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Figura 3.4.Lesión en fosa mesial del 1.6.
Figura 3.5.El concepto de “extensión por prevención” por todos los puntos y fisuras debe ser descartado.
Figura 3.6.Como se observa en la imagen, en las piezas dentarias 4.7, en especial en 4.6, en las preparaciones solo deben eliminarse los tejidos afectados por la lesión sin involucrar los que están sanos.
Figura 3.7.Luego se coloca el sistema adhesivo siguiendo estrictamente, y paso por paso, las instrucciones del fabricante.
Figura 3.8.Colocación del composite.
Figura 3.9.Fotoactivación el tiempo indicado por el fabricante del composite.
Figura 3.10.En los puntos y fisuras no involucrados se coloca un sellador de puntos y fisuras.
Figura 3.11.Restauración en 4.6 finalizada.
El tratamiento actual de lesiones en esmalte, tanto oclusales como proximales, comprobado por trabajos de evaluación clínica y complementado por revisiones bibliográficas, no requieren invasión (es decir, el empleo de fresas o elementos similares como láser o aire abrasivo), pues al estar selladas, sus bacterias pierden su viabilidad y número (Handleman et al., 1973 y 1976; Handelman, 1976; Going et al., 1978; Lanata, 2003, 2011; Wright, 2017). El grabado ácido también reduce significativamente la presencia de microrganismos en aproximadamente un 75% (Jensen y Handelman, 1980) (Figs. 3.12 a 3.15). El mismo criterio debe seguirse en las lesiones que llegan a sobrepasar ligeramente la dentina, en las que, mediante un tratamiento adecuado, los tejidos pueden ser remineralizados. Los procedimientos de intervención sin invasión y mínima intervención están validados para detener las lesiones; cuando están cavitadas, se deben emplear técnicas que consideren esencialmente la preservación de los tejidos sanos. Los retratamientos deben ser evitados, y el ciclo “restauración volver a restaurar” debe ser descartado (Slayton et al., 2018; Bakhshandeh, Qvist y Ekstrand, 2012; Urquhart et al., 2019; Innes et al., 2019; Schwendicke et al., 2016; Calatrava Oramas, 2020; Lanata, 2020).
Figura 3.12.Se observa lesión en la fosa mesial del 4.5.
Figura 3.13.En lesiones que involucran el esmalte, el único tratamiento indicado es la colocación de un sellador microinvasivo o terapéutico.
Realizar operatoria dental con mínima invasión implica, además, reparar restauraciones previas y no cambiarlas cuando se observe pigmentación de sus bordes. Defectos localizados o pequeñas lesiones de caries en el margen deben ser pulidas, corregidas o reparadas (Lanata, 1982). Esto incrementa su longevidad y es un tratamiento mínimamente invasivo, lo que representa una alternativa conservadora (Pimenta et al., 1995; Mjör y Toffenetti, 2000; Lanata, 2003; Ericson, 2003; Lynch et al., 2014; Blum et al., 2014; Calatrava Oramas, 2020).
Figura 3.14.Surcos remineralizados en ambos premolares; solo deben ser controlados y no tratados. En pacientes con riesgo alto pueden ser sellados.
Figura 3.15.El cambio de cromatismo en el borde de las restauraciones suele corresponder a pigmentaciones por debajo del “solapado”, debido a la sobreextensión del material de restauración más allá del borde de la preparación. El tratamiento consiste en pulir desgastando el exceso de material.
Las lesiones de caries secundarias, mal denominadas “recidivas” (no recidiva lo que fue correctamente extirpado o eliminado), son la principal complicación de las restauraciones, pues limita su vida útil, lo que genera costos por intervenciones repetidas. A pesar de ser un problema dental importante de la salud pública, la detección temprana y la reparación de lesiones secundarias de caries no son realizadas (Brouwer et al., 2016). Solo una microfisura mayor a 50 micrómetros facilita la microfiltración y el inicio de una caries nueva; esta brecha es visible a simple vista sin ningún aditamento, como puede ser una lupa (recordemos que el tamaño promedio de un cabello es de esa medida) (Smitha et al., 2017; Ferracane, 2017).
Ventajas al reparar una restauración:
Es un procedimiento menos invasivo, lo que produce menor pérdida de tejidos duros del diente y no se debilitan sus paredes. De esta manera, se evita una posible fractura.
Evita el ciclo “restauración volver a restaurar”.
Reduce el tiempo clínico y, por consiguiente, el costo.
Previene problemas pulpares y daño iatrogénico a los dientes vecinos (desgaste involuntario pero frecuente al realizar cavidades proximales).
La necesidad de anestesia local puede reducirse o, incluso, desaparecer.
Es menos traumático o estresante para los pacientes que el reemplazo de la restauración y tiene buena aceptación.
Aumenta la longevidad de la restauración existente (Elderton y Nuttall, 1983; Calatrava Oramas, 2020).
Los pacientes ideales para los procedimientos de reparación son aquellos que asisten regularmente a las consultas acorde a un plan de mantenimiento programado.
Ya hemos desarrollado lo referido a la operatoria dental con intervención sin invasión o mínima intervención (véase el capítulo 2, “Mínima intervención: un cambio de paradigma”).
Hay algunos autores que consideran que no se debe separar la operatoria dental de la odontología rehabilitadora; el odontólogo debe ser conservacionista e integralista. Ninguna disciplina escapa a esto: ni la cirugía, ni la periodoncia, ni la ortodoncia, ni la odontología rehabilitadora o restauradora (que une las denominadas operatoria dental y prótesis fija, removible y total) (Maravankin y Kogan, Capítulo 15). Este concepto es parcialmente cierto pues la diferencia entre operatoria dental y prótesis es que la segunda reemplaza dientes perdidos, y la primera, no.
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