1 ...6 7 8 10 11 12 ...20 Hay una simbiosis estrecha entre el protestantismo ascético y el espíritu del capitalismo inicial. El resultado histórico es la formación de un tipo de emprendedor y hombre de negocios, entre cuyos valores se reafirman la racionalización del tiempo y del dinero. Weber admite, por tanto, que un determinado comportamiento religioso o unas convicciones espirituales pueden generar una mutación social, situándose en las antípodas del determinismo marxista. En su planteamiento, son los intereses y las motivaciones –materiales o espirituales– los que tienden a dominar la actividad del hombre y por lo tanto la historia, no tanto el desarrollo de unas ideas predeterminadas o la aceleración del progreso económico.
Weber pretende analizar la compleja formación de los valores preponderantes de la civilización occidental moderna, muy poco antes de que sufrieran la tremenda sacudida causada por el desencadenamiento de las dos guerras mundiales. Para llevar a cabo con eficacia el estudio de esos valores occidentales, es preciso, según el sociólogo alemán, adentrarse en la combinación de las circunstancias y los fenómenos culturales que aparecen en su formación y que llegan a tener con el tiempo una significación universal.
La reflexión acerca del cosmos y de la vida, el conocimiento teológico y filosófico y el desarrollo del método científico han sido catalizados por el cristianismo, bajo la influencia del helenismo y algunos restos de las sectas islámicas e indias. Las ciencias sociales hindúes, por ejemplo, están muy desarrolladas en la observación ya antes de Jesucristo, pero carecen del método de experimentación, producto esencial del Renacimiento. Lo mismo se puede decir de la música y del arte. La técnica basada en la arquitectura viene de Oriente. Pero allí nadie es capaz de crear un uso racional del espacio como sí lo crea el gótico. El Renacimiento crea unas pinturas basadas en la racional utilización de las líneas y del espacio en perspectiva. Además, a partir del siglo XVI, se generaliza en Occidente un método científico sistemático y especializado, que ocupa un puesto dominante en la cultura europea y que no se da en otros lugares.
La fundación del Estado moderno es otra de las consecuciones específicas de Occidente: una asociación política regida por una constitución escrita, un espíritu racional, una ley ordenadora y una administración orgánica y eficaz. Los sistemas políticos de Oriente y Occidente no sólo se distinguen por su capacidad democratizadora, como se suele afirmar, sino también en términos de racionalidad. La racionalización de la vida pública en Occidente permite el logro que, según Weber, es el más importante y específico de la vida moderna: el capitalismo. El impulso por conseguir medios, dinero, nada tiene que ver con el capitalismo porque ha existido siempre. Se trata de algo más profundo, basado en un complejo entramado de motivaciones que dan como resultado un nuevo sistema económico y social –el liberalismo–, que posibilita a su vez la creación de un sistema político racional –la democracia.
Además de la vertiente estrictamente historiográfica de Max Weber, otra obra suya tendrá un notable influjo en el desarrollo y la consolidación de la historia de corte socioeconómico cultivada por los historiadores marxistas y de los Annales a partir de los años treinta, que irá supliendo a la de corte político y diplomático que había predominado en el historicismo clásico decimonónico. Desde esta perspectiva, los efectos de la obra de Weber en la historiografía tienen un evidente paralelismo con los de la sociología durkheniana. El volumen donde trata de todos estos temas lleva por título Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva (1922), obra póstuma, fruto de la compilación de escritos del autor, algunos publicados en vida y otros inéditos. 27 Esto explica la gran variedad y diversidad de los temas tratados, cuyo denominador común es su relación con la sociología según la entendía Weber: un ámbito muy amplio en el que se encuentran entrelazadas la economía, la interpretación histórica y la antropología.
La obra se puede definir como una síntesis en la que el autor pasa revista a los diferentes aspectos de la realidad social, económica e histórica, desde la perspectiva de la sociología comprensiva creada por él mismo. Weber se declara en varias ocasiones contrario a la explicación de la realidad elaborada por el marxismo. No en vano se le ha llegado a considerar el más elaborado revisionista del marxismo clásico. La estructura del libro delata la preocupación metodológica del autor, al tiempo que pone de manifiesto el carácter ecléctico del material recogido y su diversa procedencia: la primera parte está dedicada al estudio de las categorías sociológicas, mientras que la segunda lo está al estudio de la economía y de los poderes sociales. Lo abstracto de la terminología de los títulos de los diferentes apartados y el hecho de que la segunda parte fuera redactada varios años antes que la primera son bien elocuentes al respecto del carácter heterogéneo y a la falta de unidad interna del plan de la obra.
Weber define la sociología como una ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social para de esa manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos, lo que demuestra su conexión con los postulados positivistas, todavía muy en boga a principios de siglo. El positivismo se refleja tanto en esta definición como en la constatación de que, para el sociólogo alemán, toda interpretación persigue la evidencia. La acción social juega un papel importante en la sociología de Weber, ya que representa el fin natural de toda acción humana orientada hacia el exterior. La sociología permite a la historia acceder a realidades abstractas, conceptos, tipos y leyes generales. Aplicada a la historia, se transforma en sociología histórica, disciplina que ya es capaz de armonizar individuos y sociedades, lo concreto y lo general, los fenómenos y las ideas. En definitiva, la sociología permite racionalizar el discurso histórico.
El sociólogo alemán afronta el análisis del ámbito económico desde un punto de vista abstracto, utilizando para ello la nomenclatura marxista. Así, aparecen en su obra ideas como la apropiación de los medios de producción, el propietario en contraposición del proletario y el obrero, el capital como medio de dominación o las relaciones de apropiación. Ello remite automáticamente al campo de las comunidades políticas, que son manifestaciones de poder y se concretan en tres categorías: las clases, los estamentos y los partidos. Son estos diferentes modos de asociación, naturales o pactados, los que posibilitan una acción de poder, concepto clave en la argumentación de Weber.
En su planteamiento estrictamente histórico, Weber apenas supera el reduccionismo marxista de la lucha de clases. Las ciudades medievales y modernas, por ejemplo, son dominadas por un grupo de notables que monopolizan la administración urbana y se organizan en linajes, cuyos miembros tienen en común la propiedad de la tierra. Sin embargo, el gran influjo de Weber radica en su capacidad de transitar por el entero ámbito de las ciencias sociales siendo capaz de construir un discurso unitario y coherente. El sociólogo alemán muestra un alto grado de dominio de la metodología. A pesar de abarcar un campo tan amplio de las ciencias sociales –sociología, economía, historia, psicología, política–, siempre utiliza una terminología muy precisa y no tiene ningún reparo en definir cualquier término, lo que convierte su obra en un instrumento muy útil para posteriores elaboraciones en el campo general de las humanidades. A través de su metodología, el autor ha pretendido racionalizar todos los procesos humanos de creación de instituciones económicas, políticas, religiosas y jurídicas.
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