Y por último la práctica clínica como generadora del conocimiento. En trabajo social la intervención también es fuente de conocimiento, ambos son saberes aplicados, al contrario que otras disciplinas, que se plantean un análisis o que elaboran propuestas pero sin un compromiso claro con los clientes por el cambio. En el caso que nos ocupa, la práctica, la acción es fundamental, siendo lo que les da sentido a nuestros saberes.
El trabajo social es una profesión de ayuda cuyo objetivo es atender a las personas que atraviesan situaciones difíciles, que van desde la desorientación o desinformación a la marginación o a la exclusión social (Lázaro, Rubio, Juárez, Martín, Paniagua, 2007), y en ambas disciplinas el elemento determinante es la intervención. La PN rechaza la idea de encuadrarse en la posmodernidad, ya que hay al menos una contradicción fundamental, que no es otra cuestión que este paradigma fija sus bases en el relativismo, lo que implica un cuestionamiento de todos los presupuestos y que puede llegar al relativismo extremo (si bien adopta el criterio de la posmodernidad en cuanto al cuestionamiento del estructuralismo de la modernidad).
Por su parte, la práctica posestructuralista cuestiona estas verdades del conocimiento experto y analiza cómo se han producido estos significantes como referentes de nuestra cultura. Ello invita a abandonar la búsqueda de fundamentos, los diagnósticos y la postura del experto. Esta propuesta es más asumible por el trabajo social, pues como profesionales de la acción social la toma de postura debe ser consustancial a nuestra práctica.
Por último, por si estos argumentos no fueran suficientes, queremos señalar que la posición narrativa es política y ética, algo que se plantea también desde el trabajo social. Ideas como el perfeccionismo, la influencia de la pobreza, la marginación social, el machismo, etc., históricamente se han abordado desde el trabajo social y las vemos también reflejadas en las prácticas narrativas. Estos cuatro paralelismos son los que nos han llevado a plantearnos una propuesta de modelo de prácticas narrativas en trabajo social , con elementos suficientes para enriquecer la discusión sobre su viabilidad como alternativa de práctica. Pasemos a ver algunas de las referencias que acabamos de mencionar con más detalle.
2. La práctica clínica, territorio para la construcción de conocimiento
La pregunta que nos formulamos en este punto es cómo llegamos aquí, o mejor dicho, cómo se construyó este modelo. Seguramente a través de un proceso reflexivo, que en este caso pasaría por la práctica clínica llevada a cabo por sus fundadores durante varias décadas, más los interrogantes que se suscitaron de dicha intervención y la inquietud de buscar respuestas, y como colofón una postura profesional que rechaza las pretensiones de verdad de los discursos dominantes.
La evolución de la PN se ha generado al igual que otros postulados, que son el producto final de un proceso en donde se crea una corriente entre la teoría y la práctica. Pero aquí ha de entenderse teoría como sinónimo de práctica reflexionada, de experiencia previa teorizada. La experiencia sin teoría es ciega, pero la teoría sin experiencia es un juego intelectual, diría Immanuel Kant (1724-1804). La PN ha seguido el mismo camino que su predecesora, la modalidad de terapia familiar sistémica, considerada un paradigma científico desde la segunda mitad del siglo XX. Es decir, trabajar (práctica), cuestionarse dicho trabajo y elaborar alternativas que mejoren la vida de sus consultantes (teoría).
Este proceso reflexivo White lo consideraba esencial para generar un debate que favoreciera una mejor práctica. En una entrevista concedida a un medio local de información preguntado sobre su trayectoria profesional, él ya describía dicho proceso de ida y vuelta que era el resultado de su propio interrogatorio acerca de lo mejor para sus clientes. La inmediatez sobre el resultado de la intervención profesional es la que multiplica el debate interno, la reflexión y el posible cambio de visión del profesional, sobre la conveniencia o no de una actuación u otra, así como la búsqueda de otras alternativas, la generación de nuevo conocimiento, etc.; el bucle debía ser constante. En sus propias palabras, lo definía de la siguiente manera «[...] hacer mi propia interpretación de esas ideas, en lugar de simplemente aceptar las interpretaciones de los fundadores de estas escuelas» (White, 2002: 15-16).
El autor Pérez Soto refiriéndose a la construcción de la psicología como disciplina comenta que
En la ciencia lo que impera realmente es más bien una diversidad de programas de investigación que establecen no solo qué se entiende por objeto y problemática propia de la disciplina, sino, también, qué tipo de preguntas y qué tipo de procedimientos son aceptables, qué tipos de respuestas se consideran legítimas, qué debe considerarse como « realidades básicas », a partir de las cuales construir las respuestas a problemas concretos (Pérez Soto, 2009: 51-64).
Esta misma idea se puede adaptar según nuestro criterio a cualquier conocimiento, y en el caso que nos ocupa lo observaremos en la práctica narrativa o el trabajo social.
Centrándonos ahora en el enfoque narrativo, analicemos cómo se ha ido gestando su reflexión, en qué espacio profesional se ha producido. A nuestro entender, este no es otro que la práctica clínica, lugar de encuentro de muchas disciplinas, en donde se ha propiciado el debate, la multidisciplinariedad, la crítica, etc. Un espacio donde generar e interrogarse acerca de cómo es mejor un tipo de intervención u otra, una zona de trabajo donde han confluido conocimientos como la psiquiatría, la antropología, la biología, la psicología, la pedagogía, etc.
Y también encontramos el trabajo social, el casework , 7 que ha dado nombres muy ilustres a la práctica clínica y ha aportado elementos a la reflexión y al análisis de lo que se ha dado en conocer como terapia familiar sistémica, base de grandes modelos de intervención terapéutica, fuente de la que han bebido en las últimas décadas muchas disciplinas. De hecho no podemos comprender lo que significa la PN si no hacemos un pequeño viaje por la evolución de este conocimiento.
Este ejercicio práctico ha generado un flujo constante de intercambios de propuestas de intervención que han enriquecido de forma sustancial todos los saberes sobre los que se fundó; la retroalimentación constante entre teoría y práctica ha propiciado una viveza única a este saber. Este lugar de encuentro que es el trabajo terapéutico, el trabajo social clínico lo entiende desde los intersticios , es decir, desde los espacios vacíos que genera el sufrimiento en la vida cotidiana. «El trabajo social clínico actúa desde la cotidianidad, desde conversaciones aparentemente inocuas y hasta banales, pero que van acercándose a las personas con respeto y firmeza» (Roscoe, Carson y Madoc-Jones, 2011). De hecho,
pueden trabajar en su despacho, con citas previas fijadas, o pueden trabajar desde el encuentro casual en un barrio, en un territorio compartido. Cuando el trabajador social clínico, conversa, tiene un modelo teórico, con incidencias micro y macro, que enfoca una luz particular sobre las necesidades, dificultades, problemas o conflictos (Cardona y Campos, 2009),
y sobre el sufrimiento psicosocial (Ituarte, 1992).
Pero bajemos ahora a intentar conocer todo el entramado que la práctica clínica con familias desarrolló en los últimos cincuenta años y cómo ha forjado muchos marcos interpretativos y operativos. Describamos, pues, esta reflexión que desencadenó la construcción de la PN. Su inicio lo situaremos con el cuestionamiento de un relato alternativo al imperante originado en los años cincuenta sobre la práctica psiquiátrica psicoanalítica y conductista de aquellos años en los hospitales psiquiátricos, con escasos resultados, especialmente en enfermos esquizofrénicos. En aquel entonces varios países occidentales habían comenzado a mejorar la vida de la población psiquiátrica hospitalizada. Esta situación dio paso a que varios gobiernos impulsaran estudios dirigidos a encontrar nuevos tratamientos. En ellos se comienza a vislumbrar la relevancia de la familia del esquizofrénico para su tratamiento. Es en ese contexto donde comienza a generarse la terapia familiar.
Читать дальше