CULTURA Y CONCIENCIA IMPERIAL
EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX
CULTURA Y CONCIENCIA IMPERIAL
EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX
Alda Blanco
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
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© Del texto, la autora, 2012
© De esta edición: Publicacions de la Universitat de Valencia, 2012
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Ilustración de la cubierta: Etiqueta de la Compañía Colonial (Madrid).
Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera
Fotocomposición, maquetación y corrección: Communico, C.B.
ISBN: 978-84-370-8954-6
A mis padres
Cada imagen del pasado que no es reconocida por el presente como una de sus propias preocupaciones amenaza con desaparecer irreparablemente.
Walter Benjamin: Tesis sobre la filosofía de la Historia
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS AGRADECIMIENTOS Me hubiera sido imposible escribir este libro sin las largas conversaciones que mantuve a lo largo de muchos años con mi amigo y colega Guido Podestá. En una memorable visita a Lima, Eduardo Hopkins me alentó a que investigara a fondo el IV Centenario en un momento en el que este acontecimiento conmemorativo del descubrimiento de América me parecía de poca importancia. Tenía razón. Jorge Mariscal, Isabel Burdiel, Jo Labanyi, Carol Becker y Marta Morello-Frosch me brindaron un apoyo que ha sido de gran importancia para mí durante los años que he dedicado a este libro. Charo Otegui, exdirectora de la Academia de España en Roma y amiga, puso a mi disposición no solo su amistad, sino también la Academia, con su magnífica biblioteca, y Roma. Mi hermano, Renato Barahona, llenó mi buzón de correo electrónico de bibliografía y mi hermana, María Blanco, me acompañó cariñosamente durante mi estancia en Berkeley, California. Sin el apartamento en Berkeley que me prestaron mis amigos Rachel Morello-Frosch y David Eifler para mi año sabático no hubiera podido descubrir ni trazar las conexiones entre España y Latinoamérica que encontré en las ricas bibliotecas de la Universidad de California. La generosidad de la Universidad de Wisconsin-Madison y San Diego State University se concretó en sendas becas de investigación que me permitieron viajar a España para adentrarme en bibliotecas y archivos. Dedico este libro a mis padres, Iris y Carlos Blanco, porque han sido ellos mis pacientes lectores, correctores de infinitas versiones del libro, y los que a lo largo de toda mi vida se han sentado en la mesa de la cocina conmigo para hablar largo y tendido sobre mis proyectos.
INTRODUCCIÓN
LA GUERRA DE ÁFRICA EN SUS TEXTOS
LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINASEN MADRID
El escenario exótico
La representación de la otredad: los zoológicos humanos
La exposición como representación
La exposición como narrativa
La textualización de las Filipinas
Coda. La ya presente nostalgia del imperio
EL IV CENTENARIO: EL ESPECTÁCULO IMPERIAL (1892)
La problemática del pasado español
La organización del IV Centenario
La conmemoración como espectáculo. La cabalgata de Madrid
EL IV CENTENARIO EXPLICA EL IMPERIO
Las Conferencias Americanistas en el Ateneo de Madrid. Las glorias del pasado
El Congreso Geográfico Hispano-Americano-Portugués. El porvenir de la raza ibérica
El Congreso Literario Hispano-Americano. La batalla del idioma
DOS NOVELAS POSCOLONIALES
Sonata de estío
La vuelta al mundo en la «Numancia»
BIBLIOGRAFÍA
AGRADECIMIENTOS
Me hubiera sido imposible escribir este libro sin las largas conversaciones que mantuve a lo largo de muchos años con mi amigo y colega Guido Podestá. En una memorable visita a Lima, Eduardo Hopkins me alentó a que investigara a fondo el IV Centenario en un momento en el que este acontecimiento conmemorativo del descubrimiento de América me parecía de poca importancia. Tenía razón. Jorge Mariscal, Isabel Burdiel, Jo Labanyi, Carol Becker y Marta Morello-Frosch me brindaron un apoyo que ha sido de gran importancia para mí durante los años que he dedicado a este libro. Charo Otegui, exdirectora de la Academia de España en Roma y amiga, puso a mi disposición no solo su amistad, sino también la Academia, con su magnífica biblioteca, y Roma. Mi hermano, Renato Barahona, llenó mi buzón de correo electrónico de bibliografía y mi hermana, María Blanco, me acompañó cariñosamente durante mi estancia en Berkeley, California. Sin el apartamento en Berkeley que me prestaron mis amigos Rachel Morello-Frosch y David Eifler para mi año sabático no hubiera podido descubrir ni trazar las conexiones entre España y Latinoamérica que encontré en las ricas bibliotecas de la Universidad de California. La generosidad de la Universidad de Wisconsin-Madison y San Diego State University se concretó en sendas becas de investigación que me permitieron viajar a España para adentrarme en bibliotecas y archivos. Dedico este libro a mis padres, Iris y Carlos Blanco, porque han sido ellos mis pacientes lectores, correctores de infinitas versiones del libro, y los que a lo largo de toda mi vida se han sentado en la mesa de la cocina conmigo para hablar largo y tendido sobre mis proyectos.
INTRODUCCIÓN
A diferencia de Londres, ciudad en la cual incluso el turista más despistado se topa inevitablemente con las huellas del pasado imperial británico -evocado en monumentos conmemorativos, destacados edificios, tumbas de los héroes marinos o en las diversas y multirraciales poblaciones que transitan por sus calles tras haber emigrado a la antigua metrópoli después de la descolonización-, Madrid, la capital metropolitana de lo que fue un imperio ultramarino tanto o más vasto que el inglés, ofrece pocos «lugares de memoria» de lo que el importante teórico del «orientalismo» Edward W. Said llamó «conciencia imperial». 1Podríamos mencionar entre estos lugares los nombres de algunas estaciones de metro (Callao, Tetuán, Legazpi, Colón), los de ciertas plazas (una vez más Callao, Cascorro, situada a la entrada del Rastro, o la plaza del Descubrimiento), así como los de un par de barrios de la ciudad (Tetuán y Pacífico). También podríamos incluir en esta breve lista los dilapidados rótulos de un género de tiendas, que están a punto de desaparecer, en los que se anuncia a los consumidores que están entrando en una tienda de «ultramarinos». Y entre las muchas estatuas que decoran la ciudad solamente dos de ellas conmemoran el imperio español: el monumento a Colón y, en el Rastro, la estatua de Eloy Gonzalo, héroe proletario que murió en la batalla de Cascorro, en la guerra de 1895 contra Cuba. 2
Comienzo este libro recordando las pocas huellas que quedan del imperio en la topografía del Madrid contemporáneo en cuanto que ello revela el com plejo lugar que aquel imperio ocupa en el repertorio simbólico del imaginario nacional. Notando, además, que no solo es escasa su presencia, sino que cuando aparecen se plasman en monumentos y nombres de sitios que mayormente rememoran el poderío militar desplegado en las guerras coloniales que tuvieron lugar a lo largo del siglo XIX en África, el Pacífico (Perú y Chile) y Cuba. En cambio, no existen en la capital del país monumentos dedicados a acontecimientos militares de gran importancia fundacional para la historia del imperio como, por ejemplo, Lepanto y Otumba. El que se hayan rememorado eventos que fueron llevados a cabo por el imperio decimonónico, que apenas hoy recordamos, mientras que no existen monumentos conmemorativos de los acontecimientos emblemáticos de un imperio que aún pervive en el imaginario nacional, revela, a modo de ejemplo, que no hay necesariamente una correlación entre las realidades del pasado imperio español -sus acontecimientos y personajes, por ejemplo- y su representación simbólica, que en este caso viene a ser la cultura pública.
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