1 ...6 7 8 10 11 12 ...19 En el fondo, la voluntad de mantener cierta distancia preventiva de la crítica «oficial» fue una consecuencia más de su incorrección política, virtud adormecida hoy en día que, por suerte, Fuster cultivó con esmero a lo largo de su carrera literaria y de su vida, con un énfasis especial en los años de la Transición española. Sea como fuere, el ejercicio de la libertad individual es uno de los puntos de anclaje de su pensamiento, y no el menor. Al fin y al cabo, como él mismo sentenció aforísticamente, la libertad es un hábito nada fácil de adquirir.
No creo inservibles estas líneas preliminares sobre las prevenciones de Fuster al abordar temas culturales, siempre con el fin de situar al lector ante la perspectiva tan poco dada al dogmatismo que, por lo general, adopta. También así se muestra en esta antología de escritos sobre literatura, artes plásticas y música, una antología que bien podría admitir otras formas de estructuración más sofisticadas y menos tradicionales que la propuesta. En este sentido, tan solo me permitiré alegar como excusa que, al menos, dicha clasificación no desmiente el contenido de los textos antologados, con la salvedad de que algunos de ellos contienen analogías y referencias cruzadas entre diversas disciplinas artísticas como resultado de la aplicación del tópico horaciano del ut pictura poesis , no solo a la relación entre literatura y pintura, sino también a la relación de estas con la música.
Por otro lado, merece una aclaración la asimetría establecida respecto al número de textos sobre literatura y pintura, en comparación con los que tratan asuntos musicales. No es otra la razón que el menor conocimiento que Fuster tenía de esta materia, que, no siendo poco, no alcanza las cotas de discernimiento y comprensión en lo tocante a las letras y las artes plásticas. De hecho, no es inverosímil pensar que, en otras circunstancias, la pintura pudo ser su «violín de Ingres». 1Y aunque, por el motivo que fuese, no dio continuidad a esa inclinación artística de juventud, tal vez en ella se halle el germen de su dedicación a la crítica artística. Incluso es factible que, ya desde la infancia, se le despertara la curiosidad por el dibujo y la pintura al observar a su padre –imaginero y profesor de dibujo– en la intimidad de su quehacer cotidiano: rodeado de instrumentos de trabajo, atareado y volcado sobre hojas en blanco en las que proyectar esbozos de figuras que después moldearía y esculpiría en el taller ubicado en la planta baja del domicilio familiar. 2
Pero retomando la relación de Fuster con la música, tan solo procuraba poner de manifiesto una valoración que hizo al respecto Josep Iborra –amigo del escritor y buen conocedor de sus hábitos de «consumo cultural»– basada en la distinción entre el público melómano y el filarmónico. Según Iborra (2012 b : 14-15), que pertenecía al primer grupo, Fuster se situaba en el segundo, ya que no sentía una auténtica pasión por la música –o no con la misma intensidad que la sentía por la literatura y la pintura–. Le interesaba como aficionado y, muy a menudo, le acompañaba mientras leía o escribía, pero no hasta el punto de comparar diferentes versiones de una misma obra o de prestar atención a detalles como los nombres de los intérpretes. Así lo explicaba el mismo Fuster en el artículo «La música y sus extremos»:
Por una extraña deformación de costumbres, siempre he tendido a considerar la música como algo a lo que no he de prestar una atención consciente. Es una actitud antirromántica: la negación del concierto. En sus buenas épocas, la música «servía» para llenar una fiesta, cantando o bailando, o para dar mayor efusión a un oficio religioso, o… pour le souper du roy , con «y» griega. Eso era música viva. Y me gusta así: afluyendo a mi alrededor mientras charlo con los amigos, o escribo, o leo, o me adormezco (Fuster, 1973: 11).
No obstante, Fuster escribió un número considerable de artículos sobre diversos autores, estilos y géneros musicales: del jazz a la ópera, de Gesualdo a Stravinsky, de Bach a Cole Porter, de la música electrónica a la del Barroco italiano o a los cantos litúrgicos del Misteri d’Elx… 3También lo hizo, de manera brillante, en algunos aforismos, pero sin la más mínima pretensión de objetividad, finalidad que tampoco perseguía en sus artículos: sus consideraciones emanan, pues, de la especulación subjetiva –pero no intransferible– de un aficionado exquisito e intuitivo, consciente de las dificultades de dilucidar con el lenguaje de las palabras la esencia de una pieza musical o de una obra pictórica. No de otra manera deberían ponderarse sus argumentaciones cuando examina sus ideas y preferencias.
A fin de cuentas, estas páginas introductorias intentan ofrecer al lector un atisbo de la entusiasta e infatigable actividad intelectual de Fuster, caracterizada por su sagacidad, su inconformismo y su pensamiento hipercrítico –así lo definió Josep Maria Castellet– para opinar y reflexionar sobre cuestiones relacionados con la literatura, las artes plásticas, la filosofía, la música, la historia, la política y tantísimas otras disciplinas del saber, sin desatender las imbricaciones de estas en la vida cotidiana, que cobra un nuevo sentido a través de la mirada lúcida del pensador. Además, los textos escogidos destacan poderosamente por su prosa incisiva y brillante y por el vastísimo bagaje cultural puesto en juego. La mayoría de ellos están dispersos en revistas o periódicos y por ello, ahora mismo, son poco o nada conocidos, si bien otros están recogidos en volúmenes que el autor publicó en vida o en el curso de la edición de sus obras completas.
De la extensa lista de libros de Fuster, hay dos que ocupan un lugar preeminente en la antología, Diccionario para ociosos y El descrédito de la realidad . No sabría disimular mi predilección por ambos ni la alta consideración que tengo de ellos en tanto que obras capitales para entender la dimensión de la crítica cultural de Fuster: el primero, por su importancia en la configuración de las directrices generales de su pensamiento e ideario; el segundo, por tratarse de un auténtico tour de force que despliega una visión evolutiva de la relación del pintor con la realidad a lo largo de la pintura occidental con una madurez insólita, si se tiene presente que lo escribió con poco más de treinta años. Junto a ellos, el lector hallará una muestra generosa de su actividad como columnista de opinión o colaborador en cuestiones culturales en la prensa periódica, ya fuese en publicaciones modestas o de mayor alcance – Levante , Jornada , Diario de Valencia , Tele/eXprés , La Vanguardia , Informaciones y El Correo Catalán –. Además, encontrará artículos publicados en Verbo y Jano , 4dos revistas que, cronológicamente –que es el criterio empleado para la organización interna de cada apartado de la antología–, marcan respectivamente el punto inicial y final del itinerario de lecturas sugerido. En Verbo aparecen, ya nítidamente perfilados, aspectos e intereses literarios y artísticos que Fuster desarrollaría en textos posteriores como Las originalidades , el primer ensayo que escribió –no que publicó–, en el que teorizaba la búsqueda individual de la singularidad personal y de la originalidad expresiva, ilustrándola a través de los ejemplos de dos poetas tan dispares como Unamuno y Maragall. No por primerizos, estos textos presentan a un Fuster en mantillas ni son una simple curiosidad para eruditos menesterosos y carentes de ambiciones literarias más elevadas, si bien el lector encontrará, a mi entender, la versión más sobresaliente del ensayista en los artículos de Jano , dotados de la frescura –o, mejor dicho, libertad– de quien no necesita constreñirse estilística ni temáticamente, y a la vez de la templanza de quien domina sobradamente el oficio. En general, estas publicaciones tienen un denominador común: Fuster ejerció en ellas una actividad independiente, por el nada irrelevante hecho de que nunca perteneció a la redacción de un periódico y, por tanto, debía ganarse en cada artículo el interés del público y la confianza del propietario, individual o colectivo, del medio de comunicación que le pagaba.
Читать дальше