Anacleto Ferrer, director _____ Romà de la Calle, director fundador _____ CONSEJO ASESOR
Elisabetta Di Stefano (Università degli Studi di Palermo, Italia), Ana García-Varas (Universidad de Zaragoza), Fernando Infante (Universidad de Sevilla), Antonio Notario (Universidad de Salamanca), Francisca Pérez-Carreño (Universidad de Murcia), Monique Roelofs (University of Amsterdam, Holanda), Miguel Salmerón (Universidad Autónoma de Madrid), Rosalía Torrent (Universitat Jaume I de Castelló), Gerard Vilar (Universitat Autònoma de Barcelona)
Este libro ha contado con la colaboración
de la Càtedra Joan Fuster de la Universitat de València.
Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, foto químico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el per miso previo de la editorial.
© Herederos de Joan Fuster, 2022
© De esta edición: Universitat de València, 2022
Coordinación editorial: Maite Simón
Diseño del interior y maquetación: Inmaculada Mesa
Diseño de la cubierta:
Celso Hernández de la Figuera y Maite Simón
Corrección: David Lluch
ISBN: 978-84-9134-933-4 (paper)
ISBN: 978-84-9134-934-1 (ePub)
ISBN: 978-84-9134-935-8 (PDF)
Edición digital
Índice
JOAN FUSTER: UN APUNTE BIOGRÁFICO, Francesc Pérez Moragón .
INTRODUCCIÓN: JOAN FUSTER O LA HABILIDAD INQUISITIVA, Salvador Ortells Miralles
NOTA A LA PRESENTE EDICIÓN
JOAN FUSTER: ESCRITOS DE CRÍTICA CULTURAL
1. LA «CULTURA DE MASAS»: UNA APROXIMACIÓN CONCEPTUAL DE JOAN FUSTER Memoria del proyecto de libro Técnica, cultura y masa [1959].
2. ESCRITOS DE CRÍTICA LITERARIA
El tercer Diego (incompleto)
Maragall, con Unamuno a un lado
El hombre que fue Xènius
Plumas en el huracán
Cervantes y el Tirant
Responso para un humanismo
Retrato de Dostoievski
Singularidad de Kafka
El estilo, ese viejo problema
Dos extremos de novela
Vigencia de Raimundo Lulio
La novela, según Virginia Woolf
Intelectual
Lectura
Plagio
Eso que llamamos poesía…
Nota sobre André Gide. El incremento aparatoso de inconformistas
El arte de leer
Imagen de Otelo, por ejemplo
La pequeña contradicción de Camus
Recuerdo para el abuelo Montaigne
Breve elegía para Sartre
Quevedo, poeta «nacional»
Breve recuerdo de Huxley
Goethe
La dificultad de ser judío
La utopía de George Orwell
3. ESCRITOS DE CRÍTICA ARTÍSTICA
Un rato de reto
Destitución de la estética
El pincel y la palabra
Pintar como querer
Genealogía de un arte
Incipit vita nova
La pintura cristiana
Sobre la imitación
Descubrimiento de la realidad
Descrédito
Atención al barroco
Precisión sobre el Romanticismo
El impresionismo
De la luz al color
La vanguardia
Pintura abstracta
La invención
Sobre el dedo de Adán
Goya
Joan Miró
Picasso
La gran ventana del museo
Arte para más o para menos
Comentario sobre la caricatura
Un siglo entero de Florencia
Picasso
Una rapiña feliz
4. ESCRITOS DE CRÍTICA MUSICAL
De Gesualdo a Stravinsky
Las salchichas y el tocadiscos
La Eroica
Un mundo sin pianos
Una «profanación» admirable
Sobre Mozart y otras músicas
La música y sus extremos
La experimentación y sus fines
Con la música a otra parte
Pequeña teoría del tocadiscos
Il melodioso Ottocento
ÍNDICE ONOMÁSTICO
En memoria de Vicent Raga i Pujol, amigo y lector fiel de Joan Fuster
En octubre de 1979, la revista especializada Actualidad Económica situaba a Joan Fuster entre «Los 100 españoles más influyentes» del momento. 1Era una ocasión cargada de interés: hacía cuatro años de la muerte de Franco y había transcurrido menos de uno desde la promulgación de la Constitución española. Se estaba, por tanto, en aquel periodo que se ha venido en denominar la Transición y, sin duda, la supuesta gran incidencia pública que se atribuía a las opiniones y las actitudes del escritor valenciano solo podía entenderse aplicada a las circunstancias políticas en que se manifestaban, más que a las culturales o de otro orden.
Él comentó con alguna dosis de humor aquella inesperada, sorprendente, inclusión en lista tan selecta en un artículo inmediato. Contenía una autocaracterización que ahora mismo parece adecuado traducir para iniciar este esbozo con sus propias palabras:
¿Yo influyente? ¿Y tan marcadamente influyente? No sé quién habría tenido la generosa idea de colocarme entre noventa y nueve señores más, todos ellos ministros, directores de consejos de administración, capitanes generales, personajes dinásticos, obispos… Muchas gracias. Pero, ¡pobre de mí!, ¿a dónde llega mi supuesta «influencia»? […] De hecho, yo soy nada más que un intelectual de pueblo, considerablemente tímido, descarado en raras ocasiones, inclinado a la cosa erudita, antimetafísico, y anticlerical –de todos los cleros posibles, y no solamente del profesional–, y antinacionalista, y… Pocas cosas más […] Si la lista fuese de los «100.000 españoles más influyentes», la cosa sería diferente. 2
Tanto tiempo después parece evidente que Fuster tenía razón en parte al rebajar las dimensiones y el alcance de su incidencia social. Pero solo hasta cierto punto. Al observar ahora todo aquello, con una objetividad que la distancia favorece, puede decirse que la valoración de la revista no era caprichosa ni carecía en absoluto de base. Las opiniones del escritor, incluyendo naturalmente las políticas, pero no solo estas, tenían una repercusión demostrable en las de muchas otras personas, contribuían a suscitar apreciaciones o criterios semejantes o contrarios, creaban perspectivas coincidentes y también desacuerdos, a veces exhibidos por sus opositores sin ninguna amenidad y hasta con violencia, verbal o material. Fuster suscitaba una respuesta muy visible, a favor o en contra, que permitía y permite aún hablar de influencia importante sobre su entorno. Para corroborarlo bastaría detenerse en la enumeración de trabajos académicos que se le han dedicado en los últimos treinta años o intentar un cálculo aproximado de las múltiples ocasiones en que su nombre ha aparecido enunciado, para bien o para mal, en escritos de otro tipo en el mismo periodo.
Aportaremos otro dato aún más viejo, de 1972, para situar esa influencia. En un sentido muy distinto al del ranking de Actualidad Económica , siete años antes, un informe de denuncia titulado «Tendencias conflictivas en cultura popular» 3contenía una lista de unos doscientos intelectuales –así los denominaba, si bien advertía que podían llegar a quinientos los relacionables– que las oficinas franquistas encargadas de la represión en este y otros campos (la Brigada Político-Social de la policía, el Ministerio de Información y Turismo, por medio de la censura, etc.) consideraban peligrosos para la estabilidad del Régimen. Era en 1972, repitámoslo, con Franco al frente del Estado, el infante Juan Carlos como príncipe de España, expectante –o en expectativa de destino –, Luis Carrero Blanco como vicepresidente del gobierno y Alfredo Sánchez Bella como ministro de Información y Turismo. Los valencianos seleccionados por los vigilantes de la ortodoxia franquista y la fidelidad al Régimen eran pocos: los artistas plásticos Andreu Alfaro, Josep Soler Vidal (Monjalés), exiliado entonces en Colombia, Juan Genovés, Ricardo Zamorano y Rafael Solbes, el crítico de arte Vicente Aguilera Cerni, el periodista y político Vicent Ventura y Joan Fuster. Como puede verse, también esta mención de nuestro autor, que en un cierto sentido podría considerarse tan honorífica como la de 1979, aunque fuese molesta, tenía un origen político.
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