Asimismo, aquellos considerados emigrados —es decir “el ciudadano cubano […] [que] viaja al exterior por asuntos particulares y permanece de forma ininterrumpida por un término superior a los 24 meses sin la autorización correspondiente, así como cuando se domicilia en el exterior sin cumplir las regulaciones migratorias vigentes” (ce, 2012: 1358)—, pueden visitar la isla hasta por noventa días (cm, 2012a: 1361), según el artículo 47.2, incluyendo a los que emigraron irregularmente a eua durante y después de la “crisis de los balseros” (1994) y los profesionales de la salud y deportistas de alto rendimiento que salieron del país después de 1990 e incumplieron con las regulaciones de retorno gubernamentales, siempre que hubieran transcurrido ocho años desde su salida —excepto para los que tenían menos de 16 años de edad al momento de su salida—, todo lo cual eliminó, de facto, la condición de “salida definitiva” del país (González y Gómez, 2012).
Las reacciones a las modificaciones de la Ley de Migración fueron inmediatas, aunque polarizadas. La sociedad cubana, los expertos en la materia y buena parte de la emigración cubana la consideró, en general, como una respuesta gubernamental positiva a una sistemática, fuerte y larga demanda social; [45]en cambio, dentro del sector opositor al régimen cubano, se resaltó de modo alarmista la eventual avalancha de isleños a ese país. [46]
Las primeras noticias sobre los efectos de la implementación de las nuevas regulaciones migratorias, principalmente las provenientes de fuentes internacionales, se concentraron en destacar el otorgamiento del pasaporte a personas conocidas por sus opiniones críticas hacia el régimen político cubano, así como la visita a la isla de populares deportistas que se habían “quedado” fuera de Cuba durante los años noventa y la primera década del siglo xxi. [47]
Al interior de la isla, después de la divulgación en las fuentes gubernamentales de diversos detalles sobre la implementación de la Ley de Migración y su Reglamento, a mediados de enero de 2013, [48]y sus probables efectos en la política migratoria de Estados Unidos hacia los cubanos, [49]el tema migratorio fue desplazado por otros asuntos vinculados al “proceso de actualización” hasta el 25 de septiembre de 2013, cuando se presentó un reportaje en la sección “Cuba dice”, del “Noticiero nacional” de la televisión cubana, donde el coronel Lamberto Fraga, segundo jefe de la die, planteaba que, entre enero y septiembre de ese año, se habían registrado 182 799 viajes de cubanos al exterior —lo cual, según la misma fuente, no significaba un incremento sustantivo de las salidas si se las comparaba con los montos de salidas previos a las reformas en un periodo de tiempo similar—. Entre tanto, 1900 emigrados habían solicitado volver a residir de manera permanente en la isla en el mismo periodo de tiempo (“Normalidad absoluta”, 2013).
En síntesis, los recientes cambios del marco regulatorio del Estado cubano en lo relativo a la migración constituyen un paso sustantivo en favor del derecho a la libre movilidad internacional de los cubanos, de la normalización del proceso de salida y residencia permanente en el exterior, así como del fortalecimiento y ampliación de la relación con la emigración cubana residente en eua y otros países. A pesar de ello, quedan asuntos pendientes o no resueltos, especialmente la potestad estatal de restringir el derecho a salir del país a ciertos individuos por razones estratégicas o políticas; y la no mención en la reforma de la doble ciudadanía, un tema de importancia indiscutible debido a que muchos de los migrantes cubanos ostentan esta condición y el marco institucional cubano no la considera.
Adicionalmente, y a pesar de la reforma migratoria, las condiciones de salida y asentamiento de los cubanos en los países destino sigue dependiendo de las políticas de dichos Estados. Por ello, la existencia de un flujo migratorio irregular con destino a eua ha permanecido e, incluso, se ha incrementado en los últimos años. Ello puede relacionarse con el deterioro sostenido de las condiciones de vida en la isla y también con las dificultades para migrar a Estados Unidos directamente desde Cuba.
Así, se han consolidado dos flujos migratorios irregulares: el que elige migrar por vía marítima y alcanzar un tercer país —o eua por mar— y el que sale legalmente de Cuba, pero arriba a eua a través de sus fronteras terrestres, esto es, también, de manera irregular. La segunda de estas corrientes migratorias se ha incrementado notablemente en los últimos años por el deterioro de las condiciones de vida de los migrantes cubanos que residían en otros países, como puede ser el caso de los que residían en España; por los profesionales que han abandonado las misiones y programas de cooperación; y, por último, pero no menos importante, en virtud del proceso de flexibilización de la política migratoria cubana, que ha facilitado la salida hacia terceros países para alcanzar finalmente la frontera estadounidense. La llegada de cubanos por vía terrestre ha sido crecientemente importante en los últimos años: solo en 2014 se han contabilizado más de catorce mil cubanos que han cruzado la frontera mexicana (Cancio, 2014c).
Este capítulo se ha enfocado en la política migratoria cubana y sus efectos en el proceso migratorio insular en la última década del siglo xx y la primera del xxi. En ese contexto, se han reconstruido sus orígenes, decurso institucional y sus características más distintivas y efectos en el proceso migratorio insular en la coordenada temporal referida. Como epílogo, se describe la reforma de esta política, entrada en vigor en enero de 2013, la cual elimina importantes restricciones que fueron parte de su arquitectura institucional por más de cincuenta años.
No se puede reflexionar sobre la política migratoria cubana sin hacer referencia al contexto específico que la originó, signado por la emigración masiva de cubanos hacia el exterior en un momento de intensa transformación revolucionaria, de incremento del conflicto con Estados Unidos y de acciones de sabotaje y armadas en contra del gobierno revolucionario. De este modo, las salidas de la población cubana —su control y selección— se convirtieron en asunto de seguridad nacional y se identificó al acto de migrar como contrarrevolución y traición a la patria.
Se puede concluir que, desde 1961 hasta 2013, el núcleo de la política emigratoria ha respondido al imperativo de seguridad de un Estado que considera las salidas al exterior y la emigración como un peligro para su supervivencia. Por tal causa, el diseño institucional de esta política se caracterizó por la invisibilidad de sus procedimientos y normativas y el carácter selectivo y casuístico de las salidas al exterior en general, y de la emigración en particular. Asimismo, el conflicto eua-Cuba ha impulsado la utilización del mecanismo de la “válvula de escape” como respuesta a la demanda migratoria insular en diversas coyunturas y ha dotado al fenómeno de un profundo carácter convulsivo, por lo menos hasta los acuerdos de 1994-1995 entre los dos países.
En consonancia con tal diseño institucional, la implementación de la política migratoria ha corrido a cargo, desde los inicios revolucionarios, de una organización de carácter militar que pertenece a la seguridad del Estado, la die del minint. Ella se ha constituido en el núcleo central de ejecución de la política hasta nuestros días.
Aunque desde finales de la década de los setenta se insinuaron acciones para dotar al proceso migratorio cubano de cierta normalidad, es a partir de los noventa que se observa una paulatina flexibilización de la política migratoria, estrechamente relacionada con las condiciones internas e internacionales por las que transitaba el orden sociopolítico. Así, se redefine el problema migratorio cubano, despojando al proceso de modo parcial de los tintes políticos que había tenido desde la década de los sesenta. La estigmatización del migrante, clasificado como “traidor a la patria”, “escoria” o “lumpen”, cede paso a una interpretación de la migración por razones económicas y humanitarias: se promueve el respeto del derecho a viajar, la importancia de la reunificación familiar y la emigración o residencia permanente en el exterior por razones económicas.
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