O como la define White (2002: 261), que la orienta hacia la emancipación psicológica y la formula como «un enfoque liberador que ayuda a las personas a cuestionar y superar las fuerzas de la represión del modo que puedan llegar a ser quienes realmente son, de modo que puedan identificar su autenticidad y dar a esto una expresión verdadera».
Otra aproximación la encontramos en M. White (1994: 39). En ella el autor argumenta que
las personas que vienen a consulta tienen una historia que contar, un mapa que mostrar. Suelen estar perturbadas, confundidas, preocupadas y sentirse derrotadas. Sus historias están saturadas del problema, pero son, para ellas, reales y representan adecuadamente lo que recuerdan y lo que están experimentando. Esta historia saturada del problema merece ser respetada y creída. Pero hay otras historias.
En esta descripción se centra el autor en el estado emocional de las personas con las que abordamos la intervención. Partiendo de estas primeras aproximaciones al enfoque de PN intentaremos exponer los indicios que se observan, en nuestra opinión, de vecindad entre la PN y el trabajo social e identificaremos esas relaciones, esas conexiones que se identifican tanto con este enfoque y que inclinan a interrogarnos sobre la posibilidad de desarrollar un modelo de trabajo social desde las prácticas narrativas en ámbitos públicos o en ONG de carácter social, y que favorezcan el debate entre las profesionales.
Consideramos que son varios los rasgos comunes del trabajo social y de la PN, pues observamos que comparten varios elementos de su identidad. La antropóloga M. Carman (2006) plantea, con referencia a la temática de las identidades, que estas no se inventan en el vacío, sino que se encuentran ancladas en experiencias previas significativas. Por ello buscaremos dichas similitudes partiendo de la visión del trabajo social más sociogénica y familiogénica de los trastornos mentales, el uso consciente del proceso de relación de ayuda, la visión acerca del cambio del cliente, el trabajo comunitario y el trabajo social feminista, los escenarios de supervisión, el trabajo con las familias, etc.
1. Otras esferas para la práctica social
Una vez aclarada cuál es la apuesta de la profesión y hacia dónde se genera el debate en el trabajo social, este se realiza en el paradigma de la posmodernidad 3 y desde el posestructuralismo, pues se considera que es la respuesta más adecuada a las demandas que están recibiendo por parte de las personas que les consultan acerca de sus vidas, pero también es donde se ofrece al profesional un espacio de trabajo en horizontalidad, algo de lo que carecen ahora y lo que vienen propugnando algunos de ellos. Friedman considera que este paradigma genera profesionales (figura 1).
Además, la posmodernidad ve las experiencias de la realidad o el significado que le damos a nuestras vivencias, que se construyen a través de interacciones con otras personas y que no dependen solo de cuestiones individuales. Todo ello nos lleva a pensar que desde este paradigma se da una adecuada respuesta a los dilemas de los usuarios y los trabajadores sociales (TS) tal y como hemos presentado anteriormente. Ahora bien, ¿por qué la práctica narrativa y no otro modelo dentro del paradigma de la posmodernidad? La respuesta la situamos en dos planos fundamentales: el primero y según sus fundadores es que la PN es «posestructuralista», y respecto al segundo, adoptando una postura posestructuralista, White (2002: 32-37) propone que en la intervención no es muy útil pensar en términos de profundo y superficial, y prefiere hablar de descripciones ricas, densas o gruesas y descripciones frágiles, simples o delgadas (Ryle 4 en Geertz, 1973: 20-24).
Figura 1. Características de los profesionales posmodernos.
Fuente : elaboración propia adaptado de Friedman (1996: 450-451).
Una historia «densa» 5 (en el relato de nuestros clientes) está llena de detalles, se conecta con otras y, sobre todo, proviene de las personas para quienes esa historia es relevante. Una historia «delgada» (la elaborada por un profesional) generalmente proviene de observadores de fuera, no de las personas que la están viviendo, y difícilmente tiene lugar para la complejidad y las contradicciones de su experiencia. Cuanto más «densa» sea una historia más posibilidades abrirá para la persona que la vive.
Esta postura se acerca más a lo que estamos buscando para un cambio de práctica en trabajo social, ya que las descripciones estructuralistas de la experiencia humana parten de la idea de que existen estructuras subyacentes que no podemos observar, solo podemos ver sus manifestaciones externas o superficiales (White, 2002).
Ducan, Hubble y Miller (2003) plantean que la práctica positivista imposibilita el cambio, pues las etiquetas diagnósticas definen un marco de expectativas que limita dicho cambio. Para Hardy Schaefer (2014), la idea clave en el trabajo clínico, que a nuestro parecer puede hacerse extensiva a cualquier tipo de práctica social, es la acomodación. 6 Es decir, en primer plano, adecuar la intervención al usuario, considerando sus recursos, motivaciones y la alianza esperada.
Schaefer establece las diferencias entre prácticas de corte tradicional en psicoterapia y prácticas posestructuralistas.
TABLA 1 Diferencias en las prácticas tradicionales y posestructuralistas
Criterios |
Práctica estructuralista |
Práctica posestructuralista |
Importancia de la teoría |
Imprescindible la teórica |
Prescindible la teórica |
Proceso clínico |
Proceso guiado por la teoría Guía ejercida por el profesional |
Conversación guía el proceso Guía ejercida por el cliente |
Profesional/cliente |
Experto/inexperto (intervención) |
Colaborador/experto (alianza) |
Lenguaje |
Representativo de la realidad Uso como descripción |
Constitutivo de la realidad Uso como construcción |
Esencia/construcción |
Pauta (individuo o familia) (necesidad de diagnóstico) |
Construcción y deconstrucción permanente (sin diagnóstico) |
Queja o problema |
Anomalía estructural y déficit |
Relato restrictivo y monológico |
Cambio |
Reestructuración Posibilidades previstas |
Apertura del relato Posibilidades no previstas |
Práctica |
Intervención técnica Recorrido anticipado |
Conversación clínica Recorrido emergente |
Fuente : Hardy Schaefer (2014).
Y el segundo plano, viene determinado por la semejanza en modelos de intervención entre las prácticas narrativas y el trabajo social, así como en procesos de construcción de las disciplinas. Podemos encontrar varios de estos elementos, pero aquí solo señalaremos algunos de ellos, es decir, aquellos que han sido objeto del acercamiento a esta práctica.
Comenzaremos por mencionar que, por ejemplo, la narrativa y el trabajo social, además de trabajar con las personas y con las familias, también trabajan con la comunidad, hecho que no encontramos en las otras prácticas posmodernas, o al menos con la riqueza de experiencias que aparecen en la narrativa ni con el despliegue de técnicas de registro, como: el árbol de la vida, el equipo de tu vida, las cartas, etc. Otra similitud que nos aproxima a las prácticas narrativas es la visión de género, ya que para ellos es fundamental; de hecho, la práctica narrativa lo plantea como elemento filosófico de su intervención: se cuestiona los efectos del poder sobre las vidas y las relaciones. En el caso del trabajo social ha generado incluso un modelo de práctica; esto tampoco ocurre en las otras prácticas posmodernas.
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