Jaime Bayly - El Huracán Lleva Tu Nombre

Здесь есть возможность читать онлайн «Jaime Bayly - El Huracán Lleva Tu Nombre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Huracán Lleva Tu Nombre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Huracán Lleva Tu Nombre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Gabriel ama a Sofía pero también le gustan los hombres. Gabriel tiene mucho éxito en televisión, pero lo que ansía de verdad es huir del Perú y dedicarse sólo a a escribir, lejos de la ambigüedad y de la hipocresía que lo envuelven y lo limitan. El huracán lleva tu nombre es una singular historia de amor, dolorosa y gozosa a la vez, con una heroína, Sofía, que fascina por su capacidad de amar, y con un original antihéroe, el narrador, Gabriel, que expone al lector su conflicto a través de una sinceridad a veces hilarante y a veces conmovedora. Una novela que no va a dejar a nadie indiferente.

El Huracán Lleva Tu Nombre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Huracán Lleva Tu Nombre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Una noche, paseando por Lincoln Road, entro en un café con aire francés y me atiende un camarero muy guapo, francés, que extrañamente huele bien, y no tardamos en mirarnos con interés y curiosidad. Espero a que termine su turno a las once de la noche, lo subo en mi auto y lo llevo de prisa, sin darle tiempo a que se arrepienta, a un hotel cercano, el National, en la avenida Collins. Francois, que así se llama, es un chico alto, delgado, con ojos de gato y manos de pianista, se desnuda con una facilidad asombrosa, se echa en la cama y me espera. Yo me quito la ropa, me echo en la cama y lo espero. Está claro que él quiere que se la meta y yo también quiero que me la meta. Estamos los dos echados, besándonos, y nadie toma la iniciativa.

Entonces me pide que se la meta, pero yo declino cordialmente y le digo que no me apetece, que es mucho estrés porque hay que usar cremas, lubricantes, preservativos, toda una operación que me abruma y me disgusta. Yo le sugiero que me haga el amor, pero él también declina cordialmente, porque, me explica decepcionado, es sólo pasivo, no puede ser activo. Entonces yo le digo bueno, se ve que no somos lesbianas, no hay mucho futuro entre nosotros, casi mejor si cada uno se toca y ya.

Luego nos tocamos mientras Francois me cuenta que está pensando en el marroquí que se lo cogía en los baños de la universidad, y yo me consuelo con el recuerdo pálido de Sebastián. Cuando terminamos, cada uno se va a su casa y trato de olvidar tan desafortunado encuentro. Irritado porque Sebastián insiste en no hablarme, dispuesto a vengar tan innoble afrenta, decido subirme a un avión a Nueva York y buscar a Geoff, a quien conocí en Manhattan paseando por el Museo de Arte Moderno, donde trabajaba como guía y repartidor de folletos informativos. Desde entonces nos hicimos amigos. No nos hemos acostado, no todavía, pero cuando hablamos por teléfono nos excitamos diciéndonos las cosas que nos gustaría hacer cuando estemos juntos. Geoff no es demasiado guapo, es flaco y tiene una voz afeminada, lo que a veces me disgusta, pero está siempre caliente y con ganas de hacer travesuras. Dice que es bisexual y yo no sé si creerle, porque ahora todos dicen que son bisexuales y nadie se acuesta con una mujer, aunque Geoff jura que tiene una amante en Manhattan, una cubana, Grettel, que estudia arte y quiere ser pintora.

Geoff no me cree cuando le digo que me he acostado con varias mujeres y sólo con un hombre, Sebastián. No me cree porque ya tengo veintisiete años, cinco más que él, pero yo le digo que es verdad, que no tendría por qué mentirle, que Sebastián es el único hombre que he amado, sin contar por supuesto a mi urólogo, el doctor Ramírez, que atiende al lado de la clínica Americana y me hace unos tactos rectales tan delicados que ¡cómo podría no amarlo!

Geoff me recibe contento, excitado, más guapo de lo que recordaba y más flaco también. Salimos a cenar y después volvemos a su departamento, donde acaba pasando lo que tenía que pasar, es decir, me hace el amor con una ternura, una paciencia y una destreza que nunca, y no lo digo por despecho, tuvo Sebastián conmigo. Luego se duerme sin demora y ronca toda la noche, lo que me impide conciliar el sueño. A la mañana siguiente, va a trabajar al museo y recién entonces consigo dormir profundamente. Cuando vuelve del trabajo, no salimos. Sólo nos interesa hacer el amor y conversar en la cama. Tras un fin de semana de mucho sexo, nos despedimos llorando en La Guardia, prometiéndonos un encuentro en Miami, y vuelvo entonces a mi departamento de Brickell sintiéndome un puto y un canalla: un puto porque ahora son dos los hombres con los que me he acostado y un canalla porque Sofía estaba en Lima vendiendo mis cosas mientras yo hacía el amor con Geoff.

No sé por qué, llamo a Sebastián y le dejo un mensaje en el contestador diciéndole que he estado un fin de semana en Nueva York y que me he acostado con un amante delicioso, a ver si le dan celos y me llama indignado. Después llamo a Sofía y se lo cuento todo, que he viajado a Nueva York a escondidas sin decirle nada y que los últimos días le he mentido, pues no la llamé desde Miami, sino desde Manhattan, donde pasé un fin de semana con un amigo gay con el que me he acostado, pero no fue nada serio, mi amor, sólo sexo, una aventurilla sin importancia, yo estoy enamoradísimo de ti, y esta escapadita a NY para ver a Geoff fue una tontería, nada más. Entonces ella se echa a llorar y yo le pido perdón, no sé por qué lo hice, perdóname, mi amor, no volverá a ocurrir, no sabía que te molestaría tanto, y ella lo que más me molesta es que me hayas mentido, y yo pero ahora te lo estoy contando, y ella sí, pero todos estos últimos días me mentiste, me dijiste que estabas en Miami y que me extrañabas, y en realidad estabas en Nueva York, acostándote con un amigo, y yo perdóname, mi amor, no volverá a ocurrir, te juro que es la última vez que me acuesto con un hombre, y ella no me tienes que prometer eso, sólo prométeme que nunca más me vas a mentir, y yo te juro que nunca más.

Colgamos y me siento un canalla que siempre acaba lastimando a los que más quiere. Ahora es Geoff quien no cesa de llamarme, de decirme que me extraña y que quiere venir a Miami, que no puede vivir sin mí. Yo no contesto sus llamadas aunque sufro oyendo su voz en el contestador. No quiero hablarle porque en pocos días llegará Sofía y no quiero lastimarla más. Geoff llora en mi contestador y me pregunta por qué diablos no quiero hablarle y Sofía llora cuando la llamo y me dice que no sabe si debe venir a verme, y yo también lloro porque quiero estar con Geoff y con Sofía y supongo que eso es imposible.

He escrito un artículo condenando el golpe en mi país y lo he enviado a un semanario que dirige un amigo, pidiéndole que lo publique. También se lo he mandado por fax a Sofía pensando que le gustaría, pero ella lo ha leído con Peter, su padrastro, y me ha llamado alarmada, sugiriéndome que desista de publicarlo porque, según dicen Peter y ella, me voy a meter en problemas. Todo el país apoya al chino, no te mandes a criticarlo, vas a perder popularidad, no te conviene, me aconseja Peter, con su voz de cardenal, y Sofía lo secunda, no te metas en líos políticos, que eso siempre termina mal, y más aún en este país en el que los políticos son unas bestias, me dice, y yo ¿pero no te ha gustado mi articulillo, no te parece que sería una pena guardarlo y no publicarlo?, y ella sí me ha gustado, pero Peter tiene razón, el ochenta por ciento apoya el golpe, todo el mundo como nosotros está con el chino, tú te has ido a Miami, deja que la gente te extrañe, no salgas a criticar al gobierno desde Miami, que se vería pésimo.

Yo me dejo intimidar por ellos, llamo a mi amigo de la revista y le pido que no publique el artículo contra el truhán que nos gobierna. Sofía y Peter se sienten halagados con mi decisión, y yo, un timorato, un hombrecillo apocado. Entretanto, mi amigo, el dueño de la televisora en la cual trabajaba, pasa por Miami vestido de blanco como si fuera a pasear en yate y me invita a un almuerzo excesivo en el que se emborracha, mientras yo lo secundo como un adulón, riéndome de sus bromas malas y celebrando sus artimañas y corruptelas, y me aconseja que no vuelva a Lima, que me quede en Miami para producir un programa juntos, pero yo le digo que no puedo, que me voy a estudiar a Washington, pues ya me admitieron en Georgetown University, y él se queda pasmado y dice ¿a estudiar, tú a estudiar, a estudiar qué?, y yo, tragándome el orgullo, a estudiar inglés primero, y después ya veremos, y él se ríe en mi cara y dice es una pelotudez que te vayas a estudiar inglés, yo no hablo una puta palabra de inglés y me importa un huevo, igual tengo mi casa en Key Biscayne y mi yate y mi Mercedes convertible, para eso no hay que saber inglés, sino saber hacer plata, y yo sí, pues, pero yo quiero ser un escritor, y él no me escucha, me atrepella, tú tienes un talento para la televisión, no lo desperdicies, no seas pelotudo, sigue haciendo tu programa divertido, pendejo, jodedor, acá en Miami, y vas a tener un éxito de tres pares de cojones, y yo, renuente a discutir, le digo sí, tienes razón, hagamos tele, pero luego me marcho entristecido, manejando este auto cuyo color me resulta un tanto hiriente, y pienso que no, que se vaya al carajo la televisión, me voy a Washington a estudiar inglés y a escribir la novela y que se joda mi amigo el millonario.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Huracán Lleva Tu Nombre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Huracán Lleva Tu Nombre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Huracán Lleva Tu Nombre»

Обсуждение, отзывы о книге «El Huracán Lleva Tu Nombre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x