Además, Ona me mira de manera extraña, con los ojos cargados de odio. Bueno, todos me miran mal, pero su mirada es la que me hace más daño. Siento su desprecio como una pesada carga que llevo cuando estoy en el instituto. Cuando me marcho a casa se convierte en una profunda tristeza. A la hora de ir a dormir no me la puedo quitar de la cabeza. Intento averiguar cómo empezó todo. Encontrar el motivo de su odio... Quisiera que me lo explicara, tal vez así lo podría arreglar... Pero no me atrevo a preguntárselo. Ya la conozco un poco para saber que sus palabras pueden tener un tono afilado y lleno de rencor que no podría soportar. ¡Caray, me gusta mucho esta chica!
¿Cómo puedo averiguar qué demonios he hecho mal?
Bueno, hoy me ha quedado claro que en mi grupo, de momento, solo estaré yo. Como diría mi abuela, mejor solo que mal acompañado.
Sábado, 31 de octubre
Hoy es la fiesta de Halloween. Me he enterado de que la haces en tu casa, Ona. Deseo que lo pases muy bien, de corazón.
Lunes, 2 de noviembre
Todos habéis llegado a clase radiantes y felices. Parece que la fiesta os gustó. Incluso se podría decir que los tres grupos parecéis más cohesionados entre vosotros. Algún miembro de los extraños ha conversado de forma inusual con seguidores de los populares y parecían conversaciones bastante amistosas. Todo parece un poco diferente. Todo menos las miradas de desprecio que tú y los demás me dedicáis. Puede que nuestra relación haya cambiado un poco, pero a peor. Ahora, además de odio y desprecio, capto de vuestra parte un tono de burla. Parece que has aprovechado la fiesta para dejarme como un trapo sucio y poner al día a los demás de lo que sea que haya hecho mal.
He de acabar con esto de una vez. Al menos quiero saber de qué va. Tengo que preguntártelo. Sea lo que sea no podrá causarme más daño del que ya me hace.
Lunes, 16 de noviembre
¡No lo he podido aguantar más! Hoy, por fin, el dolor de sentir tu odio me ha dado el empuje para enfrentarme y preguntarte de qué vas. Debo confesar que me has dejado de pasta de boniato, aunque supongo que eso ya lo sabes porque la expresión de mi cara te lo debe haber dejado bien claro.
Jamás habría imaginado que tienes vocación de detective y que te pone tanto conocer los detalles más tristes de la vida de los demás para airearlos a los cuatro vientos. Lo tuyo ha sido un gran trabajo de investigación periodística. Chica, ¡tienes futuro! Lo has hecho muy bien. Habrás disfrutado mucho buscando información sobre mí y mi familia. Te habrás quedado bien ancha, cacareando que mi madre está internada por padecer una enfermedad depresiva y que mi padre murió en extrañas circunstancias. Ahora que cuando me ha parecido que disfrutabas más ha sido cuando me has acusado de delincuente y drogata.
Sí, chica. Me has desmontado por completo. Afortunadamente, he tenido un momento de lucidez para decirte que eso pasó hace ya tiempo y que no me conoces ni me conocerás lo suficiente para entender por qué lo hice. Después me he hundido en un tortuoso abismo de impotencia y desesperación, del que espero que me veas salir algún día.
¿Por qué? ¿Por qué te has puesto a buscar detalles de mi vida? ¿Lo haces con todo el mundo? ¿Intentas controlar a todos para ponerte por encima de ellos, dejándoles bien clarito que conoces hasta el último detalle de sus vidas? ¿O es que sientes un interés especial por mí? Si es eso, yo realmente esperaba que tu interés por mí fuera de otra manera.
Bien. Ya está todo dicho. Ahora no tengo más ganas de escribir.
Jueves, 10 de diciembre
Sigo solo en el grupo de los delincuentes drogadictos. Parece que ya os habéis hartado de mostrarme vuestra aversión, o tal vez soy yo que ya no me entero. Disimulo y me hago el fuerte ante ti y los demás, haciendo ver que paso de vosotros. En casa trato de ser el de siempre para no preocupar a Anna y a Jordi. Ya hacen bastante por mí. En todo caso, no sé si lo consigo. Anna, siempre tan observadora, me estudia con la mirada y de vez en cuando pregunta si tengo algún problema. Yo me hago el despistado.
Hoy nos han dicho que el día 18 de diciembre haremos el amigo invisible. Ya han repartido las papeletas para que sepamos a quién le debemos dar nuestro regalo. A mí, como muestra de mi mala suerte, me ha tocado hacerle el regalo a Roberto. Supongo que le haré un regalo simbólico, tipo gorra de policía o una porra para que esté preparado si quiere enfrentarse conmigo. Seguro que hay alguien que se habrá sentido muy decepcionado al ver que le ha tocado hacerme el regalo. También supongo que será un regalo simbólico, como unas esposas o un pasamontañas. No espero nada mejor.
El tiempo me pasa como en una nube. Todo es disperso y todos estáis distantes. Y en medio de esta niebla espesa estás tú, como una lucecita a lo lejos que se aparta más si intento acercarme. Guardaré las distancias solo por miedo a que, si me acerco demasiado, te alejes tanto que todo quede oscuro.
Viernes, 18 de diciembre
El regalo del amigo invisible han sido las esposas. Todo el mundo estaba enterado y esperaban ver mi cara al abrir el regalo. Yo he hecho como si nada. Me las he puesto colgando del bolsillo del pantalón y me he quedado tan ancho. Mi reacción parece que les ha sorprendido. También le ha sorprendido su regalo a Roberto. ¡Tal vez ha sido él quien me ha regalado las esposas!
Feliz Navidad, Ona.
Día de Navidad
Lo hemos celebrado en casa de los abuelos. Es mi primera fiesta familiar en mucho tiempo. Ha estado bien, aunque me hubiera gustado tener una familia más larga llena de primos. Me han dado una gran sorpresa cuando Jordi y Anna me han regalado una bici de montaña y los abuelos el casco. Aunque parezca mentira, es mi primera bicicleta y me hace mucha ilusión. Jordi dice que haremos alguna salida él y yo.
Año 1999
Lunes, 25 de enero
Ha pasado algo diferente. Por primera vez en todo este tiempo no me has dirigido una mirada de rencor o resentimiento. No porque hayas cambiado de opinión sobre mí. Más bien parecía que tú, como yo, también vives en una nube. Estás en otro sitio. Tu mirada y tu pensamiento se alejan cada dos por tres del mundo real. Revives una y otra vez algo que te angustia y no te deja tranquila. ¿Qué te pasa, Ona?
Miércoles, 27 de enero
Sigues intranquila y distraída. Los demás no se dan cuenta porque intentas disimular cuando los tienes cerca. Pero a mí no me engañas. El tono de tu piel bajo los párpados es un poco azulado, como si no durmieras mucho. Tu aspecto, siempre excepcional, tiene ahora unos sutiles matices de descuido. Tu cabello, siempre suelto y que luces de forma llamativa, ahora lo llevas recogido en una sencilla cola, escondiendo así parte de su brillo. Parece que te quieras esconder, pasar desapercibida. Tú no lo sabes, pero yo de esto entiendo un poco.
Lunes, 1 de febrero
Hoy he hablado contigo. No sé de dónde he sacado el valor para hacerlo. He elegido un momento que no había ningún compañero cerca. He dejado caer mis libros a tu lado y mientras los recogía te he hablado. Después de tanto tiempo sin hacerlo me he sentido extraño. Te has sobresaltado. A mi estúpida pregunta «¿Qué te pasa, Ona? ¿Te puedo ayudar?», me has contestado con un ridículo y cortado «No, gracias, estoy bien». No es una respuesta digna de tu natural elocuencia y da a entender claramente que no estás nada bien y que sí que te ha pasado algo. Después me has mirado incrédula, al entender que te he pillado y has huido corriendo por miedo a que pudiera descubrir de qué se trata. Me has estado evitando durante todo el día y casi ha resultado divertido. Este ha sido el primer síntoma de debilidad que has mostrado desde que estoy en el instituto y, aunque no me gusta saber que estás mal, estoy feliz de ver que no eres de hierro, chica.
Читать дальше