En los Prolegómenos (1971b), Hjelmslev desconfía de la catálisis de una catálisis, pero la inteligibilidad del ejemplo escolar que proponemos bien merece una doble catálisis: (i) de la cualidad hacia la cantidad estimada , si retomamos el término de Cassirer; (ii) de esta cantidad subjetiva hacia el gasto y el esfuerzo que hay que aportar, es decir, el cuerpo, pero un cuerpo en cierto modo paradigmático, el cual, ante los requerimientos del no-yo, con razón o sin ella, responde: puedo o no puedo . Sea el doble desplazamiento: [cualidad → cantidad → corporeidad]. La enunciación es doble: predicativa y encarnada, excepto por un detalle, a saber, que las prótesis prodigiosas de las que el hombre de hoy dispone han añadido al limitado cuerpo humano de antaño un cuerpo casi infinito, sin retirarle, no obstante, el privilegio de decir, al término de la cadena, lo que él es «exactamente».
El intervalo «corriente» [s 2⇔ s 3] puede ser amplificado y proyectado sobre [s 1⇔ s 4], pero puede igualmente ser objeto de una atenuación y, después, de una aminoración hasta terminar en la indiscernibilidad. «Entre» lo /cerrado/ y lo /abierto/, el diccionario propone aún lo /entornado/ y lo /entreabierto/. La consulta de los diccionarios de referencia ofrece estos datos:
Uno estaría tentado a formular la hipótesis de que el intervalo [s 2⇔ s 3]: [abierto vs. cerrado] de englobado se convierte en englobante del intervalo inédito [entreabierto vs. entornado], lo que daría gráficamente:
Sin embargo, este diagrama, siendo de hecho plausible, no toma en cuenta la sobredeterminación sintáctica de las magnitudes morfológicas identificadas, sobredeterminación delicada que los diccionarios se han abstenido de desdeñar. Esto nos lleva a pensar que, a pesar de su proximidad semántica manifiesta, lo /entreabierto/ y lo /entornado/ no pertenecen al mismo espacio: (i) lo /entreabierto/ tiene por horizonte la «mira» de lo /abierto/ y una decadencia de lo /cerrado/; a propósito de lo /entreabierto/, el analista dudará sobre el punto de saber si la atenuación de lo /cerrado/ es solamente incoativa: «muy poco abierto», o imperfectiva: «abierto a medias»; (ii) en el caso de lo /entornado/, los dos diccionarios acuden a una precisión normativa: para el Littré , «estar mal cerrado»; para el Robert , «mal ajustado»; la mira es ahora la de lo /cerrado/ y se inscribe en un proceso que no alcanza su término. Para poner en evidencia esta diferencia, colocamos cada vez en la «abscisa» la mira .
Nuestro propósito no es hacer una semiótica del matiz. Esta interviene en el dispositivo a modo de plano de la expresión, a modo de manifestante. Nuestra preocupación apunta a sorprender la ambigüedad y la inestabilidad mismas del matiz, o según los términos de Saussure, a captarlo como evento , como conflicto, y no como estado . Tomamos de Claudel un análisis brillante donde establece que la vivencia del matiz es muy interrogativa. A propósito del cuadro El indiferente , de Watteau, Claudel escribe en L’oeil écoute (1973):
No, no; no es que él sea indiferente, ese mensajero de nácar, ese preludio de la Aurora; digamos más bien que oscila entre el vuelo y la marcha, y no es que esté ya bailando, sino que uno de sus brazos extendido y desplegando con el otro en toda su amplitud el ala lírica, mantiene un equilibrio cuyo peso, a medias conjurado, no conforma más que un mínimo elemento. Está en actitud de salida y de entrada, escucha, espera el momento justo, que lo busca en nuestros ojos, desde la punta temblorosa de sus dedos hasta la extremidad de ese brazo extendido, él calcula, y el otro brazo volátil con la amplia capa se prepara a secundar el salto. ¡Mitad corzo, mitad pájaro, mitad sensibilidad y mitad discurso, mitad equilibrio y mitad ya el alivio! ¡Sílfide, prestigio, y la pluma vertiginosa que se prepara para el párrafo! El arco ha comenzado ya esa larga posición sobre la cuerda, y toda la razón de ser del personaje reside en el impulso mesurado que se prepara a tomar, borroso, anonadado en su propio torbellino. Así el poeta ambiguo, inventor de su propia prosodia, que no se sabe si vuela o si camina su pie, o esa ala, cuando quiere desplegarla sobre ningún elemento extraño, sea la tierra, o el aire, o el fuego, o esa agua que se llama éter, ¡para nadar en ella! (p. 241) 11
El binarismo tajante que opera según el «de dos cosas una» es aquí inoperante. Si nos preguntamos de dónde proviene exactamente la «resonancia» de esta página, nos parece que se debe, según una medida que habría que determinar, a su posicionamiento temporal. Se sitúa en el punto de intersección de la temporalidad enunciva del proceso y de la temporalidad enunciativa del observador; este último es invitado a arbitrar a cada instante entre el ya y el aún no , a moderar la precipitación del ya por la instalación del aún no , recurriendo al presto del ya . Como lo dejaba entender Hjelmslev, si la oposición tiene un fondo, es más sintáctico que morfológico, o aún mejor: el ropaje morfológico sirve de cobertura y de pantalla a la actividad sintáctica.
Más precisamente, este análisis de Claudel, cuyo estatuto es metasemiótico, recae sobre lo que nos gustaría llamar el paradigma tensivo de la actualización, paradigma que el par [ ya vs. aún no ] resume sin duda 12, pero que, por este mismo hecho, es preciso desarrollar. Lo que el observador acecha es lo que en música se llama el ataque , es decir, la sobredeterminación «cinética» y tónica de la incoatividad:
La aserción del aún no propone que, para el observador, una cantidad de tiempo [∆] separa la actualización del proceso de su realización; esa cantidad [∆], a partir de experiencias anteriores, por decirlo así, capitalizadas, es evaluada como larga o como breve, pero esas apreciaciones pueden, por reflexividad y por recursividad, oponerse a ellas mismas. En el caso de la brevedad, la actualización más breve está confiada a lo /inminente/, es decir, «lo que se va a producir en muy poco tiempo» ( Micro-Robert ); la contracción de esta duración produce lo /actual/: «lo que existe, lo que pasa en el momento en que se está hablando», o incluso, según la jerga mediática, lo /directo/. En el caso de la longevidad, es la magnitud /tarde/: «después de un tiempo considerado como largo», que es tomado en cuenta y retenido como pertinente; la valencia inferior es lo /diferido/, la valencia superior es lo /retardado/ o lo /aplazado sine die /. En razón de la presión de la etiqueta y del protocolo, cada sociolecto dispone en este punto de una escala minuciosa y coercitiva de retrasos que le es propia. Sea la red siguiente:
En forma de diagrama que exhibe la progresividad interna de las magnitudes tensivas:
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