ferreira ( Science Fiction Studies, Nº 103, 2007). La utopía de Godofredo E. Barnsley, São Paulo no Anno 2000 ou Regeneração Nacional (Chronica da Sociedade Brasileira Futura) , de 1909, imagina en ese o este año “la regeneración nacional”, la sociedad igualitaria y la ciudad como máxima modernidad en transportes, comunicaciones y ciencia.
En el 2000 puedo viajar en el tiempo porque es un año reversible, que se abre en todas las direcciones. Puedo ser como Julian West, el millonario norteamericano del libro de Edward Bellamy Looking Backward from 2000 to 1887 (1888), que está por casarse y sufre de insomnio. Le dan una droga; lo duermen en 1887 y lo despiertan en el 2000. Se encuentra con una maravillosa utopía igualitaria y supermoderna ¡¡y es feliz!! Pero de golpe, en una suerte de doble hélice, se despierta en el siglo XIX junto a la antigua y atrasada novia... Por suerte ese “ahora” retrógrado resulta ser una pesadilla inducida por las mismas drogas y por fin, otra vez de vuelta en el 2000, puede casarse con la nieta supermoderna de su ex novia, la que no lo dejaba dormir.
¡Buenos Aires año 2000!
Como Julian West y como Rachel Haywood Ferreira, podía hacer todo tipo de retrolabellings y dobles hélices (podía practicar “Kafka y sus precursores”): el 2000 era el año ideal para ir al futuro del pasado y al pasado del futuro sin moverme del presente. Podía vivir el 2000 como la utopía realizada del neoliberalismo en América latina (todo el poder a los mercados), y a la vez como el camino al apocalipsis del 2001.
Sábado 27 de mayo
Martes 30 de mayo
Sensaciones de tiempo
Sensación de que aquí hay otra temporalidad, otro código de tiempo. O que mi tiempo sabático es otro tiempo. Es posible que la ilusión de que en Buenos Aires hay otro tiempo provenga de mi posición en otro tiempo. La semana que viene parece ser el futuro y el pasado tiene una densidad mayor que la del presente porque se hace público todo el tiempo. Sensación constante de que el presente es memoria y déjà vu : una duplicación del pasado.
Sensación de corte histórico, temporal, con la “modernización” neoliberal en la Argentina. En Buenos Aires año 2000 hay como un tiempo que se vino de golpe.
Sensación de vivir en la utopía realizada de la comunicación universal y de la circulación universal de bienes. La ciudad está llena de locutorios y de negocios de computación. La gente anda con los celulares en la mano. Buenos Aires ya tiene un primer mundo interno en Puerto Madero, según el modelo global de “la ciudad creativa”, basado en la idea de que la innovación cultural es un motor de crecimiento económico.
Sensación de que el tiempo es un problema público múltiple en Buenos Aires año 2000: económico, social, cultural y político-estatal. Económico: los vencimientos y plazos de la deuda externa tensan al límite el ajuste (en América latina la deuda es usada como instrumento de dominación). Un problema social, porque en Argentina la velocidad neoliberal produjo nuevas formas de diferenciación y exclusión que se sitúan en otros tiempos, diferentes de los del mercado y el estado. Aparecen nuevos pobres y excluidos que no existían antes. (En el 2000 comienza a aparecer la revista Hecho en Buenos Aires, que escriben y venden por la calle personas desocupadas). La velocidad y la distribución de trabajo y tiempo están en el centro de los debates. El tiempo es también un problema cultural por la cantidad de pasado, de memoria y de historia que hay en el presente. Y un problema político con cuestiones sobre leyes y decretos de necesidad y urgencia.
También es un problema múltiple para los que me rodean. Aquí la gente está mucho más ocupada que antes, ¿o es mi tiempo sabático y el ocio lento que engendra?
Decido escribir un diario para explorar el tiempo.
Martes 20 de junio
Jueves 27 de julio
Los saltos modernizadores
La laguna temporal como experiencia del tiempo
Imaginemos que las modernizaciones latinoamericanas (los cambios en la historia del capital y los cambios de las políticas imperiales por internacionalizaciones de la economía) se producen por saltos o por cortes de tiempo, de modo que no se nos deja un desarrollo (económico, pero también político, social y cultural) “natural”, por así decirlo, “una historia” que sí han tenido los centros para llegar a ese punto global. De golpe se nos corta algo que podría seguir siendo y en un salto de transformación radical y forzosa (modernización o represión: dos modos diferentes de cortar el tiempo), por decreto, los latinoamericanos quedamos instalados en otra situación y en otra historia. El corte de tiempo como régimen histórico hace que América latina nunca esté completa, que su ser sea siempre enviado al futuro, y esa es una de las claves de nuestra posición global.
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