En el caso de que no se solicitara la reproducción completa del modelo, el mecenas tendría que exponer al copista sus deseos, al objeto de que éste definiera las características definitivas del libro manuscrito cuya copia se contrataba en aquel momento. Entre el mobiliario, el profesional contaría, a buen seguro, con ejemplos de modelos. El copista profesional disponía de cuadernos con modelos de escrituras y de dibujos, de los que se servía para concretar los pormenores de la copia con la parte contratante. En ellos, a juzgar por los conservados, se encuentran modelos para casi todas las fases del proceso productivo del libro manuscrito. Procedentes de ambientes alejados entre sí, disponemos en la actualidad de colecciones de modelos de tipologías gráficas diferentes, tanto del periodo gótico como del humanístico. Se conocen, gracias a los affiches publicitarios y placcard de los maestros de escritura, ambulantes o con sede fija, 119 cuáles eran los tipos gráficos que exigían una ejercitación mayor. Existieron también tratados teóricos en los que los calígrafos expusieron su doctrina de elaboración de algunos tipos gráficos 120 tales como los de Hugo de Spechtshart, 121 el de la abadía de Melk, 122 el Tractatus in omnem modum scribendi , 123 el de la biblioteca Karlova de la Universidad de Praga, 124 y el de arte scribendi de Gabriel Altadell. 125 De la segunda mitad del siglo XV y procedentes de ambiente italiano, especialmente véneto, se conservan las instrucciones explicativas del modo de proceder en la realización de las capitales de época clásica. Entre los conservados merece destacarse el Alphabetum romanum de Felice Feliciano de Verona, 126 la anónima Regola a fare lettre antiche 127 o el anónimo con la propuesta de elaboración del alfabeto mayúsculo custodiado en la Newberry Library de Chicago. 128 Hubo ocasiones en las que el mismo cuaderno integraba modelos de escritura y diseños de imágenes al mismo tiempo. En este sentido conviene recordar el muestrario de modelos del calígrafo y miniaturista Giovannino dei Grassi, 129 anterior al año 1398, donde se exhiben entre sus diseños el de un alfabeto gótico cuyo polo de atracción gráfica lo representaría la minúscula gótica textual, en la que el espacio interior de las respectivas letras ha sido decorado convenientemente con motivos de muy diverso género. 130 [fig. 4.9] El alfabeto de Giovannino dei Grassi decorado con motivos de carácter antropomórfico resulta muy próximo al que años después, entre 1494 y 1514, recogió Hartmann Schedel en su Ars letteraria 131 y en otros manuscritos pertenecientes a su biblioteca. 132
De igual modo, existieron libros de modelos con los que decorar los libros ilustrados. 133 Uno, entre otros, es el del escribano Stephanus , activo en Stuttgart a finales del siglo XV. 134
Los interesados, además de conocer la manera de trabajar del copista profesional, podían contemplar y admirar los trabajos por él realizados, los cuales esperaban en el taller a ser recogidos por los interesados. Los comitentes revisarían con esmero cuantos ejemplos les mostrase el copista antes de decidirse por cual de los exhibidos optaban. Tendrían que imaginar en este momento cuál sería el resultado final, la obra acabada. No obstante, el cuaderno de modelos también permitiría hacerse una idea del aspecto definitivo que presentaría el libro por ellos requerido.
Concluido el libro, el interesado advertido por el copista, revisaría con atención y de manera escrupulosa el ejemplar resultante, antes de incorporarlo a su colección bibliográfica. El bibliófilo comisionario no podía menos que deleitarse contemplando acabados los manuscritos que él había encargado, el goce de sus sentidos lo tenía asegurado, tan sólo restaba encontrar la ocasión para mostrarlo, para exhibirlo y darlo a conocer en el círculo de sus amistades, especialmente entre los que compartían la misma pasión coleccionadora de libros manuscritos. Los espacios de la sociabilidad, medieval y renacentista, proporcionarían los lugares adecuados para mostrar a sus allegados las excelencias de los manuscritos atesorados. Ante ellos exhibiría su satisfacción por el nuevo ingreso, y en ese momento se transformaría, además, en instrumento de auto-celebración del propietario. Pequeño testimonio de la vanidad humana.
NOTA: Cfr. F. Petrarca: «De librorum copia», F. Petrarca: De remediis utriusque fortunae , a cura di G. Contini publicado en Mostra di codici petrarcheschi laurenziani , Firenze maggio-ottobre 1974, Florencia, Leo S. Olschki, MCMLXXIV, pp. 73-81, el texto citado en p. 75. La investigación que se expone seguidamente se enmarca entre los objetivos del proyecto: «Edición crítica de textos medievales valencianos» (HAR2009/12183), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Subdirección General de Proyectos de Investigación.
1 Cfr. V. da Bisticci: Vite di uomini illustri del secolo XV , scritte da…, stampate la prima volta da Angelo Mai e nuevamente da Adolfo Bartoli. Florencia, Barbera Bianchi e Comp., 1859, p. 99.
2 Cfr. F. del Pulgar: Claros varones de Castilla , edición y notas de Jesús Domínguez Bordona, Madrid, Ediciones La Lectura, 1923, capítulo titulado: «[Título IV:] El marqués de Santillana», pp. 39-50, el texto citado en p. 48.
3 Cfr. M. Schiff: La bibliothèque du Marquis de Santillane. Étude historique et bibliographique de la collection des livres manuscrits de don Íñigo López de Mendoza, 1398-1458, marqués de Santillana, conde del Real de Manzanares humaniste et auteur espagnol célèbre , París, École des Hautes Études, 1905 («Bibliothèque de l’École des Hautes Études, Paris. Sciences Historiques et Philologiques», fascicule 153) [Amsterdam, Gérard Th. Van Heusden 1970], p. LXXXIII.
4 Madrid. Biblioteca Nacional, ms Vitr 24-3, cfr. La descripción del mismo en A. Domínguez: Libros de horas del siglo XV en la Biblioteca Nacional , Madrid, Fundación Universitaria Española, 1979, pp. 82-105. La reproducción íntegra del ms en Libro de Horas de Carlos V , Biblioteca Nacional Vitr 24-3. Catálogo y comentarios por A. Muntada Torrellas y E. Varela Rodríguez. Con la colaboración de J. Martín Abad y F. M. Gimeno Blay, 2 vols. Madrid, Club Bibliófilo Versol, 1999.
5 Madrid. Biblioteca Nacional, ms Vitr 24-3, f. 1r.
6 Tanto para las citas biblícas latinas como para su puntuación utilizo la versión de la Biblia sacra iuxta vulgatam clementinam . Nova editio logicis partitionibus aliisque subsidiis ornata a a A. Colunga y L. Turrado. Septima editio. Matriti, La Editorial Católica, MCMLXXXV («Biblioteca de Autores Cristianos», 14).
7 Chantilly. Museo Condé, ms 65, f. 201r, reproducido en Las muy ricas horas del duque de Berry . Con las 131 miniaturas facsímiles a todo color del manuscrito del Museo Condé de Chantilly. Prefacio de Rogelio Buendía. Textos de Jean Lognon y Raymond Cazelles, Madrid, Editorial Casariego, 1989, p. 139; en p. 221 se explica el por qué de la presencia del oficio de san Andrés en este manuscrito.
8 Cfr. Corpus Antiphonalium Officii . Vol. III: Invitatoria et antiphonae . Editio critica. Editum a Renato-Joanne Hesbert, Roma, Casa editrice Herder, 1968, antífona n.º 2355, p. 166.
9 Chantilly. Museo Condé, ms 65, f. 141v, reproducido en Las muy ricas horas del duque de Berry , p. 105.
10 Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Vat Lat 3768, cfr. G. Morello: Libri d’Ore della Biblioteca Apostólica Vaticana . Catalogo della mostra, Salone Sistino, Zúrich, Belser Verlag, 1988, pp. 36, 39 y 43.
11 Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Vat Lat 3770, f. 171v, cfr. G. Morello: Libri d’ore della Biblioteca Apostólica Vaticana , tav. VI, ilustración 4 (f. 83v), pp. 30 y 35-36.
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