Sin embargo, otros apartes de la documentación estudiada parecen ser contradictorios respecto a la imagen de los esclavos violentos expuesta, pues en otro texto se habla de la “primorosidad” de los negros, a quienes se intenta civilizar por medio de las letras, sin que esto excluya el castigo físico para someterlos:
Son tan primorosos estos negros, que me ha dado vergüenza ver con la facilidad que la han abierto y van entrando [a la mina], cuando el tiempo da lugar. Cada día estoy más gustoso con la gente, y los más son Capitanejos lo hacen todos tan bien que a estos otros les hace mella, que venían estudiando philosophia y otros gramática, han dado de mano a los libros sin trabajo, como a las lanzas y escopetas, que habiendo visto castigar a algunos, que lo han merecido ellos sin más persuasión le han dado de mano a todo; y están gustosos y yo infinito más, y tengo cada día que aprender de ellos, que con que en estos 100 años seré el mejor minero. (Fondo Arroyo, signatura 59, folio 113V, Yurumanguí, 24 de octubre de 1747)
En este relato sobresale la forma como se trata a los esclavos: a unos los felicita y a los otros, quienes lo merecen, los castiga. La esclavitud en los espacios coloniales se proyectaba en escenarios donde se desplegaban discursos y negociaciones de todo tipo entre amos, esclavos, libres, élites regionales y poderes coloniales, que conllevaban arreglos simétricos y asimétricos en las realidades locales específicas y demás manifestaciones y arreglos culturales de la sociedad colonial.
La familia en el Real de Minas
Los esclavistas de las regiones mineras comprendieron que el favorecimiento de la unión familiar esclava podía mejorar el rendimiento de los esclavos, reducir su rebeldía y los disuadía de escapar. A las mujeres que estaban en embarazo se las dejaba libres de trabajo cuatro meses, “dos de preñez y dos de crianza”, lo que parecería indicar que las madres gozaban de mayores privilegios que el resto de las mujeres negras y, cuando no gozaban de aquellas consideraciones, los mismos esclavos lo denunciaban ante las autoridades coloniales (Jiménez, 2004, p. 70). Así se evidencia en la documentación del Real de Minas de Yurumanguí:
Dichos peones trajeron la negra que quedó parida en el cajón, con su marido y tres hijos, los dos gemelos están donosos, y uno pequeño que quedó con estos. Escríbole a Don Fernando diciéndole me los remita, y conjuntamente a Ignacio Mina. (Fondo Arroyo, signatura 49, folio 103A, Yurumanguí, 24 de octubre de 1747)
Lo interesante de este aparte es que se reconoce primero la unión familiar, que le daba estabilidad a la cuadrilla y promovía la permanencia en el Real de Minas en Yurumanguí. Se percibe, además, que existía el rito del matrimonio para los esclavos, como se muestra en el siguiente aparte:
Don Fernando dice que el negro Joseph más le es suyo, y que luego se lo remita, diciéndome que tiene dicha escritura del dicho Joseph, a que le respondí como debía; lo que pasó fue que a mí se me adjudico la mujer de éste, y a Don Fernando al dicho Joseph, sin reparar los mineros, ni advertírselo el Minero Bonilla, en que estaba dicho negro casado. Más habiéndose reconocido le dije a Don Fernando que negro me traería, yo respecto a estar casado con una negra mía, y ser familia entera, y que el escogiese de los dos que me habían tocado en la sabana, el que le gustase, pues ambos eran canoeros, y buenas piezas; escogió luego a Sebastián y quedo desde ese día en su cuenta, y riesgo, y yo me traje a Joseph. (Fondo Arroyo, signatura 49, folio 103A, Yurumanguí, 24 de octubre de 1747)
Teniendo en cuenta lo anterior, en los enclaves mineros se daba prioridad al mantenimiento de la unidad del núcleo familiar, aun cuando esto supusiese intercambiar piezas con otros dueños de cuadrilla. Este tipo decisiones generaba estabilidad, seguridad y unión en el ámbito laboral y de convivencia en el interior de la cuadrilla. Siguiendo lo expuesto por Germán Colmenares (1979) sobre los enclaves mineros:
La vida familiar se daba dentro de un ambiente comunitario cuando no era rota violentamente, en el umbral de dos generaciones descendientes de los propietarios, por ventas o fraccionamientos sucesorales. Este fenómeno, sin embargo, no debía ser muy frecuente. Cuando en una cuadrilla se integraban esclavos de dueños diferentes para construir una nueva, eran inevitables los matrimonios de unos y otros para construir nuevas familias en la nueva cuadrilla. En este caso, al disolverse la sociedad se buscaba mantener las uniones intercambiando los esclavos. (pp. 73-74)
Para concluir, se puede decir que, después de la segunda mitad del siglo XVIII, se empezaron a gestar condiciones sociales y jurídicas de favorabilidad en cuanto a la estabilidad y cohesión para la conformación de matrimonios y familias de esclavos. La familia en los Reales de Minas se caracterizó, principalmente, por ser nuclear, dadas las condiciones de la división del trabajo, ya que dentro de la misma cuadrilla se repartían tareas agrarias y mineras que hacían posible la relación con otras cuadrillas vecinas y permitían la creación de relaciones de familia extendida y redes de parentesco.
La alimentación en los Reales de Minas
Para los propietarios de los Reales de Minas, la preocupación constante yacía en saciar el hambre diaria de los negros, por lo que destinaban los rastrojos aledaños a la mina para grandes siembras de plátano y maíz; así, toda la población contaba, a manera de apero, con uno o varios cultivos. En una choza, que era usualmente hecha en madera, con techo de paja y paredes de palma barrigona, se almacenaban los productos del cultivo y se repartían la raciones. Los rastrojos, en el Real de Minas, estaban repartidos de la siguiente manera:
Las 2 terceras partes de los que hay en el Cajambre, es muy probable que la tercera parte restante fuese para los esclavos. Los que hay en el Papayo hasta la casa del indio Francisco. Los que hay desde debajo de la boca del río de Piña hasta la troja vieja donde vivió Gabriel con los de dentro de dicho Río La Piña. Los que hay desde la quebrada del Águila hasta la troja de San Gerónimo. Los que hay desde arriba de la quebrada el Róbalo, hasta arriba de la (quebrada del Robalo) Boca de Santa Barbará, el del Lombricero. Los que hay desde las Juntas hasta la Soledad, y más los que se abrieron con la gente de dicho señor como lo podrán hacer en la quebrada de Yuca. Platanares uno, en Vicente, muy malo, otro del mismo modo en el cacahual del lado de Antonio Camacho, que es nuevo. Por lo presente mantienen esas 2 cuadrillas hasta que el mío dé fruto, y entonces han de quedar solo por dicho señor 2000 matas allí en las playas, por ambos. (Fondo Arroyo, Yurumanguí, tomo II, signatura 62, folios, 116R-119A)
Estos elementos se encontraban repartidos en cuatro trojes 5organizados de la siguiente manera:
Ítem canastos de sal 8 Ítem una romana vieja, Ítem un calabacito de azogue, Ítem 3 pesos de pesar oro, uno grande con su marca de 8 libras, otro mediano, otro pequeñito con sus pesas de cruz desde ciento hasta medio tomín, Ítem una frasquera con 8 frascos buenos, Ítem candados 2, Ítem canoas. (Fondo Arroyo, Yurumanguí, tomo II, signatura 62, folios, 116R-119A)
También existían terrenos donde los negros podían laborar pequeños cultivos y cazar desde tórtolas, pavas o corcovaos, hasta guatines, armadillos, saínos y algunos ratones que, con carnada de plátano maduro, caían en los tramperos armados por ellos (Jiménez, 2004, p. 70).
En una carta enviada desde Yurumanguí el 25 de mayo de 1744, se observa la preocupación de don Joseph Manuel Rodríguez respecto a la alimentación y las condiciones para la población a su cargo: “Se tienen sembrados 2000 colinos y con el maíz que está cargando no sé cómo saldremos, Dios proveerá” (Fondo Arroyo, signatura 13, folios 64A-64V, Yurumanguí, 25 de mayo 1744). Comenta el administrador que, en el Real de Minas, se hizo muy difícil sembrar, dadas las condiciones del terreno, el clima y las plagas. A continuación, se puede leer cómo la plaga de grillos va desmantelando los techos de las casas, las pocas ropas de los esclavos y los cultivos, motivo por el que tienen que hacerle frente a esta situación con un sahumerio de azufre y hierbas:
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