1 ...8 9 10 12 13 14 ...36 La escuela de Isócrates
Hemos descrito la idea de la educación sobre el fundamento de la oratoria en los sofistas. Con Isócrates83 tenemos un nuevo capítulo de este tipo de educación. Aristóteles elogia la oratoria de Isócrates; Nietzsche, por su parte, dice de él que “es el maestro más grande de la elocuencia [pues] considera el discurso como la causa de toda formación, incluyendo la moral”.84 Y Marrou confirma esta apreciación: “Isócrates fue el maestro por excelencia de aquella cultura oratoria y educación literaria llamadas a imponerse como caracteres dominantes en la tradición clásica”.85 Desde este punto de vista, la educación tiende al ideal del buen orador, ideal que va a dominar hasta el final de la cultura antigua, en la cual la educación estaba dirigida al ser humano “completo”, es decir, compuesto por cuerpo y alma. La base de la educación propuesta por Isócrates comenzaba con la gramática, la cual se estudiaba a través de los poetas clásicos. Se comentaba a Homero y Hesíodo, aunque Isócrates criticaba algunas formas de comentario que se usaban. También se estudiaba la historia, “el conocimiento del pasado, los hechos”, y para ello se acudía a los textos de Heródoto y Tucídides. Se promovía también las matemáticas, y la enseñanza superior se dedicaba a la oratoria.
La retórica de Isócrates (para quien la elocuencia es el ideal bien logrado) no es irresponsable. “No es indiferente al punto de vista moral”.86 De hecho, tiene un alcance cívico y patriótico: “Nosotros llamamos griegos a quienes tienen en común con nosotros la cultura, más bien que a los que tienen la misma sangre”, decía Isócrates.87 La cultura, como el bien superior, es el ideal de este educador. Se trata de “un ideal magnífico de valor universal pues este lenguaje, logos, como ya lo sabemos, es el verbo, que hace del hombre un Hombre, del griego un ser civilizado”.88 El lenguaje es también el medio por el cual los seres humanos pueden comprenderse; es por eso que “Isócrates da por sentado que toda educación espiritual superior se basa en desarrollar la capacidad de los hombres para comprenderse mutuamente”.89
Con Isócrates, pues, la retórica adquiere un carácter ético; su ideal no es solo el buen orador, sino que este se constituya en un ser humano completo (idea que volveremos a encontrar en la educación retórica romana de Cicerón y Quintiliano). “Una palabra veraz, conforme a la ley y justa, es la imagen de un alma buena”, afirma Isócrates.90 El constante ideal griego de la unidad entre la belleza y el bien está también presente en la educación tal como Isócrates la defiende y la practica. “Su mejor recompensa es la de que sus discípulos alcancen la kalokagathía91 y lleguen a ser personalidades plenamente desarrolladas en lo moral y en lo espiritual, dignas de ser honradas por sus conciudadanos”.92
El ser humano cultivado es el que tiene la capacidad de acertar en la mejor solución; no se trata ya de la ciencia (episteme) ideal de la educación que favorecía Platón, sino que, con la solución adecuada a la justa oportunidad (kairós), de lo que se trata es de defender no una ciencia de certezas, sino la opinión (doxa) justa. Para Marrou, antes de Isócrates la ciencia (episteme) era inaccesible; pero el saber de Isócrates es mucho más realista y, por ende, viable:
No se trata de remontarse al cielo de las ideas ni de hacer malabarismos verbales sobre la base de paradojas; la conducta en la vida no exigía ideas sorprendentes o novedosas, sino buen sentido probado, el buen sentido de la tradición.93
La elocuencia estuvo siempre en la base de la educación griega. Nietzsche nos dice:
La más inmoderada presunción de ser capaz de hacerlo todo, como retóricos y estilistas, corre por toda la Antigüedad de una manera incomprensible para nosotros. Ellos controlan la “opinión sobre las cosas” y, en consecuencia, el efecto de las cosas sobre los hombres; y ellos lo saben. Para ello es ciertamente necesario que la humanidad misma sea educada retóricamente.94
Tan importante es la retórica para la educación antigua, que Nietzsche la pone como una diferencia entre los antiguos y los modernos: “una de las principales diferencias entre los antiguos y los modernos es el extraordinario desarrollo de la retórica; en nuestra época este arte es objeto de un general desprecio”.95 Sin embargo, el mismo Nietzsche valora muy en alto la retórica, y toda su comprensión del lenguaje está dada desde ella: “Esa ‘fuerza’ que Aristóteles llama retórica, es la esencia misma del lenguaje”.96
La educación de la mujer
en Grecia
La condición de la mujer en Grecia durante la democracia fue de sujeción. No era tenida en cuenta para los cargos públicos, y su educación era muy precaria. Su función principal se limitaba a la familia: la maternidad y la crianza de los hijos. Pero también era así en la sociedad patriarcal descrita por Homero. “Penélope, la fiel mujer-de-casa de Odiseo, [...] servía de modelo a las jóvenes esposas. Bastaba para una mujer saber llevar la casa y cuidar de los nenes”.97 James Bowen comenta que en Esparta los cuidados familiares se limitaban a la primera infancia, y muy pronto la educación pasaba a manos del Estado. “En tales circunstancias, es posible que las mujeres, en calidad de semillero de futuros ciudadanos, recibieran un trato mucho más indulgente, dando pie a los comentarios de Aristóteles”,98 quien decía que la vida de las mujeres bajo Licurgo era licenciosa, en contraste con la sobriedad que este legislador supo implantar entre los varones.99
Parece ser que la escuela de Pitágoras aceptaba a las mujeres. Jámblico, en su Vida de Pitágoras, enumera varias mujeres filósofas que fueron discípulas del matemático. Una de ellas fue Teano, la esposa de Pitágoras, a quien Diógenes Laercio le atribuye algunos escritos.100
Quizá la más mencionada de las mujeres cultas de Grecia sea Aspasia de Mileto, que vivió en Atenas en tiempo de Pericles. Este dejó a su esposa y se unió a Aspasia, quien fundó una escuela de retórica, a la que, se dice, asistió Sócrates. Otra mujer sobresaliente fue la hija de Aristipo de Cirene, Arete, quien dirigió la escuela fundada por su padre. Más adelante orientó la educación de su hijo, Aristipo el joven, que fue quien recopiló la obra de su abuelo. Por su parte, Leoncia participó activamente en el jardín de Epicuro, y al parecer era su cortesana. Es importante señalar que la escuela epicúrea admitía a las mujeres en la actividad filosófica.
Porfirio cuenta que entre los discípulos de Plotino hubo varias mujeres que lo veneraban. En el mundo helenístico hubo muchas mujeres que participaron en la vida cultural, especialmente en Alejandría. La más famosa de todas fue Hipatia de Alejandría (360-415), seguidora de la escuela neoplatónica (incluso llegó a ser líder de los neoplatónicos en aquella ciudad). Ella estudió bajo la orientación de su padre, que era geómetra y astrónomo. En Atenas estudió a Platón y Aristóteles, y allí compartió sus estudios con una hija de Plutarco, Asclepigenia. En 393, Hipatia enseñó en la universidad de Alejandría, donde comentó el Canon de Astronomía y la Aritmética de Diofanto, así como las Cónicas de Apolonio. En 390, el templo de Serapis fue incendiado por cristianos dirigidos por el obispo Teófilo, patriarca de Alejandría. Hipatia no tomó partido entre las facciones religiosas (judíos y cristianos), y fue ejecutada en 415. Varios poetas la han inmortalizado como la última portadora del gran legado del pensamiento griego. Infortunadamente, dicho legado no ha llegado a nosotros.
Finalmente, mencionaremos a Hiparquia, discípula de Diógenes el cínico, quien elogia su cultura filosófica y la elegancia de sus argumentaciones.
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