La semiótica greimasiana admite igualmente la reciprocidad de la sintaxis y de la semántica, aunque a partir de otras premisas. El cuadrado semiótico proporciona una dualidad de puntos de vista: definicional y procesual, lo cual permite que la sintaxis y la semántica fundamentales se comuniquen entre sí. No es ilegítimo considerar que la sintaxis se convierta, en la acepción hjelmsleviana del término, en semántica, aunque la sintagmatización de las magnitudes, lejos de ser un artefacto, parece más bien la resolución de un sincretismo ventajoso: «[…] el término contradicción designa al mismo tiempo una relación entre dos términos, donde la negación de un término provoca la aparición de otro término» (Greimas y Courtés, 1981) 15. Esta sinonimia está a veces atestiguada por el léxico; así, en francés, el nombre ouverture [abertura] abre —aspectualmente hablando— toda «la extensión de la zona semántica» (Hjelmslev), ya que puede designar, según el Micro-Robert : «1. La acción de abrir; el estado de lo que está abierto. 2. El espacio libre, vacío, por el cual se establece la comunicación o el contacto entre el exterior y el interior». Y podríamos multiplicar los ejemplos.
La reciprocidad de la morfología y de la sintaxis ha sido puesta en duda por Brøndal (1943). Según este autor, entre la morfología, que trata de la «forma interior» de la palabra, y la sintaxis, que tiene por objeto la frase, existe una solución de continuidad no negociable; las mismas funciones pueden ser aseguradas por palabras diferentes: «La naturaleza o el carácter fijo de una palabra dada no entraña una función sintáctica única y necesaria» (p. 9). Esta separación está vinculada sin duda a una suerte de «división del trabajo», pero el rasgo más claro es ciertamente la presencia de un diferencial, excedentario respecto a la sintaxis, deficitario respecto a la morfología:
El discurso, en este sentido, es una totalidad rítmica, un orden en el tiempo (por tanto, irreversible) donde cada elemento (fónico o semántico) toma su lugar y cumple el rol asignado a ese lugar. Por ese valor de posición, las palabras abandonan los limbos del diccionario para vivificarse, para adquirir un sentido preciso y, al mismo tiempo, un carácter real y personal. La lengua, considerada in abstracto , se convierte así, por el mecanismo psicofisiológico, en cosa viviente y vivida. (Brøndal, 1943, p. 55)
Las características sui generis de la sintaxis son las siguientes: (i) la sintaxis presenta una dimensión prosódica que la morfología no podría proporcionar, el discurso es una «totalidad rítmica»; (ii) la sintaxis está localizada, en el sentido en que cada unidad recibe un «lugar», según Saussure un «valor» 16, que la singulariza; (iii) es subjetivante, e incluso escuchando sus connotaciones, vivificante . En Greimas se encuentra un eco de estas preocupaciones a propósito de la problemática de los modos de existencia 17.
La posición de Benveniste coincide, aunque por vías diferentes, con la de Brøndal. A partir de la doble característica de las unidades lingüísticas, Benveniste 18distingue el conjunto de las unidades distribucionales e integrables, el sistema restrictivo de la lengua, y el conjunto de las unidades distribucionales y no integrables 19; la frase y, por inducción, el discurso: «La frase es la unidad del discurso». Benveniste lo explica así: la frase comporta una sola posibilidad, la predicación, susceptible sin duda de modalidades distintas, pero que no cuestionan su carácter «aparadigmático»*. Lo que es notable a los ojos de Benveniste no es una continuidad casi orgánica, «jerárquica» según Hjelmslev, sino más bien una solución de continuidad, una paradoja liberadora:
La frase, creación indefinida, variedad sin límites, es la vida misma del lenguaje en acción. De eso concluimos que con la frase abandonamos el dominio de la lengua como sistema de signos, y entramos en otro universo, el de la lengua como instrumento de comunicación, cuya expresión es el discurso. (Benveniste, 1974, pp. 129-130) 20
Este reparto inesperado puede, sin embargo, ser entendido de otra manera. Ciertamente el relato no es el discurso, pero Greimas (1973) ha mostrado que el relato y el mito sobrepasan la frase y funcionan como integrantes de ella (pp. 219-269), rebasamiento que prohíbe el sintagma «gramática narrativa» como un oxímoron. La misma interrogante puede ser formulada a propósito de la novela francesa del siglo XIX: si Stendhal colocaba la novela bajo el signo de la libertad, Balzac estimaba que existían en materia de novela reglas que el novelista tenía que respetar, y él confía en Las ilusiones perdidas a d’Arthez la tarea de hacérselo conocer a Lucien de Rubempré; pero es con seguridad a Proust (1971) a quien se debe la formulación más penetrante a propósito de la novela balzaciana:
Bien mostradas por Balzac ( La Fille aux yeux d’or, Sarrazine, La Duchesse de Langeais , etcétera) las lentas preparaciones, el tema que se amarra poco a poco, luego el estrangulamiento final. Y también la interpolación de tiempos ( La Duchesse de Langeais, Sarrazine ) como en un terreno donde están mezcladas lavas de épocas diferentes. (p. 299)
En el mismo espíritu, la Poética de Aristóteles, en razón de la preeminencia que le otorga a la peripecia y sobre todo al reconocimiento, ha sido aceptada como una gramática de la tragedia. Los géneros discursivos, codificados o no, de los que los géneros y los subgéneros literarios no son más que una parte más bien modesta, vendrían a ocupar esa vacante, esa indeterminación, formulando imperativos tanto más estrictos cuanto que no corresponderían a «nada»…
2.3 Dignidad de la concesión
Desviando un tanto una observación de Vendryés (1958): «[El francés] es una fuerza que solamente se puede definir por la meta a la cual tiende; es una realidad en potencia que no llega al acto; es un devenir que no termina jamás» (p. 285), Merleau-Ponty en La prosa del mundo (1999) ve en esa imperfectividad 21definitiva, en esa «cavidad siempre futura», la antinomia inapreciable de un lenguaje con la posibilidad de estar siempre más allá de sí mismo:
El poder del lenguaje no está ni en ese devenir de intelección hacia el cual se dirige, ni en ese pasado mítico del que provendría; radica por entero en su presente, en cuanto que logra ordenar las pretendidas palabras clave para hacer que digan más que lo que han dicho jamás, que se superen como productos del pasado y nos den la ilusión de superar toda palabra y de llegar a las cosas mismas, porque, en efecto, sobrepasamos todo lenguaje dado. (p. 58)
Y, sin embargo , siempre más acá de sí mismo:
Hay, ciertamente, un interior del lenguaje, una intención de significar que anima los accidentes lingüísticos, y hace de la lengua, a cada momento, un sistema capaz de recuperarse y confirmarse a sí mismo. Pero esa intención se adormece a medida que se cumple; para que su deseo se realice, es preciso que no se lleve a término, y para que algo sea dicho, es necesario que no sea dicho absolutamente. (Merleau-Ponty, 1999, pp. 51-52)
Si no nos equivocamos, la mayor virtud del lenguaje tiene, en el espíritu de Merleau-Ponty, por principio espiritual su imperfectividad creadora.
A partir de estas relecturas rápidas y sumarias de los textos fundadores de la lingüística y de la semiótica, no se trata de designar un «ganador» descalificando a los otros como «perdedores». Si nos encontramos en presencia de una complejidad que oscila entre la profesión y la denegación, ¿cómo tratarla «prácticamente»? Creemos que la concesión permite convertir con todo conocimiento de causa, es decir, discursivamente, una contradicción exclusiva en coexistencia de hecho, o según una fórmula inigualable: « ménager la chevre et le chou » [«nadar entre dos aguas»]. En efecto, si el sistema controlase de parte a parte el proceso, todo estaría ya dicho , y la novedad solo sería apariencia: la ilusión disipada, que pareciera que no ha hecho más que disponer de otra manera las magnitudes ya establecidas en el repertorio. Conviene, pues, inscribir como recurso la posibilidad del proceso para superar, exceder el sistema que lo controla. ¿Cómo? El sistema admite en ascendencia el algoritmo elemental:
Читать дальше