Naiara Hernández - ¡Contigo no!
Здесь есть возможность читать онлайн «Naiara Hernández - ¡Contigo no!» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:¡Contigo no!
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
¡Contigo no!: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «¡Contigo no!»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
¡Contigo no!.
¡Contigo no! — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «¡Contigo no!», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Me levanté de la silla de aluminio de la cafetería y puse rumbo al gimnasio, oyendo a mis espaldas las risas y gritos de mis amigos pidiéndome que les esperara.
—Llegas tarde —me regañó Paul en cuanto entré en la sala de Pilates. En cuanto vio a Zami, sus cachetes se volvieron rojos. —Ejem… Hola.
—Buenos días —lo saludó sin tan siquiera mirarlo.
—Eres una bruja —le susurré.
Paul, aun a pesar de que a veces era un verdadero monstruo, me daba pena. Resultaba tan gracioso cuando se sonrojaba, que me apetecía abrazarlo. Por un momento deseé tener a alguien como él para mí. Podía parecer un mastodonte sin sentimientos, pero aquel grandullón se preocupaba por mi amiga más de lo que debía. A Zami le gustaba, pero no quería hacerle daño a nuestro entrenador. Decía que no era mujer de un solo hombre, que le gustaba su vida de pica flor. No obstante, se veía que lo que no quería ere hacerse daño a sí misma. Le aterraban las historias de amor.
Durante una hora y media seguí al pie de la letra los ejercicios que nos marcaba Paul. Ni siquiera me quejaba, necesitaba aquello. Al terminar, mientras bebía agua mi entrenador se acercó hasta mí, ojeando por encima de su hombro a Zami que se retiraba a las duchas.
—Mirian, ¿cómo estás?
Fruncí el ceño por su extraño interés en mi estado de ánimo.
—Ejem… bien. ¿Y tú?
—Bien…
Un silencio incomodo calló sobre ambos. Paul le daba vueltas a un anillo que llevaba en la mano izquierda con nerviosismo.
—¿Quieres algo? —pregunté, aunque era obvio que sí.
Sus mejillas se tiñeron de un gracioso color rojizo, y clavó la vista en sus deportivas.
—Verás… es que… me preguntaba si Zami tiene novio…
—No. Sigue soltera.
No podía decirle la verdad; “Zami no quiere novios. Quiere tíos con los que echar un polvo y si te he visto no me acuerdo”.
—¿Entonces por qué siempre rechaza mis invitaciones? ¿No le gusto?
Sus ojos verdes me miraron tristones. Me dieron unas enormes ganas de abrazarlo, pero me contuve.
—Verás Paul… —dudé unos segundos, buscando la forma más acertada para decírselo—. Le gustas, pero es…
—¿Complicado?
Asentí, decidida a abandonar aquel tema. Su expresión de tristeza fue la que me hizo añadir.
—Si quieres conquistarla, o conseguir algo con ella, olvida las formas. A Zami no la conquistarás con flores. Vete a por ella, cógela de la cintura y bésala. No le dejes escapatoria.
Paul sonrió, y en sus mejillas se formaron unos graciosos hoyuelos. Era algo contradictorio que en un rostro tan varonil se formara algo tan infantil.
—Gracias. —asentí con la cabeza, a modo de despedida. Se giró y antes de marchase se volteó y añadió—: La tortuga se está convirtiendo en un lince.
Sonreí con sus palabras. Paul me había bautizado como la tortuga desde el primer día que me vio, y ver que aquello cambiaba me hizo sonreír durante todo el día o, mejor dicho, hasta que Brandon me llamó para que me acercara a su hotel, donde firmaría el contrato definitivo.
Elegí un traje de tubo en colores oscuros y unos zapatos de tacón negros. Recogí mi cabello en una coleta alta, dejándome el fleco recto cubriendo mi frente. Antes de salir me miré en el espejo y me repetí varias veces seguidas que mantendría el tipo delante de Bennett. No iba a caer en su juego una vez más.
Llegué a The Westin Palace a las siete de la tarde. Aquel hotel rezumaba elegancia y lujo, me sentía fuera de lugar, como si no perteneciera a ese mundo. Y no pertenecía. Solo la gente adinerada podía disfrutar de aquel sitio. Brandon me esperaba en la majestuosa entrada de estilo Belle Epoque. En cuanto me atisbó, abrió los brazos para recibirme con un fuerte abrazo.
—Espero no haber roto tus planes —me dijo después de estrecharme en sus morenos brazos—, pero quería firmar el contrato cuanto antes.
—Tranquilo. Mi plan era acostarme a ver una película. En tal caso, tendría que darte las gracias de salvarme del tedio de tener que elegir que ver.
Sonrió mostrando sus blanqueados dientes y me hizo un gesto para que lo acompañara. Al llegar a un espacioso salón redondo, coronado con una cúpula de cristal en el techo, el corazón se me detuvo.
Matthew estaba apoyado en una columna, hablando con una rubia operada, que le sonreía y acariciaba el antebrazo izquierdo. Estaba impresionante, con un traje de tres piezas en color gris, la camisa azul y la corbata roja combinándola con el pañuelo de su chaqueta. Sus ojos se encontraron con los míos, y parecieron sonreír. Enderecé mis hombros y me acerqué junto con Brando, quien saludó a la rubia un tanto desconcertado.
—Karina… ¿Te quedas a cenar con nosotros?
La mujer miró a Bennett como pidiéndole permiso, y este respondió en su lugar.
—No. Karina ya se marchaba.
—Una pena —dijo Stone en un tono que contrariaba sus palabras.
La rubia besó la mejilla de Matthew, y el aleteo de sus pestañas casi provoca un tornado. Antes de marchase me dedicó una mirada hostil y contoneó sus caderas, de forma exagerada, hasta desaparecer bajo la atenta mirada de Bennett. ¿Es que a todos los tíos les ponían un culo operado delante y se les caía la baba?
Brandon me ofreció su brazo y me guio hasta nuestra mesa. Ignoré en todo momento a don egocéntrico, el cual parecía divertirse. El camarero nos sirvió el vino y se marchó después de atender nuestras comandas. Casi no me ahogo al ver los precios.
—Mirian, ¿te encuentras bien? —preguntó Stone preocupado, golpeándome suavemente la espalda.
—Sí… lo siento. Es que… esto es demasiado… Lujoso.
Brando asintió, compresivo.
—No te preocupes. Matthew invita.
Alcé las cejas, sorprendida. Miré a Bennett quien sonreía de medio lado.
—Le debo una disculpa por mi comportamiento del otro día.
Si me pinchaban, no sangraba. Volví a concentrarme en mi copa hasta que Brandon comenzó a hablar sobre los exteriores que habían elegido. Durante unos segundos la táctica funcionó, me olvidé por completo del otro comensal. No obstante, no podía obviar el hecho de que su mirada estaba puesta en mí. Era un capullo arrogante, eso estaba claro. Pero si me seguía mirando de aquella manera: la cabeza ligeramente gacha, los ojos teñidos de lujuria y la sonrisa pecadora, tendría que cambiarme de bragas. ¿Por qué mi cuerpo me traicionaba? Debía tener asumido que Matthew Bennett no era bueno, exceptuando besando e indudablemente sería bueno en el sexo, destilaba mil y un orgasmos por todos los poros. Recordar el sabor de su boca, la suavidad de sus labios y la furia con la que besaba no me hacía ningún bien.
Seguí fingiendo que prestaba atención a Stone, rezando para que Bennett dejará de mirarme como si yo fuera su presa y él una pantera al acecho. Todo mi esfuerzo fue en vano. Noté como algo acariciaba mi pantorrilla por debajo de la mesa. Agrandé los ojos y ahogué un grito. ¿Me estaba metiendo mano? bueno, más bien me estaba metiendo pie. Tragué saliva y lo miré con una pregunta silenciosa “¿Qué coño haces?” él se limitó a sonreír de aquella manera tan sexi; la comisura derecha de su labio alzada. Aparté la silla, disimuladamente, hasta que nuestro contacto cesó.
Quería estrangularlo, abofetearlo, no obstante, quería que me siguiera tocando, y a poder ser que llegara a zonas ocultas, las mismas que había dejado insatisfechas la noche anterior.
"Mirian ¡Basta!" me chillé a mí misma. Estaba de los nervios, y aquel idiota lo empeoraba todo, aunque pensándolo bien, él era la causa de mi estado de histeria, y sin duda, eso le encantaba. Matt era un hombre seguro de sí mismo, tanto que resultaba arrogante, sabía lo que provocaba tanto en las mujeres, como en los hombres, y disfrutaba con sus reacciones. Le gustaba sentirse deseado y era consciente de lo que tenía que hacer. Una sonrisa torcida, una mirada penetrante que deje sin aliento y ¡zas! caías en sus redes, de forma profunda, haciendo la escapatoria casi imposible. No obstante, yo me aferraba a ese “casi” para no ceder, para no caer en las llamas que me incitaban.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «¡Contigo no!»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «¡Contigo no!» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «¡Contigo no!» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.