Marta Ferreira Martínez - Gazes

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Gazes es una novela romántica que muestra distintos problemas comunes hoy en día entre los adolescentes y pretende darles unos valores sobre cómo afrontarlos. En ella, cuando Gabriella cree haber encontrado al amor de su vida, deberá enfrentarse a una cantidad de decisiones que serán cruciales para lo que está viviendo, pues cada una conlleva consecuencias distintas. ¿Será capaz de decidir lo mejor para ella? ¿O simplemente se dejará llevar por el instinto?

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Gazes

© del texto: Marta Ferreira Martínez

© diseño de cubierta: Equipo Mirahadas

© corrección del texto: Equipo Mirahadas

© de esta edición:

Editorial Mirahadas, 2021

Avda. San Francisco Javier, 9, P 6ª, 24 Edificio SEVILLA 2,

41018 Sevilla

Tlfns: 912.665.684

info@mirahadas.com

www.mirahadas.com

Producción del ePub: booqlab

Primera edición: agosto, 2021

ISBN: 9788418911859

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o scanear algún fragmento de esta obra»

Gazes

Marta Ferreira Martínez

Gazes - изображение 1

Índice

Prólogo PRÓLOGO La especie humana no sería tal y como es sin los cinco sentidos. El olfato, ¿qué seríamos sin olfato? Sin oler el aroma de las flores, el de la comida recién hecha, el perfume de alguien, aquel olor que, sin apenas concentrarte, te transporta a otro lugar. O si no, sin oído, ¿qué seríamos sin oído? Sin escuchar la voz de las personas que te rodean, los ruidos de la naturaleza, o quizás los de la vida urbana, sin escuchar aquella canción, la que te recuerda a alguien, o a un momento de tu vida. Si no, sin gusto, ¿qué seríamos sin gusto? Sin probar la comida tan rica que ha preparado tu madre, tu abuela, o aquella que te gusta tanto que, con tan solo pensarla, empiezas a salivar. No nos olvidemos del tacto, ¿qué seríamos sin tacto? Sin poder acariciar a tu mascota, ni poder notar el contacto de tu piel con la de otra persona, alguien a quien quieres y que, tan solo abrazándola, te llena de alegría. Puede ser que podamos seguir adelante sin alguna de ellas, pero no podríamos hacerlo sin todas, le cambiaría completamente el sentido a nuestra vida. Ah, y no nos olvidemos de la vista, ¿qué seríamos sin la vista? Dicen que una mirada vale más que mil palabras, y al principio de esta historia, yo tampoco comprendía muy bien esa frase, pero ahora he comprendido que una simple mirada puede invadirte con muchísimos sentimientos en tu interior, puede cambiarte el día, o incluso la manera en la que ves a alguien. Por eso, al fin y al cabo, todos nuestros sentimientos van seguidos de eso, nada más que de eso, de simples miradas. « Gazes ».

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Capítulo 32

Capítulo 33

Capítulo 34

Capítulo 35

Capítulo 36

Capítulo 37

Capítulo 38

Capítulo 39

Capítulo 40

PRÓLOGO

La especie humana no sería tal y como es sin los cinco sentidos. El olfato, ¿qué seríamos sin olfato? Sin oler el aroma de las flores, el de la comida recién hecha, el perfume de alguien, aquel olor que, sin apenas concentrarte, te transporta a otro lugar. O si no, sin oído, ¿qué seríamos sin oído? Sin escuchar la voz de las personas que te rodean, los ruidos de la naturaleza, o quizás los de la vida urbana, sin escuchar aquella canción, la que te recuerda a alguien, o a un momento de tu vida. Si no, sin gusto, ¿qué seríamos sin gusto? Sin probar la comida tan rica que ha preparado tu madre, tu abuela, o aquella que te gusta tanto que, con tan solo pensarla, empiezas a salivar. No nos olvidemos del tacto, ¿qué seríamos sin tacto? Sin poder acariciar a tu mascota, ni poder notar el contacto de tu piel con la de otra persona, alguien a quien quieres y que, tan solo abrazándola, te llena de alegría. Puede ser que podamos seguir adelante sin alguna de ellas, pero no podríamos hacerlo sin todas, le cambiaría completamente el sentido a nuestra vida. Ah, y no nos olvidemos de la vista, ¿qué seríamos sin la vista? Dicen que una mirada vale más que mil palabras, y al principio de esta historia, yo tampoco comprendía muy bien esa frase, pero ahora he comprendido que una simple mirada puede invadirte con muchísimos sentimientos en tu interior, puede cambiarte el día, o incluso la manera en la que ves a alguien. Por eso, al fin y al cabo, todos nuestros sentimientos van seguidos de eso, nada más que de eso, de simples miradas. « Gazes ».

CAPÍTULO 1

Desde que era niña había vivido en un pequeño piso con mi padre, pero me tiraba la mayor parte del tiempo en el jardín con mi mejor amiga, Lissa. Ella vivía en el piso que estaba enfrente del mío, puerta con puerta.

Aún recuerdo el día en que nos conocimos. Era una mañana de verano, yo tan solo era pequeña, así que se me ocurrió abrir la puerta de la calle para que entrara el fresco. Pocos minutos después, apareció Lissa jugando a la pelota en el pasillo, y por casualidad, esta se coló en mi casa, entrando detrás de ella Lissa.

—¡Eh! ¿Qué haces en mi casa? —dije.

—Se me ha colado la pelota —contestó ella señalando ese objeto redondo y azul que había conseguido llegar hasta mi cocina.

Me acerqué a él, lo cogí y me dirigí hacia esa niña.

—Aquí tienes —dije ofreciéndole la pelota.

—Gracias —contestó ella sonriente.

Me quedé durante un rato observando a esa niña curiosa mientras ella inspeccionaba toda mi casa. Ella tenía la piel pálida y ojos azules achinados, llevaba su pelo oscuro y lacio recogido en una cola alta que le llegaba hasta casi la mitad de su espalda y un vestido azul marino con mariposas bordadas imitando una especie de cinturón. Finalmente, decidí preguntarle:

—¿Cómo te llamas?

Ella volvió la mirada hacia mí y me contestó:

—Lissa, ¿y tú?

—Yo soy Gabriella, pero mis amigos me llaman Gaby —contesté.

—Tú me puedes llamar Liss —finalizó.

En ese momento intuí que nos haríamos muy buenas amigas, y así fue, al fin y al cabo, han pasado trece años y sigue siendo mi mejor amiga.

Esa mañana me levanté de la cama prácticamente de un salto, pues iba a empezar bachillerato y tenía que cambiar de instituto, puesto que el mío solo llegaba hasta la ESO. Decidí cambiarme al de Lissa, pues así conocería a alguien de allí y sería más fácil adaptarme.

—¡Liss! —gritaba mientras aporreaba la puerta de su casa—. ¡Lissa! —repetí.

—Te he oído la primera vez —se quejó ella—. Estaba cogiendo mi mochila —se excusó.

—¿La mochila? Si es el primer día. —Me extrañé.

—Tendrás que tomar apuntes de cómo se va a organizar el curso, ¿no? —dijo regañándome.

—¡Ay, es verdad! —exclamé agobiada.

Me giré para volver a entrar a mi casa, pero Lissa me detuvo.

—Da igual, te dejo yo un folio y un bolígrafo. —Me ofreció.

—Vale, gracias —le agradecí.

Ambas nos dirigimos a la puerta del edificio. Una vez allí, nos sentamos en la parada del autobús que nos dejaba en la puerta del instituto, por suerte para nosotras, esta estaba a tan solo unos pasos de nuestro edificio.

—Tía, ¡por fin vas a saber quién es Theo! —exclamó emocionada.

Theo es un chico del que siempre me había hablado Lissa, le gusta prácticamente desde que la conozco, siempre ha sido su amor platónico, pero ahora que ya han pasado unos cuantos años, y no le ha hecho ni caso, ha entrado en una fase de aceptación de que ese chico para ella iba a ser solo eso, un amor platónico, pero, aun así, lo adoraba como a un Dios.

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