Daniel Pennac - ¡Increíble Kamo!

Здесь есть возможность читать онлайн «Daniel Pennac - ¡Increíble Kamo!» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

¡Increíble Kamo!: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «¡Increíble Kamo!»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Kamo se ve obligado a aprender inglés en tres meses. Su madre le ofrece la posibilidad de cartearse con Cathy, una chica francamente extraña, por la que Kamo empieza a sentir una fuerte atracción…

¡Increíble Kamo! — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «¡Increíble Kamo!», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Entonces, ¿me presentas a Calhy?

– Mañana. Kamo, mañana.

– ¡Ahora mismo!

– Mis padres me están esperando.

– A mí mi madre no me espera.

Ya no había rastro de locura en sus ojos. Una voluntad firme como un muro, nada más. No había forma de retroceder.

Volvimos a internarnos en la noche. Silencio en las calles. Silencio en él metro. Era como si la ciudad entera estuviera callada. Iban pasando las estaciones y Kamo no me miraba. Tampoco yo miraba a Kamo. Por fin habló con la mirada fija delante de sí.

Y lo que me dijo me sorprendió tanto que abrí la boca haciendo el ruido de una ventosa al despegarse.

– De todas formas, Cathy me dijo que fuese a verla.

Todavía yo no había vuelto a cerrar la boca cuando añadió:

– He esperado todo lo posible, pero ahora ya no puedo echarme atrás; sufre demasiado, tengo que ir.

Y se puso a hablarme de todas las cartas que le había mandado Cathy (¡se las sabía de memoria!), hasta las últimas, en las que sólo hablaba de una cosa: la desaparición de «H».

– Porque «H» se ha largado de la casa, -¿lo sabías?

No. Eso yo no lo sabía.

Una noche de tormenta. «H» había huido. Cathy había acabado por cansarse de sus rebeldías, de su pelo hirsuto y de su temperamento salvaje. Había hecho nuevos amigos: Edgar e Isabelle Linton, bien educados, bien vestidos y delicadamente perfumados, y había abandonado a «H» a sus harapos, a su ira. a sí mismo. Así que él había desaparecido en medio de la noche y nadie había vuelto a verle. ¡Maldito invierno de 1777! ¡Invierno maldito! Las cartas de Cathy no eran ya más que largas lamentaciones:

¡Oh, Kamo, Kamoí ¡Al dejar de ser amadas, dejamos de existir!

Se acusaba de haber "arrojado a "H" a un poza de cuyo fondo no ascendía llamada alguna"… Frases de ese tipo. Sí, cartas desesperadas a las que Kamo sólo podía dar una respuesta, siempre la misma:

Yo estoy aquí, Cathy, y soy su amigo.

¿Ahí, decís? ¿Y eso dónde es, si me hacéis el favor? ¿Dos siglos más allá?

Y una nueva oleada de pena empujaba las palabras de Cathy unas contra otras. («Sopla un viento terrible en sus cartas», decía Kamo.) Frases enteras enloquecían de repente y se empujaban hasta los márgenes:

Soy mala, Kamo. ¡Soy tan mala! Lo fui con mi padre, lo he sido con "H"Soy mala, todo el mundo ¡o dice y todo el mundo tiene razón.

No, Cathy, no es usted mala, yo lo sé muy bien…

¡Oh! Y vos, mi querido Kamo, a doscientos años de distancia… ¿Sereis acaso un sueño mío? ¿Existiréis siquiera?

De carta en carta, un dolor que las respuestas de Kamo aliviaban cada vez menos, hasta el día en que Catherine le escribió (¡aquella letra de lluvia violeta, casi borrada. Dios mío!):

Ya no creo en vuestra existencia, querido Kamo, no lo suficiente como para seguir escribiéndoos… Si existís tal y como yo os imagino, os lo ruego, encontrad el medio: es necesario que os vea…

Y era esta última carta la que ahora agitaba Kamo delante de mis narices mientras e! metro chirriaba hasta detenerse.

– ¿Lo ves? ¡Habría ido incluso sin ti! Así que ¿dónde nos apeamos?

La pregunta me hizo estremecer. Eché una mirada aterrorizada a mi alrededor.

– Media vuelta, Kamo. Con tus chorradas has hecho que nos pasáramos de estación.

En el andén, di una patada a una papelera metálica, que saltó de la pared y resbaló por el suelo aullando. Alguien me llamó golfo. Yo estaba indignado. ¡Acababa de escuchar a Kamo durante un cuarto de hora largo como si me lo creyera todo! Los ojos de mi amigo se habían llenado de lágrimas y a mí se me había encogido el corazón. ¡Una estación más y habría llorado con él! A medida que me recitaba sus cartas (¡y en inglés!), Cathy me iba resultando tan conmovedora como a él… ¡Pero, maldita sea, si yo había visto a la verdadera Cathy! ¡La había visto! ¡En carne y hueso! ¡Y la había oído!

13 Wake up, boys and girls!

FUE así; el miércoles anterior me había escondido en la central de correos del distrito trece. Apostado delante del apartado 723 (el mismo al que Kamo enviaba sus contestaciones), estaba absolutamente decidido a descubrir a la persona que viniera a buscar el correo de la agencia Rabel. Hecho esto no tendría más que seguirla con discreción hasta el domicilio de la agencia propiamente dicho. (Para disimular me dediqué a hojear las guías telefónicas de París y de provincias como si hubiese decidido aprenderme de memoria los nombres de todos los franceses.) La broma había durado demasiado. Ya no me creía aquella historia de cartas franqueadas en otra época, y estaba decidido a salvar a Kamo a pesar suyo si era necesario.

No podía dejarle deslizarse hacia la locura. De verdad, hubiera podido esperar una eternidad delante de aquel cajetín de metal gris en el que caía una nueva carta cada cinco minutos.

– ¡Oye. eso de la agencia Babel va de miedo!

– ¿Qué será en realidad?

Los comentarios de ¡os empleados de correos, que se elevaban sobre la muralla de cajetines metálicos, no me permitían averiguar gran cosa.

– No sé: un rollo internacional. En los sobres hay nombres de todos los países.

– ¿Será una agencia matrimonial; Para la construcción de Europa…

– ¡Eh, Femand! ¿Por qué no les escribes a ver si te encuentran una mujercita?

Los de correos se ¡o pasaban en grande. Pasaban las horas. Y a las siete en punto se cerraron de golpe las ventanillas. Yo iba a ahuecar el ala con los últimos clientes, muy decidido a volver por allí lo más pronto posible, cuando una voz autoritaria llenó todo el ámbito de la oficina postal.

– ¿Tarde? ¿Qué es eso de tarde? ¡No señor, de tarde nada!

Luego hubo un apresurado taconeo sobre el suelo enlosado. Un empleado trataba de protestar en vano; la voz le rechazaba.

– ¡No señor, esto no puede esperar a mañana! ¡No puede ser y no me da la gana! ¡Yo también trabajo!

Un acento parisino de lo más espeso.

– Su cigarrillo, señora…,

– ¡Está apagado! ¿No ve que está apagado, o qué?

En ese momento, apareció por detrás de las cabinas telefónicas. Por debajo de la hilera de guías de teléfonos, sólo vi al principio el perro microscópico y aterrorizado que la mujer arrastraba por el extremo de una correa interminable.

– ¡Están prohibidos los perros en los edificios públicos, señora!

El empleado era gigantesco. A cada paso que daba estaba a punto de aplastar al animalito.

– ¡Bibiche no está prohibido en ninguna parte! ¡Un ninguna parte está prohibido Bibiche!

Y de pronto la vi: una mujeruca pequeñita, de unos sesenta años, de gestos eléctricos, pelo rojizo alborotado y ojos que lanzaban llamaradas verdes.

Con los pies desnudos dentro de unas babuchas que hacía chancletear vigorosamente, iba cargada con una cesta de la compra casi de su propio tamaño. El cigarrillo de la comisura de su boca soltaba montones de ceniza con cada estremecimiento de sus labios enfurecidos.

Se alzó de puntillas e introdujo un trémula llave en la cerradura del apartado 723…

La puerta metálica se abrió brutalmente y una avalancha de cartas sepultó al perrito.

– ¡Mierda!

Me precipité a ayudarla, pero su rechazo me dejó clavado en el sitio.

– ¡Mis cartas no se tocan! ¡No tocar! ¿Entendido?

Y sobre la marcha echó los sobres a puñados en la bolsa abierta de par en par. Riéndose burlonamente, le preguntó al empleado que seguía alzándose ante ella como una fortaleza:

¿Y esto? ¿No es trabajo todo esto? ¿Quién va a abrir este correo? ¿Y a contestarlo? ¿Usted quizá? ¡Es demasiado holgazán!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «¡Increíble Kamo!»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «¡Increíble Kamo!» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «¡Increíble Kamo!»

Обсуждение, отзывы о книге «¡Increíble Kamo!» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x