Pineda Botero, Álvaro
Memoria de la escritura / Álvaro Pineda Botero. -- Medellín: Editorial EAFIT, 2018
406 p.; 24 cm. -- (Letra x letra)
ISBN: 978-958-720-515-2
1. Novela colombiana. 2. Novela autobiográfica. 3. Autores en literatura. I. Tít. II. Serie
C863 cd 23 ed.
P649
Universidad EAFIT – Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas
Memoria de la escritura
Primera edición: agosto de 2018
© Álvaro Pineda Botero
© Editorial EAFIT
Carrera 49 # 7 Sur - 50, Medellín. Tel. 261 95 23
http//www.eafit.edu.co/fondo
Correo electrónico: fonedit@eafit.edu.co
ISBN: 978-958-720-515-2
Editor: Juan Felipe Restrepo David
Diseño: Alina Giraldo Yepes
Diagramación: Editorial Artes y Letras S.A.S.
Ilustración de carátula: Isabel Cristina Castaño
Universidad EAFIT | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad. Decreto Número 759, del 6 de mayo de 1971, de la Presidencia de la República de Colombia. Reconocimiento personería jurídica: Número 75, del 28 de junio de 1960, expedida por la Gobernación de Antioquia. Acreditada institucionalmente por el Ministerio de Educación Nacional hasta el 2026, mediante Resolución 2158, emitida el 13 de febrero de 2018.
Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita de la editorial
Editado en Medellín, Colombia
Diseño epub:
Hipertexto – Netizen Digital Solutions
Arena la tierra más anónima,hechas de arena las columnas del desparaíso “De la arena”, Bernardo Atxaga
El hombre se borraría,como en los límites del marun rostro de arenaLas palabras y las cosas, Michel Foucault
A la memoria de mis padres.
A mis hermanos por su compañía y comprensión.
A Margarita, mi esposa, lectora incansable y paciente de estas páginas,
por sus comentarios alentadores, por su confianza y sostén.
A mis hijos Martín y Sergio, con amor
Índice
Prefacio
LIBRO PRIMERO. LA HUIDA (1942-1977)
La Segunda Guerra Mundial
Años de penuria
El refugio del arte
El momento de las decisiones
El nadaísmo
La Universidad EAFIT
Los años sesenta
Coltejer: austeridad y progreso
Syracuse University
El tío Adán en Nueva York
Coltejer: años de esplendor
Burguesía paisa
La tormenta
La huida
LIBRO SEGUNDO. MORADA AL NORTE (1978-1985)
Síndrome de la edad madura
¿Qué es una casualidad? Stony Brook
Vida universitaria
La labor del novelista
Madurez intelectual
Macondo ingresa al canon mundial
El yo, último reducto de la incertidumbre
Nostalgia de patria
LIBRO TERCERO. A LA SALIDA DEL GOLFO (1986-2018)
Regreso a Bogotá
Novela colombiana
La Eneida
Teoría de la novela
Novela y poder en Colombia
El patrimonio familiar
La Fundación Pluma
Cárcel por amor
Bolívar, el insondable
El Encuentro de la Palabra
Un testamento literario
Rapsodia en Samaniego
Santuario tántrico
El encuentro de Berlín
Viena, Praga y Budapest
129, Angell Street, Providence
Lavigny: una novela fallida
El regreso
La vida continúa
PREFACIO
1
Es usual que las memorias se escriban en primera persona del singular y que se ciñan a la vida de quien las escribe y a lo sucedido. Este texto se acomoda parcialmente a tal género porque, además de recuerdos personales, contiene crónica histórica, novela de formación y artificio literario. Está escrito en segunda persona creando una tensión entre quien lleva la voz narrativa y quien vivió. La vida se vive en presente, en forma secuencial, cada instante una sola vez, siempre hacia delante y no se puede modificar lo ya vivido. Quien lleva la voz narrativa y es responsable de la escritura, por el contrario, siempre puede corregir y organizar secuencias buscando efectos estéticos o intereses particulares. Puede, además, callar, sobrepujar, seleccionar o complementar. Por eso, más que el relato de una vida, ofrecemos aquí una reflexión sobre los procesos de escritura y sobre la profesión de escritor. En el trasfondo, como elemento imprescindible de la vida de las personas, esbozamos la realidad histórica colombiana de buena parte del siglo XX y algunos años del XXI.
2
Este texto es producto de otros textos. Cada uno ha servido de inspiración al siguiente en un proceso de maduración, diríamos de sublimación, eliminando detalles, fechas, historias intercaladas. Apreciaciones que fueron evidentes resultan equivocadas a la luz de hechos posteriores y requieren corrección. Nunca es posible decirlo todo respecto de una persona; hay que seleccionar. Los seres humanos carecemos de unidad; solo la comportan los de ficción.
3
Este texto se justifica, también, como mecanismo para recordar y comprender. En un poema de juventud, Jorge Luis Borges dijo: “Es triste que el recuerdo incluya todo / Y más aún si es bochornoso el recuerdo” (“Los Llanos”, 1925).
4
Por los años de la Segunda Guerra Mundial, Medellín era una ciudad de provincia de costumbres pacíficas, aferrada a principios morales excluyentes y represivos y bastante incomunicada del resto del país y del mundo. Una burguesía emprendedora, sin embargo, se esmeraba por mantenerla conectada con lo que sucedía en el exterior. Las fuerzas tradicionales se oponían a las del progreso y la evolución era lenta. Siete décadas después, el país había ingresado plenamente a la modernidad y a la globalización, pero por la vía más cruenta, la del nacotráfico y el terrorismo.
5
Para facilitar la lectura hemos dividido el material en tres bloques o “libros”: “La Huida” cubre, aproximadamente, de 1942 a 1977; “Morada al norte”, de 1978 a 1985; “A la salida del Golfo”, de 1986 al presente.
LIBRO PRIMERO LA HUIDA (1942-1977)
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. El receptor Philips de onda corta tenía incorporado un tocadiscos eléctrico “de alta fidelidad”. Jorge escuchaba las noticias de la BBC de Londres y también discos de música clásica. Lo encendía al llegar del club y recuerdas los campanazos de aquel acorde famoso que identifica la emisora, porque en ese momento querías que tu padre te cargara y te brindara una caricia.
Tal es el recuerdo más antiguo que puedes evocar.
Poca atención te ofrecía ya que estaba pendiente del locutor que desgranaba en español el balance diario de la guerra: muertos, heridos y desaparecidos; ejércitos que chocaban, avanzaban o retrocedían; puentes, carreteras y torres de energía averiadas; buques hundidos, aviones derribados, cuarteles y hospitales arrasados; civiles masacrados. No perdía la esperanza: si la guerra terminase, él se creía capaz de rehacer la droguería, de evitar la quiebra, de conservar el patrimonio que había logrado con tanto esfuerzo.
Pero la tempestad inflamó Europa y se extendió por el norte de África, el Oriente, el Pacífico Sur; en cualquier momento encendería el Canal de Panamá y la propia Colombia. La destrucción de tantas ciudades (todavía faltaba lo de Hiroshima y Nagasaki), no era otra cosa que el signo del Apocalipsis. Al terminar la emisión, Jorge se levantaba exclamando en tono de angustia y desconcierto: ¡ la guerra ! Un tono y un gesto que, además, eran una invocación a un poder superior y un veredicto sobre los días oscuros que faltaban por llegar.
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