Naiara Hernández - ¡Contigo no!
Здесь есть возможность читать онлайн «Naiara Hernández - ¡Contigo no!» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:¡Contigo no!
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
¡Contigo no!: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «¡Contigo no!»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
¡Contigo no!.
¡Contigo no! — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «¡Contigo no!», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
—Mientes de pena. Pero está bien, si gano yo, tendremos una cita, sin sexo. Aunque estoy seguro de que serás tú quien me terminará pidiendo que te folle.
—Ya, claro. El día que yo te pida tal cosa, los cerdos volarán y las ranas se convertirán en príncipes azules.
—Será un gran día para la historia. —Se encogió de hombros, volviéndose de nuevo al espejo, concentrándose en su reflejo—. ¿Trato hecho?
—Sí. Iré buscándote ya tu modelito.
Volvió a sonreír ladinamente y me juré que se las haría pasar canutas. Dejaría salir mi lado malvado, al fin y al cabo, él ya me había fastidiado bastante. Aunque algo me decía que no sería fácil hacerle perder. Si de algo estaba segura, era que Matthew Bennett podía ser muy perseverante. Si quería algo iba a por ello hasta que lo conseguía. Y me temía que lo que quería no era demostrarme su amabilidad, sino conseguirme a mí. Y para mi desgracia, mi cuerpo también lo quería a él.
—Mirian, me estás clavando el alfiler —me avisó con un tono de voz dulce. —. Cuidado, por favor.
—Por supuesto —moví el alfiler de tal manera que se enterró más profundo. Aguanté las ganas de reírme al ver su rostro en el espejo, mordiéndose la lengua para no decir nada—. ¡Ups! Lo siento.
Pasará lo que pasara, iba a disfrutar con aquello.
Quince minutos después Matt volvió al vestidor, para cambiarse, yo seguí atareada con los patrones y diseños que tenía sobre la mesa, mientras escuchaba Todo de Pereza en mis auriculares. La cortina del vestidor se movió, miré de reojo y mi pulso se aceleró.
Matthew Bennett estaba ante mí con la camisa de botones blanca desabrochada ¡y en calzoncillos!
Tragué saliva, la garganta se me había quedado tan seca como el desierto en apenas unos segundos. Reseguí con la mirada aquel torso moreno, a la vez que Pereza cantaba “Rozándonos todo, sudando cachondos, volviéndonos locos”. Meneé la cabeza para quitarme la imagen que de pronto me invadía, en la que Matt también me invadía en otros menesteres.
—Podrías hacer el favor de taparte. —Le espeté girándome a regañadientes.
Me quité los auriculares al tiempo que él reía.
—¿Nunca has visto a un hombre semidesnudo?
—Nunca a uno tan feo.
Y de nuevo la carcajada. Me planteé varias opciones para hacer que su risa desapareciera, ninguna en la yo no estuviera gimiendo.
No sé a quién odiaba más si al engreído del señor Bennett o a lo que despertaba en mí. Durante mis treinta años había sentido deseo por otros hombres, pero no como el que sentía por él. La sangre me recorría todo el cuerpo para instalarse justo debajo del ombligo, y hacerlo latir con fuerza. Cada vez que lo tenía enfrente, o pensaba en él no podía evitar apretar las piernas, intentado buscar alivio al dolor entre ellas. Quizá tenía que pedirle exactamente lo que él había dicho, que me follase, no obstante, mi orgullo estaba por encima de la perra en celo que me había poseído.
—Solo quería saber qué canción era la que cantabas.
Alcé una ceja y me volví para mirarlo de frente. Hice un esfuerzo sobrehumano para no bajar la mirada a su pecho, su estómago, su…
—¿Cantaba en alto? —Asintió con una sonrisa encantadora, una que no había tenido el placer de ver hasta ese momento—. Oh… hum. Se llama Todo , de Pereza.
—Me gusta.
—Déjame adivinar. ¿Te gusta la parte en la que dice “sudando cachondos”?
La comisura derecha se levantó, y la cicatriz de su ceja se alzó con ella. La sonrisa lobuna. Que me pillaran confesada, porque me temblaban las rodillas y un poco más arriba cuando sonreía de aquella manera. Vale, era el narcisista más egocéntrico del mundo o puede que del universo, pero eso no quitaba que estuviera como un queso, o mejor que el chocolate suizo.
Se acercó con paso lento y amenazante, dudé en si retirarme, pero las piernas no me respondían, así que me quedé mirando cómo se encaminaba hacia mí, como un animal salvaje a punto de saltar sobre su presa indefensa, estilo un tigre saltando sobre un cervatillo. Y en ese momento yo era algo así como el alter ego de Bambi.
—En realidad mi parte favorita ha sido la de “Si no te tengo reviento. Quiero hacértelo muy lento”
Su mirada profunda y aquellas palabras pronunciadas con su acento británico casi no me llevan directa al clímax. Sentí cómo mis mejillas se encendían. ¡Estaba sonrojándome! Como las tontas de las novelas románticas que caen presas del primer capullo que les juran amor eterno. Definitivamente había perdido la cabeza.
—Esto si es una sorpresa —dijo satisfecho al ver mi vergüenza—. Mirian Rivas, la chica dura y difícil, sonrojada. Tengo que decir que estás muy guapa así.
Quería taparme la cara y salir corriendo, a donde fuera, pero lejos de él.
—La amabilidad es una cosa, ser pelota, otra.
Para aquel hombre debía ser como uno de los payasos de la tele, porque nuevamente se reía. Se desternillaba en mi cara, una y otra vez, mientras yo seguía mordiéndome la lengua e intentando controlar a mi imaginación.
—Solo digo la verdad. Voy a seguir vistiéndome, no quiero que tengas que seguir mirando a un hombre tan feo semidesnudo por más tiempo.
Quería gritarle que no, que no se vistiera, que se quitara lo poco que le quedaba, pero mi parte sensata asintió y siguió con su trabajo.
—Bueno. Aquí ya he terminado —anunció Matthew entregándome el traje—. Nos veremos pronto.
Le sonreí falsamente, sin molestarme en que pareciera autentica.
—Espero que sea más tarde que pronto.
El solo asintió y se largó, dejándome como una idiota. Estaba sorprendida, no había dicho ningún comentario salido de tono y estaba siendo amable. Pero yo me iba a encargar de que no lo fuera por mucho tiempo.
El resto del día lo pasé encerrada en el sótano, cosiendo, solo salía a la luz del día para comer. Justo cuando estaba recogiendo, Carlos apareció con el teléfono inalámbrico en la mano, por su cara no hacía falta que me dijera de quien se trataba.
—¿Mami? —pregunté al auricular.
—¡Vaya! Por fin te dignas a responderme. —Empezaba el tan temido sermón de doña Conchita—. ¿Es qué ya has olvidado a tu familia? ¿Te has olvidado de tu madre?
—Ma, he estado ocupa…
—¿Qué es tan importante para que no puedas hablar con tú madre cinco minutos? ¡Una semana, Mirian! Una semana hace que no sé nada de ti. —La podía imaginar perfectamente, agitando las manos como una autentica loca y la vena de su cuello hinchada—. Incluso el pobre Esteban ha estado preocupado. ¡Por ti! Por la mujer que lo abandonó.
Por aquel motivo mi contacto con ellos era escaso. Esteban siempre salía a relucir en todas las conversaciones, y probablemente fuera culpa mía, nunca le conté a mis padres lo que había ocurrido, el motivo de nuestro divorcio dos días después de nuestra boda. Ellos creían que lo había abandonado para perseguir mi sueño en Madrid, no me molesté en sacarlos de su error. Adoraban a Esteban, lo trataban como a un hijo más, y cuando los rumores de sus infidelidades comenzaron a sonar cada vez con más fuerza, se encargaron de negarlos. Para mis padres Esteban era un santo, un pobre hombre al que le rompí el corazón, dado que mi ex, después de mi marcha se encargó de hacer un papel merecedor del Óscar.
—Mami, lo siento ¿vale?
—Pues demuéstralo.
Me apreté las sienes, conocedora de lo que se me venía encima.
—Te llamaré más a menudo, lo prometo.
—Sabes que no me refiero a eso. Quiero que vengas a Tenerife —zanjó con aquel tono de voz que no admitía replica alguna.
Suspiré, cansada de que todas las conversaciones fueran iguales. Llevaba sin viajar a mi antiguo hogar más de siete años. Siete largos años en los que aquel adorable olor a mar se hacía cada vez más desconocido. Mi familia era la que se movía para verme, mis padres viajaban cada año a Madrid. Si volvía a Tenerife significaría ver caras que no quería ver, oír cosas que no quería oír…
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «¡Contigo no!»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «¡Contigo no!» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «¡Contigo no!» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.