Conoció la misma suerte una cantidad también elevada de moriscos valencianos, aragoneses y granadinos, niños, esclavos, casados con cristianos viejos y otras personas consideradas como buenos cristianos. Entendámonos sobre la palabra elevada. Encontramos los unos y los otros por todas partes, probablemente en una proporción bastante más alta en tierras de la Corona de Castilla que en tierra de la Corona de Aragón. Se produjo en el último momento una ola de matrimonios mixtos o de puestas en esclavitud para escapar al exilio. Todas las estratagemas fueron buenas. Los pleitos promovidos por moriscos que pretendían pertenecer a una de las categorías de exceptuados se acumularon. Pero si el movimiento es espectacular por su extensión geográfica y merece muchísima atención, este concierne a una pequeña parte del mundo morisco. Varios estudios han enseñado que los matrimonios mixtos eran pocos. La esclavitud estaba poco difundida en Aragón y en Cataluña; en Andalucía los rescates de esclavos moriscos habían abundado; los moriscos hicieron evidentemente todo lo posible para no abandonar a sus hijos pequeños. Ante la imposibilidad de dar cifras precisas, es una cuestión de sentido común. De la misma manera el número de vueltas –como el de permanencias clandestinas– no puede ser abrumador. Los moriscos han sido a veces ayudados por cristianos viejos pero estaban en cualquier momento a la merced de una denuncia. Es exactamente el sentido del diálogo entre Sancho y Ricote. Los «quedados» pueden pasar difícilmente de unas pocas decenas de miles de personas. A los 15.000 (como máximo) de la Mancha, del reino de Murcia y de la Ribera del Ebro se podría añadir otros tantos muy dispersos. Y los «vueltos» no pasarían de unos miles. Se podría admitir que entre todos representarían entre el 10 y el 15% del total de la población morisca residente en España a principios del siglo XVII. El porcentaje no es desdeñable e incita a investigar las modalidades de su asimilación aunque su existencia no debe ocultar que al final de un proceso largo, la monarquía consiguió su objetivo de acabar con el problema morisco, como dicen muchos coetáneos, por la vía de la expulsión. Lo que no había logrado en un siglo de política de evangelización.
Notes
1Rafael Benítez Sánchez-Blanco: Heroicas decisiones, La Monarquía Católica y los moriscos valencianos, Valencia, 2001.
2Henri Lapeyre: Géographie de l’Espagne morisque, París, 1959.
3Bernard Vincent: «L’expulsion des morisques du royaume de Grenade et leur répartition en Castille (1569-1571)», Mélanges de la Casa de Velázquez, vi, 1970, pp. 210-246.
4José María Perceval: Todos son uno, Arquetipos, xenofobia y racismo. La imagen del morisco en la Monarquía Española durante los siglos XVI y XVII, Almería, 1997.
5François Martinez: La permanence morisque en Espagne après 1609 (discours et réalités), Lille, 1999.
6Manuel Lomas Cortés: El puerto de Denia y el destierro morisco (1609-1610), Valencia, 2009.
7 La expulsión de los moriscos del reino de Valencia, Catálogo de la exposición, Valencia, Fundación Bancaja, 1998.
8Henri Lapeyre, op. cit., p. 62.
9M. Lomas Cortés: El proceso de expulsión de los moriscos de España (1609-1614), Granada-Valencia-Zaragoza, 2011. Federico Udina Martorell y Ernesto Belenguer Cebriá: La expulsión de los moriscos de Valencia y Cataluña según el comisario de embarque don Cristóbal Sedeño, Barcelona, Universitat Autònoma de Barcelona, 1980.
10El da ya una cifra un poco superior, 117.464 en la conclusión de la Geographie de l’Espagne morisque, op. cit., p. 204.
11Manuel F. Fernández Chávez y Rafael M. Pérez García: En los márgenes de la ciudad de Dios, moriscos en Sevilla, Valencia, pp. 363-449.
12Julio Fernández Nieva: La Inquisición y los moriscos extremeños (1585-1610), Badajoz, 1979; y véase el reciente número (octubre de 2009) de la revista Alborayque particularmente la contribución de Isabel Testón Nuñez, María de los Ángeles Hernández Bermejo y Rocío Sánchez Rubio: «Los moriscos de Extremadura desde la perspectiva historiográfica», pp. 11-49 y la de François Martinez: «La permanencia de los moriscos en Extremadura», pp. 51-105.
13ENE, manuscrito n. °9.577.
14Henri Lapeyre, op. cit., pp. 169-170.
15Pierre Santoni: «Le passage des morisques en Provence». (1610-1613), Provence historique, 185, 1996, pp. 333-383. Véase particularmente pp. 337-338.
16Henri Lapeyre, op. cit., p. 157.
17Los datos están en un trabajo todavía inédito que estará publicado en la revista Sharq al-Andalus .
18Pierre Santoni, op. cit., pp. 373-376.
19Manuel Lomas Cortes: La expulsión de los moriscos del Reino de Aragón. Política y administración de una deportación (1609-1611), Teruel, 2008.
20Henri Lapeyre, op. cit., p. 175.
21Ibíd., pp. 173-200.
22Govert Westerveld: Miguel de Cervantes Saavedra, Ana Félix y el morisco Ricote del Valle de Ricote en Don Quijote II del año 1615, 2007.
23Antonio Domínguez Ortiz y Bernard Vincent: Historia de los moriscos, vida y tragedia de una minoría, Madrid, 1978, p. 228.
24Abdeljelil Temimi: «Le passage des Morisques à Marseille, Livourne et Istanbul d’après de nouveaux documents italiens», en Abdeljelil Temimi (ed.): Métiers, vie religieuse et problématiques d’histoire morisque, Zaghouan, 1989, pp. 303-316.
25Míkel de Epalza: Los moriscos antes y después de la expulsión, Madrid, 1992, pp. 222-223.
26Luis F. Bernabé Pons: «La nación en lugar seguro, los moriscos hacia Túnez», en Raja Yassine Bahri (coord.): Actas del Coloquio Internacional «Los Moriscos y Túnez», Cartas de la Goleta, n. °2, Túnez, 2009, pp. 107-118.
Luis F. Bernabé: «Notas para la cohesión de la comunidad morisca más allá de su expulsión de España», Al-Qantara, XXIX, 2 (2008), pp. 307-332.
27Míkel de Epalza, op. cit., pp. 146, 218 y 263.
28Trevor J. Dadson: Los moriscos de Villarrubia de los Ojos ( siglos XV-XVIII), Historia de una minoría asimilada, expulsada y reintegrada, Madrid-Frankfurt, 2007. Véase también del mismo autor: «El regreso de los moriscos», Raja Yassine Bahri (coord.): Actas del Coloquio Internacional «Los Moriscos y Túnez», op. cit., pp. 83-106.
29Juan González Castaño: «El informe de fray Juan de Pereda sobre los mudéjares murcianos en vísperas de la expulsión, año 1612», Áreas, 14, pp. 215-235. En el mismo número ver además Luis Lisón Hernández: «Mito y realidad de la expulsión de los mudéjares murcianos del valle de Ricote», pp. 141-170.
30Serafín de Tapia Sánchez: La comunidad morisca de Ávila, Salamanca, 1991, p. 391.
31Pau Ferrer Naranjo: «Los moriscos de la Ribera del Ebro. Las encuestas informativas (1610-1615)», en L’expulsió dels moriscos, conseqüencies en el món islàmic i el món cristià, Barcelona, 1994, pp. 42-53.
La expulsión de los moriscos
en el contexto de la política mediterránea
de Felipe III
Miguel Ángel de Bunes Ibarra
CSIC, Madrid
Definir la política mediterránea del reinado de Felipe III no explica en ningún caso, como tampoco lo hace el análisis de la situación económica ni las medidas internas que se adoptan entre 1599 y 1621, la expulsión de los moriscos de 1609 a 1614. Sin embargo, la suerte de la minoría puede ser comprendida mejor si se describe la evolución y los cambios que se producen en este espacio durante los últimos años del siglo XVI y los primeros del siglo XVII. Como resulta evidente, al reseñar estas cuestiones incidimos directamente en la personalidad y las maneras del ejercicio del poder de Felipe III y del duque de Lerma. Muchas de las medidas que se adoptan pasan por el Consejo de Estado y otros órganos de la Monarquía, sin que se pueda fijar de una manera clara la responsabilidad última de algunas de las decisiones que se toman, acontecimientos que están fuera de los objetivos del presente trabajo por la enorme extensión que debería tener. 1Incluso un análisis global de la situación en el flanco sur de las posesiones de Felipe III, supera con creces los límites fijados para estas líneas. Lo que se intentará plasmar en las páginas que siguen es un acercamiento a la política exterior de un reinado que conocemos de una manera fragmentaria y que puede ser interpretado desde ópticas muy variadas y dispares, logrando resultados divergentes según el objetivo, e, incluso, el lugar geográfico que interesa al investigador.
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