Esta sospecha nos condujo a la siguiente pregunta de investigación: ¿cómo una experiencia estética puede abrir o no posibilidades para que el sujeto tenga una relación de deseo con el saber? Reconocemos, en el arte y la experiencia estética, un potencial formativo que puede llevar a que los sujetos se relacionen de manera sensible con el saber y con el otro.
Lo que está siendo vivenciado
¿Cómo los medios —música y literatura— se convirtieron en mediaciones estéticas?
Desarrollamos este proyecto didáctico investigativo en dos contextos educativos: uno, en un preuniversitario de educación popular, y otro, en una institución educativa con modalidad de media técnica en Música, cada contexto con enfoques, prácticas educativas, contenidos y metodologías diferentes, de acuerdo con el tipo de ser humano que buscan educar. Más allá de las diferencias, identificamos cuatro problemáticas comunes, que más adelante desarrollamos: 1) la enseñanza instrumentalista de la literatura, 2) la invisibilización de los sujetos (maestro y estudiante) por parte del sistema educativo, 3) la ausencia del arte en la educación, y
4) como consecuencia de estos problemas, la ausencia del deseo de saber, tanto en los maestros como en los alumnos.
Estas problemáticas respondieron a las necesidades de nuestro sistema educativo, que educa para el trabajo y la competencia, y borra los sentidos formativos del arte y la literatura, alejando al sujeto de una formación crítica y sensible.
Como respuesta a estas problemáticas, desarrollamos una propuesta didáctica que comprendió tres momentos: el primero, titulado “Una apertura a la sensibilidad y a la experiencia estética”, se encaminó a que los sujetos tuvieran un encuentro con las obras de arte (música y literatura) desde lo perceptivo y lo sensitivo. El segundo lo nombramos “De la sensibilidad al pensamiento”, con el que realizamos un ejercicio de conversación y escritura con los estudiantes, para propiciar la elaboración y la confrontación de ellos con lo surgido en la experiencia estética. Y en el tercero, la “Creación”, concretamos lo reflexionado mediante un acto creativo en el que construimos un camino para la apropiación y la conquista de una palabra propia, producto de la experiencia estética y la reflexión en torno a ella.
A continuación presentamos una síntesis de los talleres realizados en cada contexto educativo.
El taller llevado a cabo en el preuniversitario de educación popular tuvo como mediación artística el cuento “La noche de los feos”, de Mario Benedetti (s. f.).19 Lo desarrollamos en dos momentos: el primero consistió en hacer una descripción de sí mismo y de un compañero, que fuese mucho más allá de lo que el sentido de la vista deja ver (colores, tonos de voz, sexo, estaturas). Mediante este ejercicio de escritura, los estudiantes lograron construir sentidos del compañero que tenían en frente, a partir de la interpretación del rostro, las miradas, los gestos, lo no visible. Allí tuvo lugar la autoobservación, el reconocimiento mutuo y el encuentro consigo mismos en la mirada y en el ser del otro. De este modo, sabemos de nosotros mismos mediante la palabra que el otro nos ofrece, que nos hace salir de sí, para volver con una mirada de extrañamiento.
En el segundo momento, “De la sensibilidad al pensamiento”, cada uno elaboró una pregunta a partir del texto escrito en el momento anterior. Una persona se preguntaba: “¿Qué es la fealdad? ¿Qué pueden generar las percepciones en nuestra realidad?”. La pregunta abre un camino de indagación a partir del encuentro sensible y estético del estudiante, donde la fealdad, a pesar de ser un tema aparentemente acabado y con un significado dado de antemano, se presenta ante él como algo que necesita entender, más allá de sus definiciones precedentes. Vemos con esto que la relación de deseo que el sujeto entabla con el saber procede de la inquietud que resulta de un extrañamiento o desacomodo, propiciada por un otro que pretende ponerlo en riesgo para que decida qué camino tomar.
El tercer y último momento, la “Creación”, consistió en que los asistentes construyeran un final alterno al cuento, con base en las conversaciones de la sesión anterior, las preguntas elaboradas por cada uno y el escrito que resultó de la experiencia estética. Las construcciones realizadas ponen de manifiesto que la sensibilidad y la experiencia estética son la puerta de entrada al saber y al deseo por comprender los asuntos esenciales de la humanidad.
Por su parte, en el taller efectuado en la institución educativa de la media técnica en Música, el primer momento, “Una apertura a la sensibilidad y a la experiencia estética”, consistió en la lectura individual y grupal del cuento “Una idea toda azul” de Marina Colasanti (1998, p. 91).20 Posteriormente, los estudiantes se reunieron en grupos pequeños para compartir lo suscitado durante la lectura; uno de ellos se encargó de registrar los aportes de todos y de socializarlos ante los demás. Una estudiante escribió lo siguiente:
De nada sirve pensar si el miedo no nos permitirá expresar nuestras ideas, y cuando comience a pasar el tiempo, no habrá más que lamentarnos porque no compartimos lo que pensábamos. Puede que muchas veces creamos que el tiempo nos quita lo más preciado, pero en realidad somos nosotros quienes no lo aprovechamos.
El miedo se convierte en un arma de poder que subyuga y calla. Pocas veces nos cuestionamos lo dicho por otros, porque se nos ha educado para el silencio, haciéndonos creer que lo que tenemos para decir no es válido.
Después de esta socialización, escuchamos la melodía Explosive,
de las Chicas Bond.21 Mientras la pieza musical sonaba, cada estudiante debía escribir, en su diario, la altura, la intensidad, el tiempo y el ritmo de la composición, sumado a lo sentido, pensado e imaginado a partir de ella. Luego realizamos un ejercicio de lectura y relectura en voz alta de un fragmento de El diario de Ana Frank (2012).22 Posteriormente, los estudiantes debían vincular, de manera escrita, lo leído con la pieza musical escuchada. Un estudiante escribió:
La música me hizo sentir una sensación de desespero; esa música emite misterio, energía, aventura y la relaciono con este apartado [fragmento de Ana F.], porque ella, al escribir, me hace sentir que está en la búsqueda o en un afán de compartir lo que siente y lo que le sucede día a día. Además, es algo muy curioso, cómo dos cosas (la música y el texto) que no se hicieron para lo mismo se pueden relacionar y darnos similares sensaciones.
En este primer momento era trascendental comprender la importancia de la escritura y, principalmente, de la escritura de un diario como posibilidad de contarnos y de irnos encontrando a nosotros mismos por medio del otro y del arte; poder ver, en la escritura, una forma de buscar el orden de ese mundo caótico que nos desborda desde los sentidos.
El segundo momento, “De la sensibilidad al pensamiento”, les exigía a los estudiantes haber realizado la lectura de los primeros ocho capítulos de la novela Primer amor23 de Iván Turguéniev (1985), y escribir, en su diario, las reflexiones, las preguntas, los comentarios, las ideas, en suma, todo aquello que consideraran importante. La apertura del taller comenzó con la disposición de los cuerpos a escuchar la composición Winter24 de Antonio Vivaldi (s. f.). Mientras escuchábamos, ellos iban pintando lo que les suscitaba la melodía, la cual se repitió varias veces. Luego, cada uno mostraba su pintura y el grupo interpretaba los sentidos y sentimientos que esta les sugería. Después, cada dibujante habló de su creación y de lo dicho por los otros.
En el tercer y último momento, el de la “Creación”, trabajamos en torno a la elaboración de una pregunta y de una puesta en escena de la novela de Turguéniev, entendida como la construcción de un texto escrito en prosa, poesía, una canción, una pieza musical o teatral, entre otros. Un grupo de estudiantes escribió el siguiente poema en prosa:
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