En este libro especular sería pensar con imágenes y perseguir un fin secreto.
La ficción especulativa
La especulación es también un género literario. La ficción especulativa (un género moderno global, y en este momento latinoamericano, que hoy parece ser más fantasy que ciencia ficción) inventa un universo diferente del conocido y lo funda desde cero. También propone otro modo de conocimiento. No pretende ser verdadera ni falsa; se mueve en el como si, el imaginemos y el supongamos: en la concepción de una pura posibilidad. La especulación es utópica y despropiadora porque no solo concibe otro mundo y otro modo de conocimiento, sino que lo postula sin dinero ni propiedad (como en la Utopia primera de Tomás Moro, 1516). Por eso toma ideas de todas partes y se apropia de lo que le sirve. A esta expropiación la llama “extrapolación”, según las tradiciones del género.
El arte de la especulación consiste en dar una sintaxis a las ideas de otros y postular un aquí y ahora desde donde se usan.
Aquí América latina
Especular desde aquí América latina es tomar una posición específica y como prefijada, como un destino. Somos los que llegan tarde al banquete de la civilización (Alfonso Reyes, “Notas sobre la inteligencia americana”) y esta secundariedad implica necesariamente una posición estratégica crítica. No se puede no imaginar desde aquí algún tipo de resistencia y de negatividad; no se puede siempre perder.
La especulación en América latina, en la posición estratégica que le corresponde, parte de lo que nos toca a todos, de algo común que nos iguala en tanto seres humanos. Parte de principios generales, de articuladores, de nociones que recorren todas las divisiones: la creatividad del lenguaje, la imaginación, el tiempo y el espacio.
La imaginación pública
La especulación inventa un mundo diferente del conocido: un universo sin afueras, real virtual (la virtualidad es el elemento tecnológico), de imágenes y palabras, discursos y narraciones, que fluye en un movimiento perpetuo y efímero. Y en ese movimiento traza formas. Lo llama imaginación pública o fábrica de realidad: es todo lo que circula, el aire que se respira, la telaraña y el destino. La imaginación pública sería un trabajo social, anónimo y colectivo de construcción de realidad. Todos somos capaces de imaginar, todos somos creadores (como en el lenguaje igualitario y creativo de Chomsky) y ningún dueño. Así especula la especulación desde América latina.
En el lugar de lo público se borra la separación entre el imaginario individual y el social; la imaginación pública, en su movimiento, desprivatiza y cambia la experiencia privada. Lo público es lo que está afuera y adentro, como intimopúblico. En la especulación nada queda solo adentro: el secreto, la intimidad y la memoria se hacen públicas.
La imaginación pública fabrica realidad pero no tiene índice de realidad, ella misma no diferencia entre realidad y ficción. Su régimen es la realidadficción, su lógica el movimiento, la conectividad y la superposición, sobreimpresión y fusión de todo lo visto y oído. Esa fuerza creadora de realidad, la materia de la especulación, funciona según muchísimos regímenes de sentido y es ambivalente: puede darse vuelta o usarse en cualquier dirección.
Entrar por la literatura
La especulación entra en la fábrica de realidad por la literatura, por algunas narraciones de los últimos años aquí en América latina. La literatura misma es uno de los hilos de la imaginación pública y por lo tanto tiene su mismo régimen de realidad: la realidadficción.
Usar la literatura como lente, máquina, pantalla, mazo de tarot, vehículo y estaciones para poder ver algo de la fábrica de realidad, implica leer sin autores ni obras: la especulación es expropiadora. No lee literariamente (con categorías literarias como obra, autor, texto, estilo, escritura y sentido) sino a través de la literatura, en realidadficción y en ambivalencia. Usa la literatura para entrar en la fábrica de realidad.
Temporalidades y territorios
La especulación entra en la imaginación pública por los regímenes temporales y territoriales de las ficciones literarias latinoamericanas de los últimos años. Esas temporalidades y territorios son como los esqueletos de la fábrica de realidad.
Los tiempos y los espacios: palabras o instrumentos articuladores abstractosconcretos y afectivos que nos tocan a todos (que todos compartimos y que nos unen), que son íntimos y públicos y que recorren todas las divisiones, nos llevarían a la fábrica de realidad de la especulación. Por eso el viaje desde Aquí al mundo de la imaginación pública a través de la literatura latinoamericana se divide en dos partes, que son dos modos de la crítica y las dos partes de este libro: las temporalidades y los territorios.
El fin secreto de la especulación
El sentido de la especulación es la busca de algunas palabras y formas, modos de significar y regímenes de sentido, que nos dejen ver cómo funciona la fábrica de realidad para poder darla vuelta. ¡El fin secreto, la ganancia y el beneficio perseguidos por la especulación es dar la vuelta al mundo!
Porque la imaginación pública es un universo ambivalente sin afueras, el trabajo colectivo de fabricación de realidad podría ser al mismo tiempo su instrumento crítico.
I T EMPORALIDADES
IMAGINAR EL MUNDO COMO TIEMPO
¿Cómo especular desde “aquí, América latina”? ¿Qué palabras y formas usar para pensar o imaginar el nuevo mundo?
El punto de partida podría ser una palabra que sirva para todo, que nos afecte a todos y que atraviese todas las diferencias y divisiones nacionales, de clase, de raza, de sexo. Una palabra-idea que sea a la vez abstracta y concreta, individual y pública, subjetiva y social, epistemológica y afectiva. Por ejemplo, el tiempo.
El tiempo parece ser uno de esos universos simbólicos que niegan la separación entre lo social y lo individual y se mueven en la historia. Porque tiene la particularidad de que sus manifestaciones no solamente existen afuera, en el mundo exterior, sino que son a la vez rasgos estructurales del sujeto. El tiempo es un articulador que está en todas partes, recorre divisiones, pasa fronteras y hasta se aloja dentro de los cuerpos en forma de reloj biológico. Y nunca se detiene.
En realidad o en la realidad el tiempo no existe: es una forma imaginaria para pensar el movimiento. El movimiento intensivo del alma (todos los procesos de subjetivación y de intensificación son temporales), y también el movimiento del poder (el ritmo con que se miden y se ordenan las acciones constitutivas del poder). El tiempo sirve para establecer relaciones entre posiciones que se mueven constantemente. Y él mismo es el movimiento.
Imaginar el mundo como tiempo “aquí en América latina” para poder pensar las políticas del tiempo. Porque con el tiempo puedo diferenciar sociedades, culturas, historias, poderes, sujetos. Las culturas del tiempo o temporalidades son tiempo habitado e imaginado, diferentes en cada lugar: son diagramas y al mismo tiempo afectos. Cada una tiene su tiempo y por lo tanto su régimen histórico. Como cada cultura es una determinada experiencia del tiempo no es posible una nueva (un nuevo mundo) sin una transformación de esa experiencia.
El tiempo podría ser una de las palabras que estoy buscando para pensar (o hacer imagen: especular) este mundo. Y la razón es que hoy vivimos una transformación de la experiencia del tiempo. Y las nuevas experiencias históricas producen nuevos mundos.
Una nueva experiencia temporal e histórica
El tiempo cero
En los últimos años vivimos con Internet una nueva experiencia histórica global: el tiempo cero, la travesía del espacio en no tiempo, lo que se llama tiempo real. El resultado de la aniquilación temporal es la simultaneidad global, clave para los mercados financieros, que cambió la experiencia de la vida y la naturaleza del trabajo convirtiéndolo en trabajo inmaterial.
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