1 ...8 9 10 12 13 14 ...20 Hay otras importantes alusiones al azar y la necesidad en los otros pensadores presocráticos. Destacaremos en este rápido repaso el papel del azar en la configuración de los seres vivos en Empédocles 45 y, sobre todo, la aplicación de la necesidad a la causalidad mecánica en el seno del atomismo antiguo.
Esta última operación reviste un tremendo interés, porque es el germen del determinismo moderno. Los choques entre los átomos son la única causa que considera Demócrito a la hora de explicar el conjunto de procesos que tienen lugar en el mundo físico. Constituyen el logos que explica la realidad. 46
El reduccionismo democriteano provocó una decidida reacción por parte de Platón y Aristóteles. Opusieron enérgicamente la finalidad a la dimensión meramente material, y rebajaron la necesidad al plano de necesidad ciega, y por tanto meramente azarosa.
El mundo, para Platón, es ininteligible sin un plan predeterminado. Es una inmensa obra de arte hecha por un artesano divino, y no un mecanismo sin objeto.
Demócrito había desarrollado un potente expediente explicativo del que resultaba, sin embargo, imposible desprenderse. Así, Platón explicará el modo como se producen los acontecimientos en el mundo físico como el resultado de la colaboración de dos tipos de causas, las auténticas causas, resultado de la ϕϱόνησις, y las causas coadyuvantes, que permiten que estas tengan lugar. Así, lo que explica que Sócrates esté esperando la muerte no es el movimiento de sus tendones, la disposición de sus miembros, etc., sino un complejo entramado de razones y decisiones. 47 Paralelamente, en el Timeo , el mundo estará compuesto también a partir de dos principios, lo que se debe a la razón –el alma del mundo– y lo que se debe a la necesidad, la interacción de los elementos que conforman el cuerpo del mundo. 48
A pesar de todo, Platón parece aceptar, aunque sea con propósitos más bien didácticos y sin pretender ser tomado en sentido literal, la imaginería del más allá del ambiente órfico. De ahí su magnífica descripción en el mito de Er en la República . Er el armenio, que ha estado entre la vida y la muerte, ha podido ver lo que les sucede a las almas cuando se desprenden del cuerpo. Describe cómo acceden a un paraje desde el que pueden ver a la Necesidad que maneja su huso del que depende el movimiento de todas las esferas cósmicas. Allí, junto a ellas, se encuentran las Moiras:
Había otras tres mujeres sentadas en círculo, cada una en un trono y a distancias iguales; eran las Parcas, hijas de la Necesidad, vestidas de blanco y con ínfulas en la cabeza: Láquesis, Cloto y Átropo. Cantaban al son de las Sirenas: Láquesis, las cosas pasadas; Cloto, las presentes, y Átropo, las futuras. Cloto, puesta la mano derecha en el huso, ayudaba de tiempo en tiempo el giro del círculo exterior; del mismo modo hacía girar Átropo los círculos interiores con su izquierda; y Láquesis, aplicando ya la derecha, ya la izquierda, hacía otro tanto alternativamente con el uno y los otros de estos círculos. Y contaba que ellos, una vez llegados allá, tenían que acercarse a Láquesis; que un cierto adivino los colocaba previamente en fila y que, tomando después unos lotes y modelos de vida del halda de la misma Láquesis, subía a una alta tribuna y decía: «Esta es la palabra de la virgen Láquesis, hija de la Necesidad: “Almas efímeras, he aquí que comienza para vosotras una nueva carrera caduca en condición mortal. No será el Hado quien os elija, sino que vosotras elegiréis vuestro hado. Que el que salga por suerte el primero, escoja el primero su género de vida, al que ha de quedar inexorablemente unido. La virtud, empero, no admite dueño; cada uno participará más o menos de ella según la honra o el menosprecio en que la tenga. La responsabilidad es del que elige; no hay culpa alguna en la Divinidad”». 49
En Platón, ya no es Zeus quien reparte los lotes a los mortales. Es el alma la que elige su destino, que una vez decidido es inexorable. El destino consiste en el tipo de vida que debe llevar el alma encarnada en un cuerpo, pero no prescribe los actos concretos que el alma tiene que realizar. La necesidad que obliga a las inmensas esferas, seres divinos, en definitiva, no desciende a prescribir los hechos humanos, y no interfiere con la responsabilidad.
Sócrates y Platón, en los Diálogos , parecen, por lo demás, tolerantes, e incluso creyentes en los fenómenos adivinatorios. Sin olvidar el oráculo de Delfos en la Apología , 50 en el Banquete se habla de que la mántica es una de las dimensiones en que los dioses toman contacto con los humanos, 51 y en el Fedro se la trata de posesión –locura– divina. 52 En el Timeo se da una justificación del papel que representa el hígado en las prácticas adivinatorias. 53
Pero, en definitiva, más allá del respeto de Platón hacia estas creencias de su tiempo, su concepción del mundo no es la de un resultado de decisiones más o menos volubles de los dioses, ni la de un ciego entrecruzamiento de causas mecánicas, sino la de un cosmos ordenado y estructurado por la razón, en la que la causalidad inherente al sustrato material es una mera causa coadyuvante.
Aristóteles avanzará aún más en esta dirección, integrando la causalidad mecánica como necesidad hipotética en el seno de su física, y proporcionando una potente explicación del azar desde la base de su filosofía natural de matriz pluralista. El azar será explicado en términos de interacción de procesos, de interferencia entre cadenas causales, cada una de ellas teleológicamente orientadas. 54 Así podrá dar cuenta de la regularidad en la naturaleza, y repetir, como ya lo hacía Demócrito, que la naturaleza no hace nada en vano.
Todo ello es necesario para poder hacer lugar a la contingencia en el seno del mundo natural. Sin contingencia es imposible el substancialismo. El mundo opera de manera ordenada, y podemos conocerlo, porque está hecho de sustancias. Y la clave de la sustancia es su distinción de lo accidental, el hecho de suceder siempre, o en la mayoría de los casos.
Sin embargo, Aristóteles no resolvió bien el problema de la necesidad en el plano lógico. Su lógica bivalente no tenía medios para responder a la ardua cuestión de los eventos particulares futuros, y su salida mediante la distinción entre el principio de bivalencia y el de tercio excluso no acabó de cerrar la cuestión. Los megáricos volvieron sobre ella, y prepararon el camino a la elaboración de este tema que realizó el estoicismo.
4. EL DESTINO EN EL ESTOICISMO
El conjunto de testimonios sobre el destino en el estoicismo es amplísimo. 55 Aquí nos limitaremos a presentar la posición de Crisipo tomando como base el De Fato de Cicerón. Trataremos primero el aspecto lógico de la cuestión. Los problemas vinculados con el determinismo tienen su origen en un concepto fuerte de necesidad. Aunque la necesidad había operado primordialmente en un plano físico, el capítulo XIII del De Interpretatione obligó a considerar la cuestión también en su vertiente lógica. La consideración de los eventos particulares futuros obliga a distinguir entre posibilidad y necesidad, entre anankés y endekhómenon . Esto era precisamente lo que negaba Diodoro con su argumento vago: si estoy enfermo y ya está decidido por el destino si me he de curar o no, no tengo por qué acudir al médico.
Según Rist, 56 en el argumento están implicadas las siguientes asunciones:
1. Cualquier verdad acerca del pasado es necesaria.
2. Lo imposible no se sigue de lo posible.
3. Lo que ni es verdad ni será verdad es posible.
Aristóteles habría aceptado las tres premisas. Sin embargo, Diodoro habría negado enérgicamente la tercera. Si algo ha sucedido en el pasado, no se puede cambiar. Si algo va a suceder en el futuro, del mismo modo, es también preciso que suceda. Para él, en realidad, solo existe la necesidad:
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