Por último, las nuevas Tecnologías de la Comunicación y la Información plantean un escenario de transformaciones permanentes en las prácticas y saberes, delineando una cartografía de desafíos y problemáticas dinámicas que invitan a indagar sobre la posibilidad de expandir las Defensorías hacia las multiplataformas.
Luego de un proceso de participación ciudadana de un mes, el 14 de noviembre de 2012, el Congreso de la Nación Argentina designó a esta autora como la primera Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual del país, con el apoyo de más de mil referentes del campo profesional, académico, sindical, de los derechos humanos y la cultura.
A partir de ese nombramiento, comenzó la fundación de la primera Defensoría del Público de la Argentina, el organismo más joven del Estado Nacional, creado por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual para recibir y canalizar los reclamos, denuncias y consultas del público de la radio y la televisión, comprendiendo a las personas como nuevo sujeto de derecho activo en su relación con los medios de comunicación, y no ya como meros consumidores y consumidoras pasivas.
Esta creación se erigió sobre las tradiciones de la lucha popular por una comunicación democrática, enraizada en el proceso emancipatorio latinoamericano de despertar de las conciencias para dejar de ser hablados y habladas para dar curso al proceso liberador de decirse a sí mismo, de acuerdo con los propios intereses, desarropándose de miradas eurocéntricas, mercantilistas y patriarcales.
El desafío incluyó fundar la primera Defensoría del mundo de alcance nacional, cuando hasta ese momento cada Defensoría abarcaba un medio de comunicación o un sistema público de medios, lo que implicó fundamentar una nueva mirada, contribuir a la creación de un nuevo paradigma, sobre la institución nacida y proclamada desde la autorregulación empresaria.
Al no nacer dentro de otro organismo —como fue el caso de Brasil o los posteriores de Uruguay o Costa Rica—, no existía ningún tipo de patrimonio físico: ni oficinas, ni teléfonos, ni siquiera una birome. Con el dni en mano, hubo que presentarse ante la autoridad fiscal nacional, afip, para dotar al organismo de entidad fiscal y administrativa. “Vengo a fundar un organismo público” fue la frase que desorbitó los ojos del funcionario que escuchó la solicitud, por lo inhabitual del pedido.
Cimentar con fortaleza los ladrillos de una institución novedosa, resistida por la comunicación concentrada, requirió del esfuerzo inédito de un equipo de trabajo interdisciplinario, que comprendiera la Defensoría como puente y enlace, en vínculo con las audiencias y promotora de derechos.
Ya que nadie reclama un derecho que no conoce; nadie lo enseña, lo difunde ni lo defiende se planteó la hipótesis de que la falta de participación en otras Defensorías de Colombia o México no era por desinterés, sino por desconocimiento. Por falta de promoción, de gestiones de escritorio antes que de territorio.
Así fue como se desarrollaron líneas de trabajo en escuelas, barrios, universidades, cárceles, sindicatos, instituciones públicas y privadas, para audiencias de todas las edades, con elaboración de materiales propios, actualizados que permitieran repensar la comunicación como derecho humano. Y año tras año, la participación aumentó en reclamos, como en audiencias públicas, consultas y capacitaciones.
Este libro reúne buena parte de esa tarea colectiva.
En el plano internacional fue clave el vínculo constante, franco y abierto, con Defensoras y Defensores de países tan disímiles como Colombia, Brasil, México, Estados Unidos, Australia, Kenia, Sudáfrica, Portugal, Canadá, Francia, Israel, Japón, España, Inglaterra, Turquía, Estonia, Holanda, Suiza y Egipto.
Ese intercambio permitió conocer y reconocer trayectorias, metodologías, preocupaciones y desafíos.
Durante seis años se participó de encuentros, congresos, conferencias, debates, foros presenciales en diferentes países (Chile, Uruguay, Perú, Colombia, México, Brasil, Ecuador, Estados Unidos, Portugal y Alemania) y se accedió a trabajos e investigaciones académicas y periodísticas publicadas en Japón, Sudáfrica, Francia, Inglaterra y Estados Unidos, entre otros, incorporadas aquí con traducción propia.
En ese recorrido, la participación en la Organization of Newsombudsman (ono), único espacio que nucleaba a Defensoras y Defensores, Newsombudsman, Readers’ Editor, Ouvidores, Proveedores y Médiateurs del mundo fue altamente relevante para fortalecer los conocimientos y la toma de decisiones.
Sin embargo, la escasez de participación de referentes de América Latina, con problemáticas específicas de la región, evidenció la necesidad de crear una nueva organización que entramara las experiencias, historizara, y construyera puentes desde el pasado, hacia el presente y el futuro de América Latina. Y así se promovió desde la Defensoría del Público de la Argentina.
La vinculación con quienes ejercían la función de amplificar las voces de las audiencias en la región posibilitó la construcción de nuevas miradas, en el marco del proceso emancipatorio que se vivía en buena parte de la región, puntapié fundamental para la creación de la primera Organización Interamericana de Defensores y Defensoras de Latinoamérica (oid) en 2013.
Defensores y Defensoras, referentes de la academia y las organizaciones de la sociedad civil de México, Brasil, Colombia, Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay, Perú y Uruguay construyeron la viga maestra de una organización que pone en primer plano las necesidades, problemas, desafíos y virtudes del campo comunicacional desde la región, con sus propias historias y perspectivas, desde esas necesidades autónomas y decoloniales.
La presidencia de la oid durante dos períodos consecutivos de dos años cada uno permitió promover la realización de diversos congresos en Argentina, Colombia, Brasil, México y Portugal, y la sistematización de los derechos de las audiencias de países como Argentina, Brasil, Ecuador, Perú, Chile, México, Colombia, de los que da cuenta este trabajo.
También se realizaron durante dos años consecutivos encuestas a todas las Defensoras y los Defensores de América Latina en ejercicio de sus funciones, sobre su cargo, duración, formas de elección, competencia, características, problemáticas y desafíos.
Por otra parte, se recabaron otras encuestas realizadas por investigadores e investigadoras de Estados Unidos y de integrantes de la ono, incorporadas al material aquí presentado.
Desde entonces, se acompañó e impulsó en Latinoamérica leyes por una comunicación democrática que incluyeron Defensorías de las Audiencias, nacionales, sin capacidad sancionatoria, pero con una alta capacidad dialógica y pedagógica, de puertas abiertas al pueblo en el que se inscribe, incluidas también en este libro.
Dos años después de la fundación de la Defensoría del Público de la Argentina, la sociedad civil del Uruguay, nucleada en la Coalición por una Comunicación Democrática, incorporó la figura en un proyecto de ley autónomo sancionado y promulgado, aunque aún intenta que las autoridades pertinentes pongan en funcionamiento la nueva institución, como se registra en estas páginas.
Poco después, en el Paraguay, las organizaciones sociales escribieron su primer proyecto por una comunicación democrática e incluyeron la figura. Así lo hicieron también en Brasil, las organizaciones de la sociedad civil en lucha por el derecho humano a la comunicación, proponiendo un proyecto de ley popular de comunicación social electrónica con una Defensoría del Público de alcance nacional a los diferentes medios de comunicación.También se acompañaron la creación de nuevas Defensorías, como la de Costa Rica, y se participó de debates y consultas en la modalidad de asesoramiento en la Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay y México, que nutren este trabajo.
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