En su orgullosa soledad de siglos, mirando cara a cara la distante cordillera de Los Andes, a través de la parte norte del río Maipo y al poniente de San Bernardo se alza el cerro Chena, su configuración geológica es poco frecuente ya que pertenece a los llamados cerros-isla, que no tienen vinculación con las cordilleras o cordones de cerros que pueda haber en la zona. Su cima se alza a 914 metros sobre el nivel del mar, no pertenece ni a la cordillera de Los Andes ni a la de La Costa. Se estima que existe desde mucho antes de la formación de las mismas.
En los inicios del siglo XX prácticamente no existían industrias ni empresas en San Bernardo, siendo su principal actividad la agricultura. Por ello la construcción y puesta en marcha de la Maestranza Central fue un hito importante. Su construcción se realizó en tres etapas entre 1918 y 1920 y llegó a convertirse en la segunda más grande de Sudamérica. Las actividades normales de la Maestranza se iniciaron hacia comienzos de abril de 1920, durante la presidencia de Juan Luis Sanfuentes. Durante el primer año de funcionamiento 358 obreros repararon 19 locomotoras. Se designó a don José Aldea Sandoval para poner en marcha los talleres de la Maestranza.
Relata don Óscar Aguayo en el cuadernillo Vidas y Anécdotas de la Maestranza San Bernardo de Rosana Ojeda:
La llegada de los obreros a trabajar a la Maestranza Central de San Bernardo convulsionó al pueblo. Tuvo que abrirse casas de pensión, de alojamiento, lugares para ir a comer, porque se trabajaba en jornadas dobles, se salía a almorzar y a algún lugar había que ir. Entonces San Bernardo tuvo que adecuarse a esta realidad. Aquí el comercio nació por los ferroviarios. En la parte social y humana también fue fundamental la participación ferroviaria, los hechos convirtieron a este pueblo en ciudad...
Otro elemento que identifica plenamente a San Bernardo son las instalaciones militares ubicadas en la comuna. Desde el paradero 31 de la Gran Avenida y hasta el paradero 37 hacia el sur, se levantan las instalaciones de la Escuela de Aviación y la Escuela de Especialidades de la Fuerza Aérea –en este lugar se formaron quienes pilotaron los aviones que bombardearon el palacio presidencial de la Moneda en 1973.
En el centro de la comuna y hacia el sur oriente, en la salida que lleva a Puente Alto, se ubican respectivamente la Escuela de Infantería y el Haras Nacional (fue trasladado a Quillota en el 2009). El Haras Nacional es el lugar desde donde salen los lanceros a caballo que acompañan al presidente de la república en el Te Deum y la Parada Militar. La Escuela de Infantería fue fundada el 31 de mayo de 1887 y su primer director fue el teniente coronel Ramón Perales. Entre los oficiales que dirigieron esta unidad del Ejército figura Augusto Pinochet Ugarte.
La mayor parte de las familias sanbernardinas , hasta la década de los setenta del siglo XX, tuvieron entre sus miembros al menos a uno que hiciera el servicio militar en alguna de las dos instalaciones mencionadas, o que fuera miembro del cuadro permanente del Ejército.
Centenares de habitantes de San Bernardo y otras comunas aledañas fueron detenidos a plena luz del día en presencia de familiares o sacados durante la noche de sus domicilios por militares o carabineros y en algunos casos por civiles armados. La mayoría fueron llevados al Cerro Chena, corriendo cada uno suertes dispares. A los más afortunados se les dejó en libertad después de ser interrogados y golpeados. Otros permanecieron como rehenes mientras se detenía a sus familiares. Algunos salieron desde el Cerro a distintos lugares de detención. Casi todos pasaron por el Estadio Nacional en Santiago y fueron derivados posteriormente a campos de concentración donde estuvieron recluidos semanas, meses e incluso años. Uno de estos lugares era la abandonada oficina salitrera de Chacabuco, ubicada a decenas de kilómetros al interior de la ciudad de Antofagasta, en el norte de Chile, lugar al que muchas veces los familiares de los presos llegaron a pie.
Muchos dejaron en el Cerro Chena su sangre y su vida, fusilados por militares de la Escuela de Infantería después de sufrir atroces torturas, siendo el caso más emblemático el de los ferroviarios de la Maestranza Central de San Bernardo. No se sabrá nunca, a ciencia cierta, cuántos fueron sacados desde las instalaciones de Cerro Chena, subidos a helicópteros y lanzados al mar. Este hecho, que durante algún tiempo sirvió para descalificar a quienes lo plantearon como hipótesis, fue reconocido por la Comisión de Reconciliación constituida por el Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle en 1999, de la que formaron parte militares y civiles. Hasta la fecha, y sin que aún se hayan obtenido resultados, se busca a otros en las entrañas del Cerro Chena.
De la tranquilidad provinciana a la muerte: encuentros y desencuentros de ferroviarios y militares
San Bernardo fue conocida durante muchos años como «la ciudad dormitorio».
De ella salían y salen cada día muy temprano miles de personas que desempeñan oficios diversos en Santiago, la capital de Chile, ubicada a 18 kilómetros de distancia. Uno de sus mayores atractivos es el cerro Chena. Todo su lado oriente era parte del fundo Casas Viejas de Chena, propiedad de Pedro García de la Huerta. Dice la leyenda que García de la Huerta hizo un «pacto con el diablo» y que así logró construir su mansión, hacerse con el cerro y disponer de muchas riquezas. Hasta hace algunos años todavía provocaba temor y escalofríos caminar por calle América y pasar por la propiedad de García de la Huerta. Contribuía a ese temor el hecho de que, entrada la noche, todo ese sector permanecía en penumbras.
El cerro Chena era lugar obligado de visita para niños y jóvenes de la comuna por las enormes posibilidades que abría a la excursión y el conocimiento de la naturaleza. Familias completas se instalaban los fines de semana de primavera y verano en sus faldas, a un costado de la carretera Panamericana, para disfrutar de un día de esparcimiento entre los viejos árboles que daban sombra durante todo el día, sin importar la ubicación del sol. El fin de la primera semana de octubre de cada año, miles de personas llegaban desde los alrededores a disfrutar del «18 Chico». San Bernardo se concentraba en el cerro con ocasión de esta fiesta.
En 1971 García de la Huerta dona el fundo Casas Viejas de Chena al Ejército de Chile, que lo transformó en lugar de ejercicios militares. Desde ese momento se pusieron algunas restricciones. No se podía andar por donde se quisiera o ir a cualquier hora. Se habían terminado los días de carreras a campo traviesa, la persecución de lagartijas, el hostigamiento a las arañas y el reponedor baño en el estanque. Quizá era que el cerro se preparaba para jugar el rol protagonista que el Ejército le tenía destinado.
En el momento del golpe militar de 1973, en San Bernardo, ferroviarios y militares eran parte del paisaje de la ciudad y en muchos casos establecieron relaciones de amistad que, con algunas dificultades, se mantienen incluso hasta hoy.
Los ferroviarios abandonaban diariamente la Maestranza a las 12:00 y las 17:00 horas en una larga y compacta marcha de bicicletas hacia sus casas, marcha que se abría en decenas de direcciones en la avenida Portales. Con el tiempo se hizo necesaria la habilitación de un tren que se detenía cerca del regimiento. Quienes no alcanzaban a ir hasta sus casas, recibían de sus mujeres o hijos las viandas con el reparador almuerzo, para volver luego a cumplir con sus obligaciones en los diferentes talleres en que prestaban servicios.
Los militares, quienes durante la década de 1960 incluso entregaban raciones diarias de comida a los indigentes y pobres que hacían largas filas en las puertas del regimiento, ingresaban y dejaban las instalaciones de la Escuela de Infantería regularmente cada día, antes de izar la bandera con el toque de clarín y después de la ceremonia de arriar el pabellón, ceremonias que eran presenciadas indistintamente por estudiantes y adultos que pasaban cotidianamente por el lugar.
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