De vuelta a Suiza: el comentario a Romanos
Los primeros años de su regreso a Suiza provocan su ruptura con la teología liberal. Se hace amigo de colegas como Eduard Thurnesysen y Johann Christoph Blumhardt, con quienes se involucra en las cuestiones sociales y políticas, concretamente en “un movimiento suizo religioso-socialista”.10
Pero el gran cambio o “su conversión” al mensaje del Evangelio se produce en su ensayo “The Strange New World Within the Bible” que data de 1916. Como ya hemos comentado en otra obra11 Barth explora lo que hay dentro de la Biblia y entiende que “dentro de la Biblia hay un extraño, nuevo mundo, el mundo de Dios. Esta respuesta que tuvo el primer mártir Esteban, cuando dijo: Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios”.12 Ese descubrimiento le conduce casi inmediatamente a su comentario a la carta a los Romanos.
Como resultado de sus exposiciones sobre Romanos en la Iglesia, Barth fue elaborando su comentario, que finalizó en 1918. El problema fue, como señala Mueller,13 que no encontraba editor alguno que quisiera publicar ese comentario. Finalmente dio con un editor en Berna en 1919 que se animó a publicar 1.000 copias del libro, el famoso Der Römerbrief. En otros textos nos hemos abocado a profundizar tanto en el contexto como en el mensaje de este comentario de Barth sobre Romanos. Aquí solo queremos puntualizar dos aspectos: el primero es el método que utiliza Barth para exponer la carta paulina y, en segundo lugar, la hermenéutica que privilegia. En cuanto a lo primero, como ya hemos expresado en otro trabajo:
La exposición que Barth hace de la Carta a los Romanos implica un método que podemos denominar dialéctico-crítico-paradójico. Barth no pretende hacer el comentario definitivo a la obra sino que, como bien señala en el prólogo a la primera edición, “su aportación no quiere ser más que un trabajo preliminar que pide a gritos la colaboración de otros”. 14
Y en cuanto a la hermenéutica que Barth privilegia es, deliberadamente una hermenéutica de texto, tan ponderada hoy por pensadores como Paul Ricoeur. No faltaron críticas al trabajo exegético de Barth por parte de teólogos que privilegiaban exclusivamente el método histórico-crítico. Barth no desconoce su importancia, pero les responde que su interés no es saber lo que Pablo quiso decir a la gente de su tiempo, sino descubrir el mensaje para el ser humano del siglo 20. Por eso les dice provocativamente:
Los histórico-críticos deberían ser más críticos conmigo. Porque comprender “lo que hay ahí” no se logra mediante una valoración de las palabras y grupos de palabras del texto esparcidas al azar o determinada por un casual punto de vista del exegeta, sino solo se puede conseguir mediante un sumergirse obsequioso y receptivo en la tensión interna de los conceptos ofrecidos con mayor o menor claridad por el texto.15
En resumen: es una hermenéutica que, aunque toma como punto de partida el método histórico-crítico, no se queda allí, sino que ejercita una dialéctica entre la comprensión y la explicación y se constituye en una dialéctica circular en el ser-ahí (Dasein) de tan rico y profundo desarrollo en la filosofía de Heidegger. Para Barth, el texto es autónomo por sí mismo de las intenciones del propio autor: San Pablo. Por eso nos obliga a redescubrir su mensaje para el ser humano del siglo 20. Y no solo eso:
Todavía más llamativo es el hecho de que Barth refleja una hermenéutica del texto, expuesta con mayor sistematicidad tanto por Gadamer como por Ricoeur. Y, en el plano estrictamente bíblico, utilizando las categorías de Croatto, se trata de una búsqueda del “delante” del texto, o sea, lo que él nos quiere comunicar más allá de las intenciones del autor, en ese caso San Pablo.16
La Dogmática de la Iglesia
En 1927 Barth publica su Bosquejo de dogmática y en 1931 su análisis del principio de San Anselmo: Fides quarens intelllectum (La fe que busca comprensión = creo para comprender) pero es en los años 1932 a 1968 que desarrolla su obra magna: Die Kirchliche Dogmatik. Gómez-Heras define adecuadamente el sentido del título de la obra: “Dogmática eclesial no es otra cosa que exposición de la palabra de Dios en función de la predicación de la Iglesia”.17 La obra solo está traducida al inglés y al francés, desde el original alemán, y consta de cinco volúmenes que a su vez se desglosan en varios tomos, a saber:
La doctrina de la Palabra de Dios (dos tomos)
La doctrina de Dios (dos tomos)
La doctrina de la creación (cuatro tomos)
La doctrina de la reconciliación (cuatro tomos)
Índice (con ayudas para el predicador)
Georges Casalis, en su hermosa biografía Retrato de Karl Barth, describe elocuentemente cómo ha de quedar quien se someta al esfuerzo de leer cuidadosamente esta obra majestuosa:
Maravillado, deslumbrado, colmado, ya no puede abandonar estos gruesos volúmenes de arquitectura rigurosa bajo la abundancia de los detalles y de los paréntesis; se arraiga en este pensamiento y lo habita, suscitando por lo demás no una imitación servil, sino un eco rico en armónicos originales y en resaltos inesperados. Sin la menor duda, es una suma teológica, la suma del pensamiento evangélico en el mundo de hoy: los paralelos históricos son siempre peligrosos y nos faltaría la suficiente perspectiva, pero para quien ahora aborda la Dogmática, Barth ocupa un lugar en la raza de los más grandes doctores de la Iglesia: Agustín, Tomás de Aquino, Lutero, Calvino…18
Es una obra monumental no solo por su extensión sino también por los varios modos en que Barth aborda los temas teológicos. No se reduce a exponerlos sistemáticamente, como en toda obra de esa naturaleza, sino que incluye exégesis profunda de los textos bíblicos. José Míguez Bonino ha sugerido más de una vez que, cuando leemos la Dogmática de Barth, debemos tomar muy en serio “la letra chica”, es decir, los espacios de letras más pequeñas a la que se utiliza en el texto general de la obra, porque allí está la mayor riqueza de la obra.
¿Qué es la teología para Barth?
En el primer volumen y primer tomo La doctrina de la palabra de Dios, Barth se explaya sobre el tema al cual se consagró toda su vida: la teología. Allí define lo que es la teología, cómo se hace y cuál es su finalidad. La primera tesis –porque justamente su obra se articula a partir de una tesis o afirmación que luego desarrolla– dice: “Como disciplina teológica, la dogmática es la propia examinación científica de la Iglesia cristiana respecto al contenido de su distintivo hablar de Dios”.19 Lo primero es que la dogmática es una disciplina que está dentro del amplio campo de la teología, la cual, como sabemos, se puede desarrollar como teología bíblica, teología histórica, teología pastoral, entre otras modalidades. Esta disciplina que llamamos dogmática la realiza la Iglesia cristiana como propia examinación científica, analizando el contenido de su especial y distinguible modo en que habla de Dios. Más adelante, Barth se refiere a la teología como investigación y como un acto de fe. Al ser una ciencia, la teología es investigación y presupone la posibilidad de que el ser humano pueda conocer a Dios. Pero a su vez, la teología también está vinculada a la fe, es un acto de fe. “La dogmática es parte de la obra humana del conocimiento. Pero esta parte de la obra humana del conocimiento se mantiene bajo una decisiva condición.”20 Esa condición, para Barth, es la fe. Ya que “la dogmática es una función de la Iglesia cristiana”21 y para ser Iglesia hay que responder al llamado de Cristo, “Actuar en la Iglesia es actuar en obediencia a ese llamado. Esta obediencia al llamado de Cristo es fe”.22
Por supuesto, el volumen citado no es el único en que Barth se refiere a la teología. Por eso, de esa primera aproximación al tema de la Dogmática, pasamos a su Introducción a la teología evangélica, el otro extremo cronológico, ya que reproduce las clases que el maestro expuso en Basilea en 1961 cuando ya estaba jubilado y le pidieron que enseñara un semestre más porque todavía no se había designado a su sucesor. En esta joya, que Barth denominaba “el canto del cisne”, vuelve al tema de la teología, su carácter científico, su relación con la Palabra, la comunidad, el Espíritu y la existencia teológica como asombro, conmoción, compromiso y fe. En la aclaración inicial dice:
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