En el prólogo de la segunda edición de El Comportamiento Administrativo , respecto del Capítulo III, Simon manifestó: “Este capítulo ha levantado comentarios –en especial, por parte de los teóricos políticos– desproporcionados a su importancia en el conjunto del libro; no me agradaría contribuir más a este énfasis erróneo. Mis meditados puntos de vista sobre el tema están expuestos –con exactitud, aunque de manera algo agria– en ‘Development of Theory of Democratic Administration: Replies and Comments’” (35) ( Simon, 1957.a).
Al finalizar la década (1959), manifestó: “Las decisiones de la vida real circunscriben algunos objetivos o valores, algunos hechos acerca del contexto y algunas inferencias hechas desde los valores y los hechos. Los objetivos y valores pueden ser simples o complejos, consistentes o contradictorios; los hechos pueden ser reales o supuestos, basados en observaciones o por reporte de otros; los intereses pueden ser válidos o espurios. El proceso completo puede ser visto, metafóricamente, como un proceso de ‘razonamiento’, donde los valores y los hechos sirven como premisas y la decisión, que es finalmente derivada, es inferida de esas premisas. La analogía de la toma de decisiones con el razonamiento lógico es solo metafórica, porque existen precisas diferencias de reglas en los dos casos, que determinan cuáles constituyen premisas y modos admisibles de inferencia ‘válidos’. La metáfora es utilizada porque nos conduce a tomar las premisas de decisión individuales como una unidad de descripción, en lugar de tratar con el completo entretejido de influencias que implica una decisión individual –pero sin ser rodeada por las suposiciones de racionalidad que determina la teoría clásica de la elección ” (Simon, 1959.a).
En la década del sesenta, no hubo muchos aportes al tema de los hechos y valores por parte de Simon. En 1966, en un artículo que nunca publicó, expresó: “Una ciencia de la decisión, por supuesto, no podrá cambiar intereses en conflicto en conflictos paralelos; no podrá tornar gratis los recursos escasos; no podrá decirnos qué valores finales perseguir; en definitiva, no podrá proveer o sustituir aquello que es el verdadero corazón del proceso político, la preservación de valores e intereses diversos en una sociedad compleja. Si nos lo son dados, sin embargo, más realistas serán nuestras estimaciones de las consecuencias de nuestras elecciones, ayudándonos a sobrellevar el proceso de una manera más humana y hacia fines más humanos” (Simon, 1966.f).
Si bien esta década encuentra a Simon en otras líneas de investigación (cognición y motivación), siempre en sus escritos existen menciones a la esencia de esta obra. En 1967, expresó: “Este artículo ha propuesto una relación entre la motivación y el comportamiento emocional y el procesamiento de información del comportamiento del hombre. La teoría explica cómo un procesador de información básicamente interactivo, dotado de múltiples necesidades, se comporta adaptativamente y sobrevive en un entorno que presenta amenazas y oportunidades imprevisibles. La explicación es construida sobre dos mecanismos centrales: (1) Un mecanismo de fin último posibilita al procesador satisfacer generalmente un objetivo (aunque quizás muy complejo) a la vez y la acción culmina cuando la situación satisfactoria ha sido alcanzada. (2) Un mecanismo de interrupción, esto es, emoción, que le posibilita al procesador responder a una urgente necesidad en tiempo real” (Simon, 1967.a).
En la década del setenta, tampoco fue muy fértil en el tema. En su famosa pelea académica con Argyris, en 1973, respecto del tema escribió: “Si el hombre es un animal social como creo que es, entonces las instituciones sociales en las cuales vive lo cambian. Las actitudes, valores, hábitos que él adquiera determinan, a su tiempo, cómo se comportará en el contexto de esas instituciones” (Simon, 1973.e). En 1976, publicó la tercera edición de El Comportamiento Administrativo , pero no hace ningún nuevo comentario respecto al tema (Simon, 1976.a).
En la década del ochenta, específicamente en 1983, publicó en una obra el compendio de tres conferencias dictadas en la Stanford University, basado en tres conceptos: (1) inhabilidad humana para operar con muchas cuestiones simultáneamente, lo que implica el tratamiento secuencial de los problemas y genera un seguimiento de moda y políticas con temas unidireccionales; (2) la presencia de múltiples valores en la sociedad, que requiere la aceptación de la paradoja de Arrow, (36) esto es, que no existe solución a los conflictos de intereses en los sistemas políticos con reglas de la mayoría; (3) la incertidumbre del conocimiento humano que gobierna la optimización, que Simon reemplazó por el concepto de satisfacción. Cuando hizo comentarios sobre el tema de valores, exteriorizó: “No somos nómadas, entre muchas otras razones, porque nuestros valores, las alternativas de acción de las que estamos conscientes, nuestra comprensión de la clase de consecuencias que pueden surgir de nuestras acciones –todo este conocimiento, todas estas preferencias– se derivan de la interacción con nuestro medio social. Parte de nuestros valores y nuestro conocimiento fue succionado junto con el alimento del seno materno; otra parte fue tomada, a menudo en una forma bastante discrecional, de nuestro medio social. Otra quizás fue adquirida mediante la reacción contra ese medio, pero, con toda seguridad, una parte menor se desarrolló en completa independencia de este. [...]. La razón, entonces, trabaja solo después de habérsele suministrado un conveniente conjunto de entradas. Si la razón tiene que ser aplicada para descubrir y seleccionar cursos de acción, entonces, estas entradas incluyen, al menos, un conjunto de ‘deber ser’ o valores a ser alcanzados y un conjunto de ‘ser’, o hechos, acerca del mundo en el cual la acción debe ser tomada. Cualquier intento para justificar estos ‘deber ser’ y ‘ser’ mediante la lógica simplemente llevará a retroceder a nuevos ‘deber ser’ y ‘ser’ que fueron de modo similar postulados. La razón es totalmente instrumental. No nos dice dónde ir. A lo sumo, nos puede decir cómo llegar allí. Esto es un arma para acordar y ser empleada al servicio de cualquier objetivo que tengamos, bueno o malo. Hace una gran diferencia de nuestra visión de la condición humana si atribuimos nuestras dificultades al mal o a la ignorancia o a la irracionalidad –a la vileza de los objetivos o a nuestro desconocimiento de cómo llegar a ellos ” (Simon, 1983.c).
En la década del noventa, tampoco fue fructífero en el tema. Pero en una publicación de 1993, realizó una vinculación elíptica en relación con el concepto finalista. Dijo: “ Estos objetivos finales, las cosas que de un modo u otro consideramos como un fin en sí mismo (excepto en la medida que tengan consecuencias y en que ellos sean pensados realmente como realización de otros objetivos) no tienen nada que ver con la racionalidad. Deben venir de algún otro lado. Usaré la expresión ‘no racional’ para aludir a estos aspectos del proceso de decisión que se refieren a esos objetivos finales” ( Simon, 1993.b). En 1997, publicó la cuarta edición de esta obra (Simon, 1997.c).
Como corolario del contenido referido al tema de hechos y valores, puedo decir que Simon utilizó el término “valores ” para referirse a proposiciones éticas y no fueron, en su teoría, un criterio de elección, sino tan solo índices (de valor). Por eso es que enfatizó más lo procesal (Simon, 1978.c), es decir, procedimientos antes que resultados, utilizando el método de relación de valores, dado que estos expresan las motivaciones individuales hacia el mundo (afianzados por su dimensión finalista y teleológica) y, por ello, implican socialmente la noción de jerarquía sistémica que, sin duda, produjo una notable influencia en su teoría de la racionalidad limitada.
Читать дальше