Naiara Hernández - ¡Contigo no!
Здесь есть возможность читать онлайн «Naiara Hernández - ¡Contigo no!» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:¡Contigo no!
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
¡Contigo no!: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «¡Contigo no!»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
¡Contigo no!.
¡Contigo no! — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «¡Contigo no!», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
—Zamara Rodríguez. —Su expresión se tornó seria—. La que cortará tus pelotas si le tocas un solo pelo a Mirian. ¿Entendido?
La aludida palideció a la vez que yo me echaba a reír. La situación me pareció de lo más cómica, al igual que a mi hermana que me acompañó con una carcajada.
—Es mejor que no vayamos.
Eli asintió y se despidió de sus nuevas amigas, no sin antes anotarles el número de su móvil e invitarlas a cenar esa misma noche. Podría decir que estaba sorprendido, no obstante, mentiría. Fue un error muy grande pensar que mi hermana no se sacaría algún As de la manga para conocer a la diseñadora. Siempre conseguía lo que se proponía y el truco del tropiezo era uno de sus favoritos. Eli no era nada torpe, en realidad parecía tener un ojo trasero que todo lo veía.
—Y… ¿A dónde llevaras a tus nuevas amigas a cenar? —pregunté disimulando las ansias de conocer la respuesta.
Se frenó en mitad de la acera, echándome una mirada acusadora.
—Eso no te incumbe Mattito.
—No sabía que era un secreto de Estado.
La comisura derecha de su boca se elevó, recordándome a mi propia sonrisa. Mi hermana y yo teníamos demasiadas cosas en común, y sabía muy bien que aquella expresión escondida algo detrás.
—Hagamos una cosa —sugirió retomando el paso—. Admite que la chica te gusta, y te diré dónde iremos a cenar.
Esa vez quien se frenó fui yo.
—¿Cuándo dejarás de mezclar la vida real con esas novelas tan cursis que lees?
Sus blancos dientes salieron a relucir, se acercó a mí y me pellizcó la mejilla como si fuera un niño de tres años.
—Esa chica te gusta hermanito. —Me aparté de mala gana y comencé a andar, dejándola atrás mientras decía—: Puede ser porque es la única que ha sabido ponerte los puntos sobre las íes y puede que todavía no te hayas dado cuenta de cuánto te gusta. Pero te aseguro que lo que hay entre vosotros no es cosa de mi mente romántica, es real.
—Por el amor de Dios, Eli. —Le espeté parándome y agarrándola de los hombros—. Has estado menos de cinco minutos con ella y ya crees que hay algo entre nosotros.
—Matt, solo me ha hecho falta un minuto para saber lo que hay entre vosotros. —Se giró y comenzó a andar, antes de perderse entre la gente, se volteó hacía mí y gritó—: Las llevaré al restaurante de Sabrina.
Tras giñarme el ojo desapareció. Me quedé unos minutos inmóvil, pensando en las palabras de mi hermana. No es que se hubiera equivocado, quizás la señorita Rivas me gustaba, pero a mí me gustaban todas. ¿Por qué elegir una cuando el mundo estaba lleno de maravillosas criaturas? Y es que para ver arte no hacía falta ir a un museo, salías a la calle y te encontrabas con obras maestras; las mujeres, esos seres de gran belleza y a las que nadie entendía, incluso dudaba de que ellas mismas se llegaran a entender. Algo que me fascinaba de ellas, o de la gran mayoría, eran las ansias de encontrar a un príncipe azul. Se habían creído todos y cada uno de los cuentos que les contaban de pequeña y al final terminaban con el primer capullo que les rompería el corazón. Por esa parte podría estar contento conmigo mismo, jamás engañaba a una mujer para llevármela a la cama, era claro desde el principio. No quería un “vivieron felices y comieron perdices”. Quería sexo. Simple y llanamente sexo. Aunque había habido varias ilusas que creyeron poder enamorarme. ¿Por qué les atraía tanto la idea de que el chico malo e independiente terminara babeando a sus pies? Llegué a la conclusión de que Grease había hecho mucho daño.
Volví al hotel y aproveché mis horas libres para disfrutar del spa y dejar que mi cuerpo y mi mente se relajaran, no obstante, esta última disentía de mi idea. Las palabras de Eli resonaban con fuerza, en cierto modo era consciente de que tenía algo de razón, pues la atracción que sentía por la diseñadora era innegable, pero esa atracción se debía a sus desplantes y cuando a mí se me metía algo entre ceja y ceja quería, a toda costa, conseguirlo.
Mientras recibía las atenciones de una pelirroja en mi espalda marqué el numeró de Karina, quien se entusiasmó, como siempre, con los planes que le propuse para esa noche. Después de varios tratamientos y de disfrutar del spa al completo, me preparé para mi cita con la rubia al ritmo de Strangers in the night . Sinatra era el único que me hacía creer en historias de amor con su voz, y me resultó curioso y algo preocupante que la diseñadora se pasara por mi cabeza más de una vez mientras escuchaba la canción.
El Mille Saveurs era uno de los restaurantes más concurridos de Madrid, el encanto de la decoración barroca se mezclaba con la moderna, creando una magnifica atmósfera donde degustar platos exquisitos. Sabrina, la dueña, había hecho un gran trabajo. La conocía desde que era un crío, y su relación con la cocina, a tan temprana edad, era indestructible. A Eli y a mí, en más de una ocasión nos había tocado ser sus pinches.
—¿¡Matt!? —chilló la voz aguda de mi vieja amiga.
Se abalanzó sobre mí, abrazándome tan fuerte que casi me costaba respirar, la fuerza de aquella mujer era sobrehumana. Se apartó unos milímetros y sus rasgados ojos grises me estudiaron.
—Veo que hoy es el día de los Bennets —dijo recolocándose el bolígrafo con el que se sujetaba su larga melena rubia.
—¿Mi hermana ya ha llegado?
Asintió pensativa y contestó:
—No me dijo que venías. La mesa que pidió era solo para dos.
—¿Para dos?
—Sí. Llamó esta tarde para pedirme mesa para tres, pero al final hubo un cambio de planes.
Fruncí el ceño y miré por encima del metro noventa de Sabrina buscando la mesa en la que estuviera mi hermana. No me di cuenta que contenía la respiración hasta que la solté de golpe al ver a Mirian Rivas riendo.
—¿Es mucha molestia si añades dos sillas más a su mesa? —inquirí con una expresión de niño bueno.
—No. Claro que no. Acompañadme.
Seguí a Sabrina de la mano de Karina, quien estaba más contenta de lo normal. No acostumbraba ir de la mano de ninguna, no obstante, aquella noche buscaba algo, y ese algo era una reacción de la diseñadora.
—¡Hermanita!
Los ojos de mi hermana dejaron de mirar Mirian para dirigirse a mí con cierta diversión, en cambio, Miss simpatía borró su sonrisa que fue sustituida por una expresión de hastío.
—¿Qué haces aquí Matt?
—Cenar. —contesté sin más.
Sabrina nos pasó dos sillas y ante la estupefacción de mi hermana y su acompañante me senté junto a Karina en su mesa.
—¿Es que no hay más mesas en el restaurante? —preguntó la diseñadora sin tan siquiera mirarme.
—Me gusta esta —le respondí. Miré a Karina y añadí—: ¿Y a ti querida? ¿Te gusta esta mesa?
La rubia me observaba como si me hubieran salido cuatro cabezas, no se enteraba de nada.
—Bueno… pensaba…
—Te gusta —la corté.
Mi hermana negó con la cabeza y por el rabillo del ojo logré ver cómo Mirian se mordía el interior del cachete para no reírse. Vale, aquello no estaba empezando como lo había planeado. No quería que se riera, quería… quería… no tenía idea de lo que quería. Lo cierto es que en aquel momento no sabía ni porque había ido allí.
Relajé los hombros y me dispuse a disfrutar de una agradable velada. Agradable o lo que fuera.
Las conversaciones no eran muy fluidas, no había que ser un genio para notar la incomodidad de las mujeres. En el primer plato fue cuando atisbé la reacción que buscaba. Le ofrecí mi tenedor a Karina lleno de pasta, a la vez que miraba a la diseñadora de reojo, esta, en cuanto vio como la rubia cerraba los voluptuosos labios alrededor de mi cubierto, apretó el puño sobre la mesa durante unos breves instantes. Un pequeño gesto que contrariaban todas sus palabras. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no sonreír, debía seguir impasible, como si aquella reacción no me importara. Y en realidad no encontraba respuesta a la pregunta de por qué me importaba, y sinceramente tampoco quería pensarlo.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «¡Contigo no!»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «¡Contigo no!» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «¡Contigo no!» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.