Jaime Bayly - El Huracán Lleva Tu Nombre
Здесь есть возможность читать онлайн «Jaime Bayly - El Huracán Lleva Tu Nombre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El Huracán Lleva Tu Nombre
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El Huracán Lleva Tu Nombre: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Huracán Lleva Tu Nombre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
El Huracán Lleva Tu Nombre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Huracán Lleva Tu Nombre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Me asalta la duda: ¿habrán hablado estos días?, ¿le habrá contado ella que leyó mi novela?, ¿le habrá confesado él que nos vimos en París sin que ella lo supiera? Pregunto: ¿Has hablado con él en los últimos días? Ella responde lacónicamente: Sí. Yo insisto: ¿Y? Ella se queda en silencio. ¿Y?, vuelvo a preguntar. Y nada -responde, cortante-. Le pregunté si quiere que vaya a vivir con él y me dijo que sí, que cuando yo quiera, que me está esperando. Yo digo sin pensarlo: Es increíble cómo te quiere ese tipo, pero ella me mira con mala cara, no le hace gracia el comentario. Tal vez tú todavía no sabes lo que es amar, dice, con amargura. Tal vez -digo, y la siento distante-. y si te vas a vivir con Laurent y yo publico el libro, ¿no me dejarías ver más a nuestro hijo?, pregunto, asustado. Sofía hace un gesto de sorpresa: Yo nunca haría una cosa así. Claro que podrías ver a tu hijo. Pero tendrías que ir a París a visitarlo. y tendrías un régimen de visitas. Lo verías cada cierto tiempo, no más. Y a mí no me verías más.
Ahora está llorando, seca sus lágrimas con una servilleta de papel y mira hacia la calle 35, donde una chica linda que me recuerda a Ximena, mi primera novia, pasea a su perro cojo, que sólo tiene tres patas. No digas esas cosas, por favor -digo, tomándola de la mano-. No tiene sentido que digas cosas tan tremendas. Entiendo que no quieras que publique mi novela, pero yo no puedo jurarte que no la publicaré, porque si Tusquets, Seix Barral o Alfaguara me dicen que la quieren, creo que sería una locura negarme a publicarla, y entiendo que eso pueda molestarte, entiendo que prefieras no vivir más conmigo, entiendo que quieras irte con Laurent, pero no puedo entender que me digas que no nos veríamos más, eso no tiene sentido, y menos sentido tiene que tu mamá me amenace diciéndome que si publico la novela no veré nunca a mi hijo, porque eso sólo me da más ganas de publicarla para joder a la loca de tu madre, que no tiene derecho de hablarme así. Sofía sonríe con amargura: No hablemos de mi mamá, tú sabes cómo es ella, está loca y yo no puedo hacer nada. Yo insisto: ¿Me juras que nunca me quitarás a nuestro hijo, que nunca me prohibirás verlo, ni aunque publique esta novela o cien mucho peores?
Desde la caja registradora, Kim y su esposo advierten que algo está mal entre nosotros y hablan en coreano, tal vez lamentando vernos discutir. No tengo que jurarte nada, tú me conoces -responde Sofía-. Pero sí te digo una cosa bien clara: si me quieres, aunque sea un poquito, si quieres vivir conmigo y con nuestro hijo, no publiques el libro. Porque te juro, esto sí te lo juro, que si lo publicas, me subo a un avión y me voy a París y me olvido de ti.
Tal vez sea lo mejor para todos, pienso, pero sólo digo: Comprendo. Ella come un pedazo de tostada con mermelada mientras yo doy cuenta con malos modales de unos huevos demasiado salados. ¿O sea que te da igual y vas a publicar la novela?, me pregunta, y luego tose, porque al parecer se atraganta con un pedazo de pan y se le ponen coloradas las mejillas hasta que recupera el aire. No, no me da igual -digo, con una voz fría, impersonal-. Preferiría que te gustase la novela, que no te jodiese tanto entender mi lado gay. Me encantaría que pudieras entender que no es tan fácil para mí decir «no voy a publicar esta novela que he escrito en los últimos tres años porque a Sofía no le gusta y voy a escribir otra novela muy bonita, muy linda, llena de historias de amor muy heterosexuales y con finales muy felices y cristianos, para que a Sofía y a su mami y a mi mami les guste mucho». Ella me interrumpe: No te burles de mí. Yo prosigo: Pero no puedo decirte eso, porque me sentiría un farsante. Lo mejor que puedo decirte es que te quiero mucho, que siempre te voy a querer, y que amo al bebé que va a nacer y que voy a tratar de ser un buen papá, pero las cosas que publico no las negocio contigo ni con tu madre, y no estoy dispuesto a someterlas a tu censura. Ella me mira con una furia que no le interesa disimular: Eso sólo demuestra que no me quieres. Porque si me quisieras como un hombre de verdad, no te molestaría que decidamos juntos qué publicas o qué no publicas. Yo hago un gesto burlón y digo: Bueno, será que no soy un hombre de verdad. Ella se levanta bruscamente y dice: No, sí eres un hombre, sólo que no quieres serlo y no te atreves a quererme. Paga la cuenta, te espero en el departamento.
Kim me mira con el rostro adusto desde la caja porque comprende que hemos peleado. Yo desvío la mirada, avergonzado. Sólo falta que estos coreanos también me pidan que rompa mi novela, que la tire a la parrilla de Julio, el hondureño, para quemar allí todas las páginas pecaminosas que ponen en peligro mi matrimonio. Y avísame con tiempo cuándo piensas publicarla, para comprar mi pasaje a París, dice Sofía ofuscada y se marcha de prisa, sin despedirse de los coreanos, tirando la puerta. Sería gracioso que mi hijo me hablase en francés, pienso.
Estoy escribiendo a solas cuando suena el teléfono. Contesto en seguida. No debería hacerlo pero tampoco puedo evitarlo. Me traiciona la curiosidad: quizá sea una editorial española, espero con impaciencia esa llamada. Por lo demás, estoy enloqueciendo al escribir o al menos volviéndome esquizofrénico. Cuando escribo, me siento una dama y una puta, camino por la casa diciendo disparates como si fuera otra persona y a veces grito, me río a carcajadas y siento que estoy volviéndome loco. Es mi tío, que no me había llamado nunca y a quien no veo hace años, a pesar de lo bien que me cae, aunque no sé si yo le caigo bien a él, puede que no, porque le gustan los jóvenes viriles y musculosos y yo no alcancé a ser así y tampoco soy un joven. Se llama Henry, es hermano de mi madre y tiene unos años más que ella, cincuenta y pico, quizá sesenta, y vive solo, con muchos perros y criados a su servicio, a quienes desgraciadamente quiere en ese orden, en una vieja casona de Lima. Es un hombre cuya fortuna procede de la minería y también de la astucia con que ha sabido invertir su dinero en las Bolsas más pujantes del mundo. Nunca se casó. No se le conoce novia. En realidad, todos sabemos que es gay, y Henry no hace ningún esfuerzo por ocultarlo, lo que me parece respetable, dada la ciudad provinciana y oscurantista en que vive. Le tengo cariño porque es un hombre refinado, culto y con sentido del humor. Solía invitarme a su casa hace ya muchos años, comíamos estupendamente y me hacía reír como nadie con una lengua afilada y venenosa que no debe de haber perdido. Le gustaba burlarse de la beatería de mi madre, de su fanatismo religioso, y por eso yo lo quería más. Siempre pensé que Henry era el más inteligente de los hermanos de mi madre y sin duda el más divertido también.
Ahora está al teléfono desde Lima y me dice con esa voz chillona que por lo visto no le ha cambiado: ¿Cómo va la vida del escritor distante? Yo me río con sólo oír su voz y digo: Muy bien, muy bien, disfrutando de la civilización. Henry no se ríe, porque él sólo se ríe de sus propias bromas, y dice: Eres un ingrato, hace años que no vienes a visitarme. Yo le doy la razón como siempre, porque no me atrevería a discutir con él y ponerme a merced de su lengua tan temida: Sí, lo siento, pero es que no paso mucho tiempo en Lima, te prometo que cuando vaya iré a visitarte, o mejor si tú vienes por acá, podemos vernos y tomar el té. Henry carraspea y dice: Eso sería estupendo. Luego se hace un silencio que no me animo a romper. Prosigue con una voz inesperadamente grave: Te llamo porque he tenido esta mañana una conversación con tu señora madre, que me llamó bastante alarmada. Yo lo interrumpo: ¿Por qué está alarmada mi madre? ¿Se le ha aparecido monseñor Escrivá? Henry ríe pero sólo a medias, desganadamente, y continúa hablando con la voz condescendiente que emplea con todos: No, tú sabes bien por qué está alarmada tu madre, está preocupada porque dice que vas a publicar una novela muy inconveniente para la familia, una novela que, según ella, y éstas son las palabras que usó, «será como una bomba». Yo me río y por suerte él también. No es así, Henry, digo, sin llamarlo tío, algo que, sospecho, él agradece. Cuéntame tu versión, por favor, dice, con los buenos modales de siempre. Pues, sí, he escrito una novela y la he mandado a unas editoriales en España, y Mario Vargas Llosa me está ayudando a publicarla, pero no es seguro que la publique, dependerá de que alguna editorial se interese, digo. Henry permanece en silencio unos segundos que me incomodan. ¿Ese señor que se ha hecho español y que anda por el mundo hablando mal de su país es el que te está ayudando?, pregunta. Ya veo que no te cae bien -digo-, pero tú sabes que yo lo admiro mucho y él ha sido muy generoso conmigo. Henry levanta la voz, haciéndola levemente insoportable: No es que no me caiga bien a mí, es que no le cae bien a nadie en esta ciudad, porque ha quedado resentido con la derrota en las elecciones y odia al chino por eso, pero no se puede negar que el chino está haciendo las cosas bien y poniendo orden en el país. Pero no nos desviemos. ¿Y es verdad, como dice tu mamá, que es una novela muy horrible, muy escandalosa, que ataca a los curas, al OpusDei y a toda la familia? Yo procuro ser honesto: Bueno, sí, es una novela un poco fuerte, sobre todo para los estándares de mi madre, que, como tú bien sabes, sólo lee los libros que le autoriza el Opus Dei. Pero no creo que le haga daño a nadie, y no diría que ataca a mi familia. Simplemente hay escenas de amor homosexual y cosas así que a mi madre le parecen abominables y repugnantes, pero a mí no. Yo espero que él diga y a mí tampoco, pero no lo dice, guarda silencio porque es un caballero a la antigua con un alto sentido de la discreción. A continuación, dice algo que me sorprende: Tu madre me ha pedido que negocie contigo para que desistas de publicar esa novela que yo no he leído pero que, por supuesto, me gustaría leer. ¿Que negocies conmigo?, lo interrumpo. Sí, tus padres quieren hacerte una propuesta a través de mí, que yo me limito a comunicarte en los términos más cordiales, sin que eso signifique necesariamente que yo esté de acuerdo con esa propuesta o con las ideas o prejuicios que la inspiran.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El Huracán Lleva Tu Nombre»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Huracán Lleva Tu Nombre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El Huracán Lleva Tu Nombre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.