Tanto Tamara como Foucault habitaron asiduamente, dice Strenger, el mundo del sadomasoquismo. Tamara buscaba hombres en bares de mala muerte, seleccionándolos según le parecieran aptos para aportarle los rudos juegos de dominación que eran su máximo placer en la vida, tendía a buscar situaciones de riesgo y usaba como diario alimento toda clase de drogas. Su identidad se armaba en torno a su constante lucha contra toda norma o convención, sintiendo que si su lucha cesaba dejaría ella de existir: por su necesidad perentoria de mantener su militancia triunfal contra los límites rehusó entrar en tratamiento. En cuanto a Foucault, apoyando en un todo en James Miller, 83señala que su proficua actividad en el anonimato de los burdeles sadomasoquistas gay de San Francisco apuntaba a explorar los límites del sufrimiento y el placer, del terror y el deleite, buscando formas de contacto sexual – fist-fucking incluido− 84que atravesaran toda barrera y le permitieran acceder sin quebrarse a sus temores más profundos. La reversión del sufrimiento extremo en placer eufórico pasa a ser núcleo de la identidad personal.
Strenger prioriza, desde la infancia en adelante, una necesidad de autoría personal edificada sobre rupturas adversivas, partiendo de la idea de base de una humillación subjetiva irrenunciable al confrontar haber nacido de los padres en vez de ser el propio progenitor como causa sui, como causa de sí mismo; el deseo humano de individualidad y autoría, indica, culmina en el deseo de autocreación y de tal forma ser Dios. Que eso no ocurra es una humillación, que ubica en el centro del complejo de Edipo.
Retoma así una magna estría nietzscheana presente desde su escrito inicial, El nacimiento de la tragedia a partir del espíritu de la música , donde los griegos áticos apelaban a la “voluntad” como espejo transfigurador para ocultar o velar a sus ojos los poderes de la naturaleza sobre nuestras vidas. 85En la rebeldía ante lo inmisericorde de la realidad (incluso la realidad de haber nacido de los padres) asienta un magno viraje adversivo en el papel de la interpretación pues ahí, como sostuvo Foucault, la vida de la interpretación nos reenvía a un perpetuo juego de espejos que, potenciando la retórica de autoría personal, vehiculiza en la interpretación infinita los placeres de la transgresión. Donde está el éxtasis está el Paraíso: 86aquí, en la euforia triunfal de la ruptura adversiva.
Va de suyo que el cuidado de la espontaneidad del analizado es, desde Freud en adelante, parte constitutiva de cualquier análisis: a eso apuntan la asociación libre y la neutralidad benevolente del analista. El pasaje de la pasividad a la actividad ante las situaciones traumáticas desempeña para Freud un rol fundamental, requiriendo del Durcharbeitung , el proceso de elaboración, en vez de suponer rupturas adversivas transgresivas como plantea el posmodernismo, donde el analista asume la función profética del Dichter . Recordemos que, para Freud, Ananké , diosa de la necesidad, es la patrona de la cordura, del todo a contrapelo de los planteos posmodernos cuyo festival eufórico revierte todos los valores. Que Strenger considere su postura como plenamente democrática va a contrapelo de la primacía acordada a la Weltanschauung del analista y a la identificación del analizado con tal cosmovisión: vuelve, pues, a la era pre-analítica de la sugestión.
El posmodernismo generaliza a la vida cotidiana y académica la hipérbole romántica del modelo del arte, en un subjetivismo voluntarista –la voluntad de ilusión − que abroga la necesidad de conocer. Y ese magno avatar, la abolición del sujeto del conocer y su sustitución global por el sujeto de la autoexpresión, revierte los lugares de la cordura y la locura en una apuesta en favor de las rebeldías de las escisiones narcisísticas, incorporadas cada vez más como estilos alternativos de vida a la normatividad social de la posmodernidad. En algo debo coincidir con Strenger: lo que entendíamos como psicopatologías (y esto vale tanto para las perversiones como para las adicciones) se transmuta más y más en ideologías compartidas que marcan lo “políticamente correcto” en el ámbito social.
Aclara las cosas que Strenger, quien goza de muy amplio predicamento en los medios universitarios norteamericanos, se presente actualmente como psicólogo existencial y no ya como psicoanalista. En lo que al psicoanálisis concierne, las posturas posmodernistas van del todo a contracorriente de la indagación de evidencias freudiana, a cuyo espíritu creo atinado atenerse.
1Freud S. 1923.
2Jameson F. 1981.
3Jameson F. 1991, p. 16.
4La bibliografía dedicada al tema de la sociedad posmoderna llenaría bibliotecas: son hitos Un mundo feliz (Aldous Huxley, 1932), la obra de Marshall McLuhan en la década del 50, Guy Debord con La sociedad del espectáculo (1967), La era del vacío (Gilles Lipovetzky, 1982), la obra de Baudrillard sobre la hiperrealidad mediática y el éxtasis de la negación y los aportes de Neil Postman (1992) sobre la cultura de la diversión en el ámbito del Tecnopolio.
5Collingwood R. 1937.
6Ahumada J. L. 1994, 1995, 1997, 2001a, b; Etchegoyen y Ahumada 2002; 2003a, b; Ahumada y Carneiro 2006, 2006a, b, 2010, 2011a, b, 2014, 2016a, b, c, 2017, 2019, 2020.
7Berlin I. 1960, p. 168.
8Collingwood R. 1946, p. 86.
9Kolakowski L. 1975, p. 242.
10Albert Camus planteó una postura opuesta: que no hay libertad sin inteligencia.
11Berlin I. 1975, pp. 220-222.
12Berlin I. 1975, p. 225-228.
13Resalta la importancia prioritaria que atribuyeron sus contemporáneos al influjo del pensamiento de Fichte en la obra de Hegel, que a su muerte este fue enterrado, como alto honor, junto a la tumba de aquel. De él deriva, en buena medida, el método filosófico de Hegel, incluyendo el ciclo tesis-antítesis-síntesis, siendo esta última un nuevo límite que pasará a trascenderse en una nueva reflexión. Inwood M. J. 1995.
14Steiner G. 1986, pp. 121-122.
15Steiner G. 1986, pp. 122-123.
16Burrow J. W. 2000.
17Collingwood R. 1946.
18Burrow J. W. 2000, p. 210.
19Racker E. 1948, pp. 32-33.
20Racker E. 1948, p. 78n.
21Nietzche F. 1872b, p. 19.
22Ahumada J. L. 2001a.
23La reiteración del tema del nacimiento y del renacer en Nietzsche captó la atención de oídos psicoanalíticos: Helene Deutsch señaló el rol crucial del éxtasis y la rabia en dicha ruta hacia la inmortalidad, enfatizando el objetivo último: “un estado permanente de unificación beatífica con su madre.” Deutsch H. 1969, p. 33.
24Breazeale D. 1999, p. xxxvii.
25Nietzche F. 1886, p. 381.
26Nietzche F. 1873, p. 92.
27Nietzche F. 1872b, p. 51
28Nietzche F. 1872b, p. 19.
29Ackermann R. J. 1990, p. 145.
30Jameson F. 1981, p. 201.
31Nietzche F. 1874.
32Jameson F. 1981.
33Nietzche F. 1872b, p. 19.
34Kojeve A. 1947, p. 178.
35Citado por Bouveresse J. 2000, p. 145.
36Rorty R. 1978.
37Ahumada J. L. 2001a.
38Nietzsche F. 1901, p. 326.
39Ahumada J. L. 2008.
40Wittgenstein L. 1953, pp. 36e-37e.
41Black M. 1961.
42Wittgenstein L. 1969, p. 7e.
43Wittgenstein L. 1969, p. 27e.
44Wittgenstein L. 1980, p. 18e.
45Einstein A. 1953, p. 28.
46Ricoeur P. 1970. Para un examen detallado de la obra de Paul Ricoeur en su relación con el psicoanálisis véase Ahumada y Gomberoff (2014). Baste señalar aquí que su noción de una “hermenéutica de la sospecha” intenta asimilar figuras harto divergentes en métodos e idearios como son Marx, Nietzsche y Freud.
47Foucault M. 1967, p. 567.
48Foucault M. 1967, p. 570.
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