EN UN LUGAR DE ARGENTINA
DE CUYO NOMBRE NO
QUIERO ACORDARME
EDUARDO HÉCTOR HERNÁNDEZ CABRERA
ALEJANDRO VILLALBA QUINTERO
EN UN LUGAR DE ARGENTINA
DE CUYO NOMBRE NO
QUIERO ACORDARME
EXLIBRIC
ANTEQUERA 2019
EN UN LUGAR DE ARGENTINA DE CUYO NOMBRE
NO QUIERO ACORDARME
© Eduardo Héctor Hernández Cabrera
© Alejandro Villalba Quintero
Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric
Iª edición
© ExLibric, 2019.
Editado por: ExLibric
c/ Cueva de Viera, 2, Local 3
Centro Negocios CADI
29200 Antequera (Málaga)
Teléfono: 952 70 60 04
Fax: 952 84 55 03
Correo electrónico: exlibric@exlibric.com
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Según el Código Penal vigente ninguna parte de este o
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su contenido está protegido por la Ley vigente que establece
penas de prisión y/o multas a quienes intencionadamente
reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria,
artística o científica.
ISBN: 978-84-17334-75-8
Nota de la editorial: ExLibric pertenece a Innovación y Cualificación S. L.
EDUARDO HÉCTOR HERNÁNDEZ CABRERA
ALEJANDRO VILLALBA QUINTERO
EN UN LUGAR DE ARGENTINA
DE CUYO NOMBRE NO
QUIERO ACORDARME
Índice de contenido
Portada
Título EN UN LUGAR DE ARGENTINA DE CUYO NOMBRE NO QUIERO ACORDARME
Copyright EN UN LUGAR DE ARGENTINA DE CUYO NOMBRE NO QUIERO ACORDARME © Eduardo Héctor Hernández Cabrera © Alejandro Villalba Quintero Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric Iª edición © ExLibric, 2019. Editado por: ExLibric c/ Cueva de Viera, 2, Local 3 Centro Negocios CADI 29200 Antequera (Málaga) Teléfono: 952 70 60 04 Fax: 952 84 55 03 Correo electrónico: exlibric@exlibric.com Internet: www.exlibric.com Reservados todos los derechos de publicación en cualquier idioma. Según el Código Penal vigente ninguna parte de este o cualquier otro libro puede ser reproducida, grabada en alguno de los sistemas de almacenamiento existentes o transmitida por cualquier procedimiento, ya sea electrónico, mecánico, reprográfico, magnético o cualquier otro, sin autorización previa y por escrito de EXLIBRIC; su contenido está protegido por la Ley vigente que establece penas de prisión y/o multas a quienes intencionadamente reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica. ISBN: 978-84-17334-75-8 Nota de la editorial: ExLibric pertenece a Innovación y Cualificación S. L.
Índice
Prólogo
Viernes 9 de mayo
Sábado 10 de mayo
Domingo 11 de mayo
Lunes 12 de mayo
Martes 13 de mayo
Miércoles 14 de mayo
Jueves 15 de mayo
Viernes 16 de mayo
Sábado 17 de mayo
Domingo 18 de mayo
Lunes 19 de mayo
Martes 20 de mayo
Miércoles 21 de mayo
Jueves 22 de mayo
Viernes 23 de mayo
Sábado 24 de mayo
Domingo 25 de mayo
Lunes 26 de mayo
Martes 27 de mayo
Miércoles 28 de mayo
*Personas y **Personajes
A nuestras esposas, hijos y familia
La historia que voy a contar es real.
Ocurrió en Argentina en los últimos meses del gobierno del presidente de facto Jorge Rafael Videla.
El país estaba en manos de un dictador y la dictadura continuaría hasta el 30 de octubre de 1983, fecha en la que la libertad y el respeto retornarían a la vida del pueblo argentino.
El infierno que nos tocó vivir fue una desgracia con suerte. Considerando las condiciones políticas y sociales del país, cualquier cosa terrible podía habernos ocurrido, desde perder nuestra juventud en la cárcel por un delito que no habíamos cometido hasta desaparecer sin mayores consecuencias para los responsables de nuestro infortunio.
Cuando los hombres deben vivir en un régimen en el que no se respetan los más mínimos derechos humanos, están expuestos a que les sucedan los hechos más increíbles.
Cuando la vida, la libertad y el respeto pierden valor hasta transitar por un país, como en nuestro caso, puede transformarse en una aventura sin retorno.
Eduardo y yo somos uruguayos. En España, nos llamarían sudacas. Pese a que Uruguay es un país pequeño y a que ambos nacimos en la misma región geográfica, nos conocimos en Perú, unos tres días antes de que comenzara nuestra pesadilla.
El destino quiso que encontrara un amigo para compartir luego una dolorosa experiencia.
Pese a que una gran parte de sus habitantes se han exiliado como consecuencia de la dictadura, Uruguay conserva aún características de su reciente pasado democrático liberal.
La institución familiar tradicional no ha sido destruida y la juventud presenta rasgos típicos de modelos basados en el afecto y la estabilidad familiar, propia de un país que fue estable política y socialmente. La población no tiene hábitos consumistas, pues las empresas multinacionales eligieron países más ricos como Venezuela, Brasil y Argentina para desarrollar sus mercados o más pobres como Colombia, Centroamérica y Bolivia para implantar sus lacras.
Uruguay mantiene a grandes rasgos su carácter agroexportador y un buen nivel cultural, logrado en las épocas en las que se lo conocía como la Suiza de América.
El uruguayo medio está muy apegado a sus raíces y a sus hobbies: leer, pintar, hacer artesanías y escribir.
Entre sus vicios, se cuentan a lo sumo fumar algún tabaco fuerte y económico, tomar cañita brasileña de cuando en cuando y tomar mate, infusión que tiene el carácter de bebida nacional.
En Uruguay, no es común la droga. Es una sociedad pequeña, con códigos sociales fuertes, donde aún es importante la opinión del vecino y de la comunidad.
Cualquier persona que me conociera realmente, se habría reído bastante si le hubieran comentado que se nos acusaba de traficar con drogas.
Sin embargo, esto que parece tan ridículo para los que nos conocen fue lo que efectivamente sucedió.
En 1980, yo tenía 24 años. Me faltaban aún dos años para licenciarme como arquitecto. Estaba quizá, sin saberlo, en un momento crítico de mi vida. Aún vivía con mis padres y, pese a mi relativa independencia económica, pues trabajaba en el sector de la arquitectura desde el comienzo de mi carrera, aún no había crecido lo suficiente como para superar la barrera que separa la adolescencia de la edad adulta.
No tenía objetivos ni proyectos propios claramente definidos. Mi vida sentimental transcurría sin excesivo entusiasmo.
Afectivamente, vivía un poco de prestado: mi vida se reducía a la casa de mis padres, mis hermanos y mis sobrinos.
Mi relación de pareja, iniciada al comienzo de la vida universitaria, estaba desgastándose poco a poco, sin que yo fuera demasiado consciente de ello, y finalizaría definitivamente dos años después.
Mis viajes constituían quizá el único espacio propio de mi vida. En ellos, reflexionaba, observaba costumbres diferentes, me separaba un poco del etnocentrismo familiar y crecía. Por suerte para mis ganas de viajar, se vivía una época de relativo auge económico que, aunque ilusorio, me permitía cada tanto realizar mis aspiraciones viajeras.
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