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© Los autores, 2015
© Universitat de València, 2015
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Maquetación: Inmaculada Mesa
Corrección: Pau Viciano
Ilustración de la cubierta: José Casado del Alisal,
El juramento de las Cortes de Cádiz de 1810
Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera
ISBN: 978-84-370-9878-4
Así, durante la situación revolucionaria que culmina en 1812 lo que impida su transformación en revolución burguesa, lo que la frustre en 1814, no será la capacidad revolucionaria –las condiciones subjetivas– de los diputados doceañistas. Aunque generen su praxis en una situación revolucionaria, ésta habrá adquirido tal magnitud que les rebasará en 1814. Porque es la primera situación revolucionaria burguesa que alcanza resonancias mundiales: desde Cádiz a Moscú, desde Valencia a Buenos Aires y México. (…) Atribuir el fenómeno a las bayonetas de Napoleón sería un genuino mecanicismo.
ENRIC SEBASTIÀ, 1971
Estos primeros días del alzamiento contra los franceses estuvieron fuertemente marcados por un sentido patriótico, religioso y xenófobo, pero sin siquiera un mínimo contenido revolucionario. De hecho tuvo lugar una toma de poder por las clases populares, pero esta fue más bien consecuencia de los acontecimientos que de una decisión política. Se produjo una situación revolucionaria, pero sin contenido ideológico, aunque éste, como veremos, no tardaría en aparecer.
MANUEL ARDIT, 1974
ÍNDICE
LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN
Manuel Chust
LAS JUNTAS PROVINCIALES Y LA ARTICULACIÓN NACIONAL DURANTE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA (1808-1809)
Josep Ramon Segarra Estarelles
EL REGLAMENTO DE LA JUNTA CONGRESO DE VALENCIA
José Antonio Pérez Juan
LA PRESENCIA VALENCIANA EN LAS CORTES DE CÁDIZ: NUEVAS APORTACIONES Y VIEJAS AUSENCIAS
Germán Ramírez Aledón
EL PRIMER AYUNTAMIENTO CONSTITUCIONAL DE VALENCIA
María Pilar Hernando Serra
LA PRIMERA EXPERIENCIA CONSTITUCIONAL EN CASTELLÓ
Sergio Villamarín
TIEMPOS DE GUERRA Y CONSTITUCIÓN EN LA UNIVERSIDAD DE VALENCIA (1808-1814)
Pilar García Trobat
LOS DIPUTADOS VALENCIANOS EN EL DEBATE SOBRE LA INQUISICIÓN EN LAS CORTES DE CÁDIZ
Fernando Peña
VALENCIANOS CONTRA CÁDIZ
María Pilar Hernando Serra
VICENTE SANCHO Y LA REPRESENTACIÓN AMERICANA EN LAS CORTES DEL TRIENIO
Ivana Frasquet
LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN, 1808-1814
Manuel Chust
Universitat Jaume I de Castelló
El conde de Toreno, protagonista directo de la revolución liberal-burguesa desde 1808 hasta su triunfo en 1844, intituló este periodo en sus Memorias, convencionalmente conocido como Guerra de la Independencia, como Levantamiento, Guerra y Revolución . Trilogía que sintetizaba de una forma categórica la experiencia revolucionaria abortada tras el golpe de estado fernandino en mayo de 1814.
Levantamiento de las clases populares, urbanas y campesinas, en una explosión de rabia antifeudal, canalizada en ocasiones por el elemento religioso contra el ateo gabacho o, simplemente, en rebeldía abierta contra un ejército de ocupación francés que exprimía con sus impuestos de guerra, más si cabe, a la esquilmada ya de por sí población española.
1808 fue la chispa coyuntural del largo derrumbe estructural que padecía el Antiguo Régimen español. Término, el de Levantamiento , que quizá dejó de utilizarse por una parte de la historiografía española, justamente liberal y demócrata, por recordar ominosamente el «otro» levantamiento , el del 18 de julio de 1936. Si bien, éste no fue popular sino militar contra un régimen democrático.
Guerra que transformó las señas de identidad nobiliarias del ejército borbónico en los orígenes de un ejército nacional, que elevó a bandoleros, estudiantes, campesinos o curas de parroquia a héroes populares. Que movilizó ideológica y políticamente a sectores sociales populares y que, si por una parte propició un cuestionamiento del orden establecido desde las armas, también obtuvo un reforzamiento de éste desde el púlpito y el crucifijo, dando ocasión para expandir una guerra con tintes santos y xenófobos. Tras esta guerra, nada fue igual en ninguno de los territorios de la monarquía española, ni la peninsular ni la ultraoceánica. Contienda sin concesiones, sin piedad, sin tregua, que agravó aún más si cabe, las depauperadas condiciones del campo español.
Levantamiento y Guerra que devinieron en Revolución liberal-burguesa, en especial por la plasmación del liberalismo, ideológico y político en una pluralidad de decretos y en una Constitución, tanto en las Cortes de San Fernando como en las de Cádiz y de Madrid. Obra parlamentaria que acabó jurídicamente con la mayor parte de los cimientos de un Antiguo Régimen que, hay que recordarlo e insistir, era imperial. Una tribuna revolucionaria, parlamentaria y constitucional, que abarcó a la mayor parte de los territorios, los peninsulares, los americanos y el filipino. Una Revolución, por tanto, también ultraoceánica.
Pedro Rújula e Ignacio Peiró han realizado magníficos estudios del tratamiento histórico, historiográfico, ideológico y político de este periodo. A ellos, sin dudarlo, nos remitimos en este preámbulo.
No obstante, algunas consideraciones. En plena dictadura franquista, este periodo de la historia fue asumido como un tema histórico atractivo. Las razones son conocidas. La ominosidad que presidía la vida política y social, lo hacía también en la académica y universitaria. Toda la propaganda ultracatólica y ultranacionalista españolista se volcó en la construcción de una Historia Oficial de España.
1808 significó, para esta Historia Oficial, la exaltación de los valores nacionales españoles, la «rebelión» –se utilizó tendenciosamente «levantamiento»– del pueblo español frente a los «invasores» gabachos bonapartistas. Así, la «nación» española, preexistente, se «levantó» contra el opresor extranjero, y el «pueblo» explotó, no se rebeló contra la opresión señorial sino contra las ideas extranjerizantes y antirreligiosas. La visión maniquea se impuso. Buenos españoles –patriotas– frente a malos y traidores españoles –afrancesados. Con esta visión, la Historia Oficial franquista trasladó su interpretación de la guerra civil a la guerra de independencia.
Así, la explicación de la «guerra de independencia» se concretó en la «traición» de Napoleón, la pusilanimidad y debilidad de Carlos IV, la «ambición» del lujurioso Godoy y la invasión del ejército francés anticatólico y heredero de la Revolución francesa. El calificativo de guerra de independencia se asentó. Si bien, nunca la monarquía española «dependió» de la francesa. Es notable cómo algunos de estos elementos interpretativos se reprodujeron en las celebraciones, las conmemoraciones, las exposiciones y en ciertas publicaciones de su bicentenario en 2008. Una «explicación» que sigue siendo la hegemónica, al menos popularmente.
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