Una combinación que muestra la “extraña” mezcla mexicana de órganos electorales independientes y partidistas a la vez son, en primer lugar, Sinaloa, con una alta independencia y alto partidismo, y en menor medida el Distrito Federal, Durango, Sonora y Yucatán, que tienen alta independencia y partidismo medio. Los casos más comunes —como era de esperarse— son los de independencia baja y partidismo alto. En este sentido, destacan doce entidades federativas: Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Colima, Michoacán, Oaxaca, Quintana Roo, Tamaulipas, Tlaxcala y Zacatecas.
En términos agregados, y de acuerdo al promedio general obtenido a partir de los tres atributos estimados para cada estado (una vez realizados los ajustes correspondientes a los valores de partidismo), es posible distinguir entidades con OAE de alta, media y baja calidad. En este sentido, la gráfica 1.1 muestra que Coahuila, el Distrito Federal, Nuevo León y Durango son las entidades con OAE de más alta calidad en el país; seguidos por Guanajuato, Estado de México y Puebla, entre otros, con OAE de media calidad. También destacan los estados con baja calidad como Michoacán, Oaxaca, Quintana Roo, Tamaulipas y Tlaxcala.
Gráfica 1.1. Calidad de los Órganos Administrativos Electorales locales en México.
Ahora bien, con el propósito de corroborar la relación (o su ausencia) entre los tres atributos del desempeño o calidad de los órganos de administración electoral en México, se estimó el Índice de Correlación de Pearson (cuadro 1.7). Como se observa en este cuadro, la relación entre la independencia y el partidismo es negativa y significativa, indicando, en principio, que entre más independientes son los órganos electorales, menos partidistas son. Adicionalmente destaca que el profesionalismo y la independencia no están correlacionados en los OAE mexicanos, lo que comprueba que, pese a que formalmente (de acuerdo a las leyes electorales), los IEE tienen un cuerpo profesional de funcionarios que acompaña la independencia de los consejeros electorales, eso no se ratifica en los hechos. Así, la mayor independencia de los institutos no se acompaña en general de mayor profesionalismo.
En conclusión, destaca que el profesionalismo y el partidismo tienen una relación negativa, aunque no significativa, indicando en algún sentido que, a mayor partidismo, hay menos profesionalismo. Desafortunadamente, los resultados no significativos obligan a tomar este último resultado como sólo indicativo.
Cuadro 1.7 Correlacion entre las dimensiones de la Calidad de los Órganos de Administración Electoral locales en México |
|
Grado de independencia |
Grado de partidismo |
Grado de partidismo |
Correlación de Pearson |
-0.390* |
|
Sig. bilateral |
0.027 |
|
N |
32 |
|
Grado de profesionalismo |
Correlación de Pearson |
0.104 |
-0.099 |
Sig. bilateral |
0.572 |
0.592 |
N |
32 |
32 |
* La correlación es significativa al nivel 0.05 (bilateral).Nota: Para las correlaciones, se tomaron en cuenta los valores originales del grado del partidismo, en los cuales partidismo: alto = 3, medio =2, y bajo =1. |
A partir de estos hallazgos surge la pregunta obligada de por qué en el modelo mexicano a nivel local no hay un relación positiva entre independencia y profesionalismo, como sugería el paradigma que sirvió de guía para la creación de los órganos de administración electoral federal y locales en México. Aún más, es importante responder por qué es posible tener un diseño institucional que garantice en la ley alta independencia y en los hechos sea una institución altamente partidista y poco profesional.
Las respuestas a estas interrogantes exceden los propósitos de esta investigación. Sin embargo, es importante considerar que la contribución de los OAE está, sin duda, mediada por el contexto sociopolítico. En este sentido, Hartlyn et al. (2009: 18) señalan que los resultados de su investigación mostraron que sólo cuando la independencia institucional formal-legal de los órganos electorales estaba asociada al respecto por las reglas del juego y una baja corrupción, entonces tenía un impacto positivo sobre la calidad de las elecciones. Esta conclusión obliga, pues, a ponderar los hallazgos de independencia y profesionalismo de los órganos de administración electoral locales en México, presentados en este capítulo, y vincularlos a la fortaleza o debilidad del Estado de derecho en cada entidad, visto a la luz de indicadores de impunidad y corrupción, la calidad de las instituciones de justicia, homicidios por habitante, entre otros.
Pese a lo anterior, cabe considerar que la aportación de los OAE locales en México —y su cambio en las últimas décadas— no es menor; ésta radica, en primer lugar, en la institucionalización de la vía electoral como la única fuente legítima de acceso al poder; en segundo, en la creación de espacios multipartidistas legítimos donde se dirimen las diferencias entre fuerzas políticas respecto de las elecciones y, finalmente, su fuerte contribución a la transición a la democracia a nivel local, que significó pasar de elecciones no democráticas o directamente manipuladas, a elecciones libres, limpias, competitivas y transparentes, en la ley, y, en muchos casos, en la práctica.
Conclusiones del capítulo
Los estudios de la calidad de las elecciones han privilegiado el análisis de la gobernanza electoral y, más específicamente, de los OAE. Ello es así en función del destacado papel que desempeñan en la organización de procesos electorales que cumplan con los estándares democráticos de libertad, justicia, limpieza, transparencia y competitividad.
En numerosas democracias emergentes se ha promovido la creación de OAE bajo el paradigma de la independencia y profesionalismo, esto es, bajo la forma de comisiones electorales formadas por personalidades independientes del gobierno en turno y los partidos, distinguidos por su profesionalismo y conocimientos en la materia. Esto ha puesto de manifiesto que el diseño de los OAE, pese a ser poco estudiados, es un factor clave para contribuir a la celebración de elecciones democráticas.
En México ha predominado la creación y cambio de OAE independientes y profesionales en los niveles federal y local, desde los años noventa, lo que sin duda contribuyó a la transición a la democracia en el país. Ahora bien, su desempeño no ha estado exento de críticas. Una de las más comunes es su limitada independencia, así como la participación (o injerencia) de los partidos y del Poder Ejecutivo local en la toma de decisiones, generando con ello “canchas inclinadas” o sesgos, que sin duda erosionan el carácter democrático de las elecciones.
A partir del estudio de sus tres atributos fundamentales (independencia, partidismo y profesionalismo) la evidencia aquí presentada muestra que domina la heterogeneidad. Hay institutos con independencia alta y alto profesionalismo, aunque ciertamente son los menos. Éstos, hipotéticamente, contribuirían en términos generales a organizar elecciones de alta calidad. Pero también hay institutos con alta independencia y bajo profesionalismo, cuyas elecciones serían quizás de menor calidad. Lo mismo se concluiría de elecciones organizadas por OAE altamente partidizados y bajo profesionalismo, cuya calidad estaría sujeta a escrutinio.
Otro hallazgo relevante es la falta de conexión entre algunos de los atributos analizados de los OAE mexicanos: independencia, partidismo y profesionalismo. Pese a los supuestos de los que se partió, en el sentido de asociar positivamente independencia con profesionalismo, las estimaciones del índice de correlación mostraron que no existe una relación significativa entre sí, como era previsible desde la teoría. Más bien lo que resulta claro es que los OAE locales se han convertido (o se han mantenido, en algunos casos) en espacios de poder que no siempre garantizan procedimientos técnicamente pulcros, ni el cumplimiento de normas justas.
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