A PARTIR DE 1962, UN AÑO CRUCIAL
En 1962, además de Poetes, moriscos i capellans , publicó Nosaltres, els valencians , su ensayo histórico más conocido y debatido, y El País Valenciano , en una colección de guías de viaje de la editorial Destino publicada entre 1943 y 1977 y en la que aparecieron títulos de Pío Baroja, Josep Pla, Dolores Medio, Dionisio Ridruejo y José María Pemán.
Utilizando como excusa algunos comentarios irónicos o iconoclastas entresacados de El País Valenciano , pero mirando hacia las posiciones políticas visibles de Nosaltres, els valencians y otros escritos del autor, gente de la derecha local de València lanzó una campaña de prensa típicamente franquista, sin derecho de réplica ni defensa pública que, entre otros efectos, tuvo el de suprimir su colaboración en diarios valencianos hasta la Transición. En el trasfondo se hallaba sin duda la persecución del Régimen contra un intelectual que, como otros –no muchos, sin embargo–, encabezados por Ramón Menéndez Pidal, había denunciado en escritos colectivos la represión contra las huelgas de Asturias en 1962 y la falta de libertades públicas.
Fuster condensó así, de pronto, odios viscerales que le perseguirían hasta más allá de su muerte y admiraciones, críticas o acríticas, que se prolongarían igualmente hasta ahora mismo. Se convirtió en un referente. En uno de aquellos personajes influyentes a los que nos referíamos al principio de esta nota.
Todo esto era política, claro está. Al mismo tiempo, Fuster proseguía su labor literaria, pero desde una situación distinta. La campaña contra él lo había situado en un plano superior. Así lo vio en seguida su amigo Josep Pla, que, en una carta inmediata a los acontecimientos, en febrero de 1963, además de recomendarle paciencia, le decía: «esta oleada de papeles demuestra que ha tenido usted un gran éxito» antiprovinciano y, en definitiva, de signo político.
En 1961 había comenzado a publicar también en El Correo Catalán . Lo haría después en otros diarios de Barcelona: El Noticiero Universal (1967-1971), Tele/eXpres (1969-1977) y La Vanguardia (1969-1984). O madrileños, como Informaciones (1972-1978) o El País (1979-1986). Fue, igualmente, firma fija o frecuente durante periodos de cierta duración en revistas semanales o mensuales entre las que podemos mencionar Destino (1959-1979), Por Favor (1977-1978), Jano (1977-1981), Repórter (1977-1978), Qué y Dónde (1979-1984), Serra d’Or (1959-1983), El Món (1981-1983) y El Temps (1984-1985).
Esta indicación de las cabeceras de periódico y de los años de la colaboración de Fuster en ellas viene a resumir una larga relación de cuarenta años con el periodismo. Aunque profesionalizarse como escritor fue una decisión arriesgada que le marcó la vida. Entre otras cosas, porque, no poseyendo fortuna propia y no teniendo en los periódicos más rango que el de colaborador, sus ingresos no estarían nunca asegurados con la regularidad que puede dar un puesto fijo en una redacción. La independencia tuvo siempre para él, como contrapartida, un claro riesgo económico que en algunas épocas le resultaría amenazante.
Tuvo, pues, que aceptar trabajos literarios de encargo. Entre otros, guías de viaje, como Valencia (1961), Alicante y la Costa Blanca (1965) o Ver el País Valenciano (1983), e incluso un guion para televisión, el que hizo sobre el País Valenciano para la serie de TVE Esta es mi tierra (1983), en una primera etapa en la que intervinieron, hablando de otros lugares, Miguel Delibes, Carmen Martín Gaite, Gabriel Celaya, Camilo José Cela, Carlos Barral, José Antonio Labordeta o José M. Caballero Bonald. También este documental originó agitados ataques de la derecha contra Fuster.
En la década de 1960 tradujo al catalán, a veces en colaboración con Josep Palàcios, obras de Albert Camus u otros autores. Y, desde entonces, redactó una gran cantidad de prólogos a obras ajenas que constituyen, en muchos casos, estudios de primer orden sobre escritores en lengua catalana antiguos y contemporáneos: Joan Salvat-Papasseit, Ramon Muntaner –para una edición castellana de la Crónica (1970), publicada por Alianza Editorial–, Ausiàs March, Salvador Espriu, Josep Pla, Josep Carner, Vicent Andrés Estellés, Jaume Gassull y Joan Timoneda.
Su interés por la historia sociolingüística de su país se reflejó en Heretgies, revoltes i sermons (1968, traducido parcialmente en Rebeldes y heterodoxos , 1972), La Decadència al País Valencià (1976), Llibres i problemes del Renaixement (1989) y otros títulos, en los que combinaba la erudición con un estilo muy atrayente para quien los leía. Caso aparte fue Literatura catalana contemporània (1972, publicada como Literatura catalana contemporánea en 1975). 9
Paralelamente, continuó dando a la imprenta ensayos de ámbito o perspectiva más general, un tipo de examen intelectual a través del cual pasaban –como en muchos de sus artículos de prensa, y entre ellos los reunidos en este volumen preparado por Salvador Ortells– todo tipo de hechos, sin distinción de épocas o de geografías, formando parte de una rica imagen del mundo. Fueron: Diccionari per a ociosos (1964; Diccionario para ociosos , 1970; Dictionary for the idle , 1992 y 2006; Dictionnaire au usage des oisifs , 2010), Causar-se d’esperar (1965), L’home, mesura de totes les coses (1967, traducido como El hombre, medida de todas las cosas , 1970, al que ya se ha aludido), Consells, proverbis i insolències (1968), Examen de consciència (1968) y Babels i babilònies (1972) o Sagitari (1984).
En su estrategia de escritor ocuparon una función fundamental, durante los años iniciales, las anotaciones casi diarias en que recogía una sucesión de reflexiones y pensamientos, incluso muy de tarde en tarde alguna experiencia personal de viajes o conversaciones, ordenada regularmente por la fecha en que las escribía.
Como iniciador o asesor de iniciativas culturales o civiles, la labor fusteriana fue de una gran intensidad. Fue uno de los principales promotores de una Història del País Valencià , de autoría colectiva, pero también de la Estructura econòmica del País Valencià (1970), dirigida por Ernest Lluch, de la confección de una división comarcal del País Valenciano que ha sido adoptada de manera general. Ejerció la dirección literaria de Editorial AC y asesoró a la Gran Enciclopèdia Catalana , la Gran Enciclopedia de la Región Valenciana y otras iniciativas editoriales. Así mismo, participó en el I Congreso de Historia del País Valenciano (1971) y dirigió colecciones dedicadas a la edición de textos: Lletra Menuda (1971-1980), Bibliotheca Valentina (1972), Bibliotheca Imago Mundi (1974), Documents de Cultura-Facsímil (1973-1977), Clàssics Albatros (1973) y la Biblioteca d’Autors Valencians. Fundó y dirigió hasta 1991 la revista de estudios, ensayos y creación literaria L’Espill , aparecida en 1978, pero también, atento siempre al desarrollo de la cultura de base comarcal, promovió Quaderns de Sueca (1980). Fue uno de los vicepresidentes del Congrés de Cultura Catalana (1977) y presidente de honor del consejo del País Valenciano del Segon Congrés Internacional de la Llengua Catalana (1986).
EN LA TRANSICIÓN (1975…)
En combinación con esta actividad de escritor, había una actividad personal, una posición innegablemente política. Sobre su evolución en este ámbito, puede valer como indicio de trazo grueso la serie de posiciones ideológicas establecida por Josep Pla, en un escrito de 1962, según la cual Fuster había sido «sucesivamente: españolista, regionalista bien entendido , regionalista valenciano, nacionalista valenciano, catalanista». Era una manera sumaria de explicar un proceso que, aparte de adscripciones nacionales, pronto llevó a Fuster a considerarse un «liberal», como se autodefinió a menudo, y, en cualquier caso, una persona que estuvo situada frente al régimen franquista imperante durante buena parte de su vida. Desaparecida la dictadura, mantuvo esa posición, sin grandes cambios. Contra lo que en ocasiones se ha podido afirmar, el pensamiento marxista tuvo en Fuster una repercusión relativamente tardía y no muy profunda, más allá de su interés por las aportaciones de Antonio Gramsci –en definitiva, no precisamente canónicas – o del materialismo histórico, como una de las vías para el análisis de la realidad social.
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