15Conde de Toreno, Historia del levantamiento, guerra y revolución de España, Pamplona, urgoiti, 2008, p. 671.
1622 de junio de 1808 (Juan Nellerto –Anagrama de Juan Antonio Llorente–, Memorias para la historia de la revolución española, París, 1814, II, pp. 259-260. Carta publicada en Le Moniteur el 8-2-1810).
176 de agosto de 1809 (Ibídem, p. 322. Publicada en Le Moniteur el 5-2-1810).
1821 diciembre 1809 (Ibídem, pp. 323-324. Publicada en Le Moniteur el 5-2-1810).
19Carta de berthèmy al Ministro de Policía, 6 de abril de 1820 (Ibídem, p. 335; publicada en Le Moniteur el 26-4-1810).
20Fernando VII a berthèmy, Valençay, 4 abril 1810 (Ibídem, pp. 333-334; publicada en Le Moniteur ; también salió en El Español de blanco White, tomo I, p. 118).
21Ambos informes del Consejo de España e Indias en AHN, Consejos, 17.795, expte. 2.
22Conde de toreno, Historia del levantamiento ..., op. cit., p. 559.
23 Correspondance de Napoléon 1er, publiée par ordre de l’empereur Napoléon III, París, 1865, t. 17, p. 125. Durante algún tiempo, la sobrina de Napoleón en la que se pensó era Zoraida, la hija mayor de su hermano José.
24Los informes policiales han sido publicados por nicole Gotteri, La police secrète du Premier Empire, Paris, Champion, 1997, I, pp. 378, 474 y 483 respectivamente. Cuando Fernando VII accedió al trono el 19 de marzo de 1808, napoleón no lo reconoció como rey de España, de ahí que la documentación imperial siempre se refiriera a él como «le Prince Ferdinand».
25 Correspondance de Napoléon ..., op. cit., t. 21, pp. 125 y 222.
26En la sesión del 29 de diciembre, García Quintana se hizo eco de un rumor muy extendido, según el cual una vez celebrado el matrimonio con la archiduquesa austriaca, Fernando VII regresaría a España con un ejército de 26.000 españoles prisioneros en Francia para apoderarse de Madrid, ayudado por tropas francesas (DS, p. 258). Por más que fuera descabellada la especie, era indudable su impacto en las Cortes, de manera muy acusada entre el público de las galerías, en el que conviene no olvidar abundaban las redactoras de periódicos.
27DS, sesión del 29 de diciembre de 1810, I, pp. 247-248.
28Mexía se refiere al Dos de Mayo y a los intentos de los habitantes de Vitoria, el 19 de abril de 1808, de evitar la continuidad del viaje de Fernando VII hasta la frontera francesa. Sobre esto último, véase Emilio La Parra, «Fernando VII: impulso y freno a la sublevación de los españoles contra napoleón», Mélanges de la Casa de Velásquez, num. 38-1 (2008), pp. 39-41.
29A mi modo de ver, Mexía estaba en lo cierto. Como he intentado demostrar en el trabajo citado en la nota anterior, la decisión de proseguir viaje a bayona, una vez se constató que napoleón no había entrado en España, como inicialmente se pensó, solo es imputable al rey y a su «consejo privado», compuesto por Escoiquiz y los duques del Infantado y de San Carlos.
30DS, sesión del 29 de diciembre de 1810, I, p. 253.
31DS, sesión de la noche del 29 de diciembre de 1810, I, p. 256.
32DS, sesión del 1 de enero de 1811, I, p. 280.
33Véase Emilio La Parra, «El modelo político de la Constitución de Cádiz en la España del trienio Liberal y en el Portugal vintista», en O Liberalismo nos Açores. Do vintismo à Regeneraçâo . Hangra do Heroísmo, Instituto Açoriano de Cultura, 2008, pp. 373-388.
34Al iniciar su reinado, Fernando VII dio prioridad a la persecución de Godoy y de sus más próximos, que era el asunto de mayor impacto popular y con más carga demagógica. También suspendió la desamortización emprendida en 1798 y la venta del séptimo de los bienes eclesiásticos autorizada en 1807 por el papa, interrumpió dos importantes planes reformistas de Godoy que habían suscitado reticencias en sectores conservadores (la reforma de la Armada mediante la creación del Almirantazgo y el programa de construcción de canales y caminos), concedió permiso para cazar ciervos y gamos en los cotos reales y suprimió el arbitrio extraordinario del vino.
35Carmen García Monerris, «El grito antidespótico de unos “patriotas en guerra”», en Rebeca Viguera Ruiz, ed., Dos siglos de historia: actualidad y debate histórico en torno a la Guerra de la independencia (1808-1814), Logroño, Publicaciones de la Universidad de La Rioja, 2010, p. 252.
36Ignacio Fernández Sarasola, La Constitución de Cádiz. Origen, contenido y proyección internacional, Madrid, CEPC, 2011.
37Richard Hocquellet, La revolución, la política moderna y el individuo. Miradas sobre el proceso revolucionario en España (1808-1835), zaragoza-Cádiz, Prensas Universitarias de zaragoza, Servicio de Publicaciones de la universidad de Cádiz, 2011, pp. 31 y 122-127.
«COMO SI NO HUBIESEN PASADO JAMÁS TALES
ACTOS» LA GESTIÓN FERNANDINA DE LA MEMORIA
HISTÓRICA DURANTE EL SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-1820) *
Antonio Calvo Maturana
Universidad de Alicante
Pasados estos días entre los mayores regocijos y diversiones, de luego a luego se aplicó el señor Don Fernando a poner orden a las cosas y tribunales, y volverlas al estado que tenían en el año de 1808. (José Clemente Carnicero, Historia razonada de los principales sucesos de la gloriosa revolución de España , 1814) 1
Gracias al apoyo de los sectores inmovilistas y al gran respaldo popular que le había granjeado su leyenda de mártir y redentor, 2Fernando VII pudo recuperar en 1814 el trono absolutista que había heredado –y usurpado– en 1808. Pero el monarca tuvo que hacer frente a un gran cúmulo de acontecimientos recientes que cuestionaban seriamente su legitimidad y eran una importante amenaza para su aura de Deseado . Después de seis años en los que había existido la libertad de imprenta de facto , la restaurada monarquía absoluta no podía conformarse con imponer la censura y el silencio administrativo como si nada hubiese pasado. Nada volvería a ser lo mismo a partir de 1808, el monarca reaccionario tenía que tener a la opinión pública más en cuenta que sus antecesores.
Para recuperar la estabilidad absolutista del siglo anterior y volver al «tiempo largo» político, resultaba imprescindible establecer una visión oficial y monolítica del pasado reciente que dejase atrás los controvertidos debates políticos que se habían librado en foros como las Juntas, la prensa o las Cortes. Eran muchos los asuntos espinosos a explicar, tales como la protesta de Carlos IV tras el Motín de Aranjuez, la fama de libertina de la madre del monarca, la incauta decisión de viajar a Bayona, las nada airosas abdicaciones allí producidas, el gobierno de un rey de la dinastía Bonaparte con el apoyo de parte de los españoles, la proclamación de una Constitución liberal, la derogación de la misma, etc.
Por si fuera poco, el pasado no era el único problema de Fernando. Durante su reinado, las conspiraciones liberales y las obras escritas tanto por los exiliados como por los extranjeros siguieron poniendo en jaque a un monarca cada vez más necesitado de reforzar su posición política, y cuya baza fundamental siguió siendo la maniquea confrontación entre su religiosidad y “españolismo” frente al ateísmo y el cainismo de sus enemigos.
Nuestra intención aquí es identificar una buena parte de los recursos propagandísticos utilizados por la Corona para imponer su visión de los hechos más recientes. Sin ánimo sistemático –solo posible en una monografía– aludiremos a las manifestaciones artísticas, a la producción de la imprenta, a la legislación, y a las diferentes fiestas y conmemoraciones oficiales dirigidas a dicho fin que vieron la luz durante el llamado Sexenio Absolutista, centrándonos particularmente en los recursos propagandísticos utilizados en los primeros compases de la restauración de 1814.
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