La depuración republicana pretendía sobre todo garantizar la reforma educativa republicana, además de instrumentalizar la educación con fines de aleccionamiento antifascista, y en absoluto puede ser comparable con la depuración docente franquista, que se ensañó y arrasó después de la guerra con todo lo que representaba el laicismo, el pensamiento libre de dogmas, la renovación pedagógica de la Institución Libre de Enseñanza y el legado de la Ilustración, en suma. Las exoneraciones de docentes y funcionarios durante la Segunda República no supusieron una limpieza política ordenada como ocurrió después en el franquismo. En cierto sentido recuerdan a las «cesantías» de empleados públicos del siglo XIX en España, que –periódicamente y no siempre por razones ideológicas– dependiendo de la llegada al poder de un nuevo gobierno de signo contrario al anterior suponían la separación forzosa de un buen número de trabajadores de la función pública.
4. LA SINDICALIZACIÓN FORZOSA DE LA DOCENCIA EN LOS AÑOS DE LA GUERRA
La separación de la enseñanza de hasta un 50 % de docentes de Segunda Enseñanza respondió a un plan gubernamental de control políticoideológico del profesorado y de instrumentalización de la escuela como arma de combate, que se relaciona a su vez con otro proceso nuevo en esos años: la sindicalización forzosa de la docencia, que se dio de manera simultánea en la retaguardia republicana. Ambos procesos deben ser valorados en el contexto de la guerra civil. Un conflicto especialmente complejo que produjo enfrentamientos simultáneos a varios niveles. Como ya han explicado sobradamente los historiadores, fue al mismo tiempo una guerra internacional, una guerra de clases y también, entre otras varias guerras, una guerra ideológica en el campo educativo. Durante la contienda, en la retaguardia republicana, pertenecer a un sindicato se convirtió en la principal garantía de fidelidad a la República, al mismo tiempo que podía ser un salvoconducto seguro en situaciones complicadas de represión, cárcel, incautaciones o depuración profesional. En ese contexto bélico de sindicalización de la vida social y laboral debemos ver la purga republicana de docentes. «De golpe, con la guerra, el sindicato y el carnet sindical pasaron a ser piezas básicas, indispensables, en la nueva situación», afirma el historiador Pere Gabriel, que señala también que el sindicato perdió en esos años su carácter reivindicativo y asumió funciones claras de control del mundo del trabajo. 66
El desarrollo de un intenso proceso de sindicalización a finales de los años treinta en España no se puede explicar sin tener en cuenta el contexto bélico en el que se produjo. Se trata de una sindicalización de guerra en una coyuntura inédita en España, pero que según señala Pere Gabriel «ya había sucedido en algunos países europeos durante la Primera Guerra Mundial (e iba a suceder de nuevo durante la Segunda)». 67Las circunstancias bélicas motivaron que se impusiera la sindicación obligatoria (en FETE o CNT), con la finalidad de evitar la depuración republicana, como ya hemos visto, y poder ejercer la docencia en el caso de nueva incorporación y traslados.
En este contexto, la FETE-UGT se convirtió en una organización sindical de masas con un número de profesores afiliados entre 40.000 y 30.000 en toda España. Su rival, el Sindicato de Profesiones Liberales de la CNT, en su sección de enseñanza, llegó a tener 22.000 sindicados y a disputarle la hegemonía a la FETE, si no en todo el Estado sí al menos en Cataluña, donde fue mayoritario. 68Los sindicatos obreros cobraron una vida pública sin precedentes en esos días como resultado del protagonismo que ganaron en la lucha contra las fuerzas sublevadas y en la defensa de la República. Tanto la CNT como la UGT pasaron a ocupar espacios de gestión y de decisión a la hora de organizar las milicias populares y las experiencias de colectivización que se pusieron en marcha en muchos lugares de la retaguardia republicana. El 18 de julio marcó un antes y un después en los objetivos del sindicalismo. Después de esta fecha los sindicatos tuvieron como misión la organización y ordenación de todos los aspectos de la vida ciudadana y el sistema educativo no era una excepción. Debían intervenir no solo en la regulación de la vida económica sino también en la educativa y en la cultural, lo que sin duda significaba la sindicalización de la cultura y la educación. 69
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