Este capítulo analizará el proceso de comunicación y los cuatro elementos básicos involucrados que contribuyen no solo a lo que se dice sino a cómo se recibe y se percibe. Ser conscientes de cómo funciona este proceso contribuirá a que el consejero pueda percibir no solo los mensajes hablados del aconsejado, sino también los no hablados, y evitar percepciones erróneas. A continuación, echaremos un vistazo a las varias vías por las que los mensajes no verbales son transmitidos y cómo identificar la subyacente solicitud de ayuda o necesidad expresada en el mensaje del aconsejado. Esta aptitud para captar los mensajes no verbales que envía el aconsejado proporciona una capacidad básica sobre la que se construirán cada una de las otras técnicas.
EVITAR PERCEPCIONES ERRÓNEAS
La capacidad de percibir depende de la aptitud del consejero para tomar los mensajes no verbales del aconsejado de una manera que no añada o distorsione la intención del aconsejado. Una manera de ayudar a evitar las percepciones erróneas es ser consciente de cómo funciona el proceso de comunicación, quiénes son los actores y las piezas que están involucradas. En una relación de ayuda, los “actores” son generalmente el consejero y el aconsejado(s); las “piezas” incluyen cualquier cosa que pueda ayudar o dificultar el proceso de comunicación. Sabiendo todo esto, el consejero puede así explicar mejor lo que está recibiendo del aconsejado y de la relación de consejería en cualquier momento dado. En la literatura sobre comunicación, se describe un modelo de comunicación que se compone de cuatro elementos distintos: el emisor, el receptor, el mensaje y el ruido, donde “ruido” es cualquier cosa que distorsiona el mensaje del emisor (Anderson y Ross, 1987). Muy a menudo la gente asume que la comunicación es unidireccional, va solamente del emisor al receptor, y que el mensaje llega al receptor exactamente como el emisor lo envió:
Figura 3.2.Mensaje unidireccional
La realidad, sin embargo, es que la comunicación no es unidireccional, sino bidireccional. En la comunicación bidireccional tanto el emisor como el receptor están desempeñando simultáneamente ambos roles. Por ejemplo, el aconsejado puede estar hablando, pero el consejero también está respondiendo a través del contacto visual, las expresiones faciales y el lenguaje corporal al aconsejado, quien a su vez está alterando su mensaje o la entrega del mensaje basado en lo que acaba de recibir del consejero. Al mismo tiempo, el consejero también está ajustando su mensaje al aconsejado y reaccionando según el mensaje recibido. Ambos participantes están enviando y recibiendo al mismo tiempo.
Figura 3.3.Mensaje bidireccional y la retroalimentación
El concepto de “ruido” también debe ser tenido en cuenta por el consejero, pues es donde las prácticas de reflexión y conciencia de sí mismo se vuelven importantes. El ruido es cualquier cosa que el emisor o el receptor experimentan o traen al proceso de comunicación que puede alterar o dificultar la entrega o recepción del mensaje. Los factores ambientales pueden ser determinantes. Sin una reflexión propia continua y una conciencia de uno mismo bien desarrollada, los consejeros pueden inadvertidamente confundir el ruido como parte del mensaje propuesto por el aconsejado, pueden descartar parte del mensaje del aconsejado como poco importante o pueden interpretar el ruido en base a sus propios prejuicios y experiencias en lugar de comprender el ruido a través de la perspectiva del aconsejado. Cada vez que tienes una conversación con alguien en donde uno de los dos dice: “Espera, yo no dije eso”, es producto del ruido, alterando el envío o la recepción del mensaje. Le corresponde al consejero ser consciente de estas barreras potenciales en el proceso de comunicación y adaptarse en la medida de lo posible.
Consideremos el siguiente ejemplo: Yo (Elisabeth), estaba trabajando con Lindsey, una aconsejada adolescente que había sufrido de abuso severo y además de eso tenía algunos retrasos de sociabilidad. La mayoría de las personas encontraron difícil trabajar con Lindsey, ya que llegaba a ser desafiante y bastante extraña en su comportamiento. Después de nuestras primeras dos citas me di cuenta de que había algo en Lindsey que me incomodaba profundamente. Mientras reflexionaba sobre todas las peculiaridades sobre la forma como Lindsey se presentaba—cómo movía los ojos, su contacto visual incongruente, su forma de vestir tan desaliñada y sus movimientos físicos exagerados—todo eso me chocó de repente: ¡Lindsey me recordaba a alguien que yo conocía que se llamaba Karen! Estuve interpretando los comportamientos de Lindsey, como habría interpretado los mismos comportamientos en Karen. En realidad, Karen y Lindsey tenían algunas similitudes en cuanto a retrasos sociales y algunos comportamientos extraños, pero los motivos eran muy diferentes en cada una de las chicas. El ruido en mi cabeza vino porque estaba saltando a conclusiones e imponiendo a Lindsey mis pensamientos y sentimientos acerca de Karen. Cuando venían de Karen, las conductas que yo percibía eran a menudo signos de pereza, desafío y falta de voluntad para asumir la responsabilidad por sí misma. Por el contrario, esos mismos comportamientos en Lindsey eran indicadores de su trauma, y hablaban de lo herida que estaba, de su miedo y soledad en la vida. Una vez que pude reconocer lo que estaba sucediendo en mi interior, pude interpretar mejor el ruido que impedía que pudiera percibir adecuadamente la manera de presentarse de Lindsey pudiendo así conocerla mejor con respecto a sus necesidades como aconsejada.
¿Es el ruido solo ruidoso?
Un bebé que llora en un avión no es más que un ruido irritante para la mayoría de los pasajeros, quienes harán todo lo posible para bloquearlo. Pero para la madre del bebé, el llanto es una fuerte señal de que algo está mal y necesita atención. El ruido no es solo ruidoso, sino que es un signo de angustia. Una vez que el problema se identifica y resuelve (p. ej., se alimenta al bebé, o se cambia el pañal), el ruido desaparece.
Del mismo modo, el “ruido” que nuestros aconsejados añaden al proceso de comunicación puede ser un indicador de problemas ocultos. La teoría de consejería que tenga el consejero determinará en parte qué ruido simplemente ignorar o qué aspectos requieren un análisis profundo. Por ejemplo, un terapeuta cognitivo-conductista tenderá a enfocarse en el ruido mental, trabajando para cambiar los patrones de pensamiento que interfieren con un funcionamiento saludable, incluyendo una buena comunicación. Las teorías que se centran más en las emociones o en la experiencia subjetiva tienden a centrarse en el ruido emocional. En los círculos psicodinámicos, las respuestas emocionales que los aconsejados transmiten al consejero se denomina transferencia. Desde algunas perspectivas psicodinámicas, trabajar a través de la transferencia se considera el núcleo del proceso terapéutico, sin duda mucho más que simplemente ruido de fondo.
El ruido puede ser mental, incluyendo pensamientos sobre otras personas y eventos, o preocupaciones y expectativas con respecto a la entrevista de consejería. El ruido también puede ser emocional. Para el consejero, el ruido emocional incluiría sentimientos acerca del aconsejado (buenos o malos), sentimientos sobre el proceso de consejería, sentimientos acerca de personas o sucesos fuera de la sala de consejería, o sentimientos sobre uno mismo. El ruido mental y emocional en el consejero tiene similitudes con el concepto psicodinámico de contratransferencia al que nos referimos en el capítulo dos. La respuesta inicial de Elisabeth a su aconsejada, Lindsey, es un ejemplo de contratransferencia. Por supuesto, los aconsejados también tendrán reacciones emocionales que pueden interferir para una comunicación clara. El ruido también puede ser físico, incluyendo el ambiente y tu propio estado físico. El ruido ambiental incluye cosas tales como la temperatura ambiente, asientos, iluminación y ruidos literales, mientras que tu condición física incluye cosas como tener hambre, estar cansado, enfermo, o sentirse físicamente mal o con dolor.
Читать дальше