La elaboración de una fenomenología de lo político, en consecuencia, requerirá una fenomenología de la condición humana . En ella, distingue las actividades, las condiciones y los espacios de la vita activa . « Labor , trabajo y acción son fundamentales porque cada una corresponde a una de las condiciones básicas bajo las que se ha dado al hombre la vida en la Tierra. La actividad correspondiente al proceso biológico del cuerpo humano, la vida, es la labor.
La actividad del trabajo corresponde a lo no natural de la exigencia del hombre (...) y proporciona un artificial mundo de cosas. Su condición es la mundaneidad.
La acción, única actividad que se da entre los hombres sin la mediación de cosas o materia, corresponde a la condición humana de la pluralidad, al hecho de que los hombres, no el Hombre, vivan en la Tierra y habiten en el mundo». 11
Esta distinción de Arendt ha sido cuestionada e interpretada desde diversas perpectivas. 12 Se trata, en efecto, de una distinción excesivamente rígida que, sin embargo, ella intenta que sea flexible. 13 El problema estaría en diferenciar las actividades como trazos perdurables de la condición humana o como una especie de identidades flexibles que cambian históricamente. 14
En este punto, el diálogo con Marx se muestra fructífero para aportar delimitaciones conceptuales en la vita activa . Si seguimos el primer trazo –duración-mortalidad–, nos presenta la labor como ausencia de duración , un carácter perecedero de las cosas producidas por la labor destinadas a agotarse, a consumirse. Mientras que los productos del trabajo ( work ) tienen el carácter durable que es capaz de proporcionar un mundo .
En todo caso, el rasgo positivo de la durabilidad de los artefactos queda señalado por Arendt al describir el fenómeno desde rasgos más originarios: qué hacemos cuando trabajamos . Arendt valorará muy positivamente la creación de un mundo de objetos que nos proporcionan un mundo más habitable.
Sin embargo, la discrepancia con Marx es doble: por una parte, le critica que no distinga de forma clara entre labor ( Arbeit, labor ) y trabajo ( werk, work ), lo que le lleva a atribuir a la labor una función constitutiva de mundo , ya que sería la labor , no la fabricación, lo que permitiría la transformación de la naturaleza. Por otra parte, Arendt rechaza la tesis de que la humanidad del hombre esté en su fuerza de producción. 15
Si los trazos temporales –la durabilidad– son relevantes para la descripción de la vita activa , no lo es menos el concepto de libertad contrapuesto a la necesidad.
Ahí aparece la otra discrepancia con Marx, a propósito de la asimilación de la política a una filosofía de la historia, la idea hegeliana de actualización de la libertad como fin de la acción. La supeditación de la acción a un modelo del hacer, de la fabricación, que se aplica al propio proceso histórico, interpretándose la historia en términos de medio-fnes. Piensa que «el que los filósofos deban transformar el mundo», de la tesis sobre Feuerbach, tendría que haberle llevado a cambiar la relación jerárquica en el interior de la vita activa . 16 Por ello, afirmará: «Considerados en su mundaneidad, acción, discurso y pensamiento tienen mucho más en común que cualquiera de ellos con el trabajo o la labor. No “producen”, no engendran nada». 17
Los trazos permanentes definidos en torno a la contraposición temporal, durabilidad frente al perecer, necesidad frente a libertad, adquieren distinta consideración según la época histórica: 18 «No son las capacidades del hombre, sino la constelación que ordena sus mutuas relaciones lo que puede cambiar y lo hace históricamente». 19
Hay, pues, que entender que el hecho de que la capacidad de acción sea «el centro de todas las otras capacidades humanas» es una de las alternativas a la situación de crisis del siglo XX. Sin embargo, aunque ella es consciente de la grandeza de la acción, lo es también de su peligrosidad. 20 Lo que muestran fenómenos como el totalitarismo y la tecnología contemporánea no es solo un mundo dominado por la producción-fabricación, sino también las consecuencias de la característica procesual de la acción: la idea de que el significado está en función de la totalidad del proceso. Esa idea tiene como consecuencia neutralizar la propia concepción de historia moderna porque, en definitiva, de ese presupuesto se puede seguir cualquier hipótesis:
Lo que de verdad está minando la noción moderna de que el significado se contiene dentro del proceso como un conjunto, del que se deriva el carácter de comprensible para cada circunstancia particular, es que no solo podemos probarlo con una deducción consistente, sino que también podemos asumir todas las hipótesis y actuar según ellas, con una secuencia de resultados dentro de la realidad que tienen sentido y además funcionan. 21
Esa es la base de que en el fenómeno totalitario se produzca el todo es posible , no solo desde un punto de vista amoral sino desde la realidad misma, porque la acción puede basarse en cualquier hipótesis y, por demencial que sea, se objetivará, producirá hechos objetivamente verdaderos. De manera que dará lugar a una vida organizada casi automáticamente sin un mundo que una y separe a los hombres.
Es una constante preocupación para ella que la tecnología sea desarrollo biológico de la humanidad ; que se borren los límites entre los procesos naturales y los procesos humanos, un peligro que ha podido constatar en el totalitarismo.
Totalitarismo: la fabricación de la humanidad
Su análisis del totalitarismo arranca de esa contraposición entre una «vida organizada automáticamente» y «un mundo que une y separa a los hombres», 22 en la que se expresa la antinomia necesidad-libertad que da las claves de la antítesis entre falsa política y genuina política . La idea que subyace es la de presentar el fenómeno totalitario en unos términos que van más allá de circunscribirlo al auge del nazismo, por ello investigó los elementos totalitarios del marxismo . Ahora bien, con ser importante esta controvertida equiparación del nazismo y el marxismo, lo que filosóficamente tiene mayor relevancia es que amplíe y atribuya los rasgos totalitarios a fenómenos como las bombas nucleares y los desarrollos socioeconómicos modernos. Eso es así porque entiende que los hombres modernos han cometido una traición a lo que realmente constituye la humanidad: la pluralidad y la capacidad de iniciativa de los hombres. Esa traición significa que han intentado la fabricación de la humanidad mediante una tecnología y una falsa política.
Hay, pues, que aclarar cómo explica lo que es la falsa política , que se da en el fenómeno totalitario. Más precisamente, hace falta ver cómo mediante la experiencia del fenómeno totalitario va percatándose de la eliminación de la pluralidad de los hombres por la totalidad de los procesos, sean de la Naturaleza o de la Historia. 23 En ese sentido, y para poder dar cuenta de qué es lo político, que surge de la acción, de la capacidad de nuevo comienzo y de la libertad de los hombres, primero habrá que dar cuenta de algunos de los rasgos de la experiencia del totalitarismo, entre los que se encuentra el de cómo la necesidad del proceso da lugar al todo es posible .
El capítulo de Los orígenes del totalitarismo «Ideología y terror: una nueva forma de gobierno» 24 es particularmente clarificador al respecto. No se trata ya de los elementos del totalitarismo a cuya dilucidación dedica los dos primeros volúmenes: el imperialismo y el antisemitismo. Se trata de describir la «experiencia básica que halla su expresión política en la dominación totalitaria». 25
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