• Пожаловаться

Nick Brooks: La buena muerte

Здесь есть возможность читать онлайн «Nick Brooks: La buena muerte» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Nick Brooks La buena muerte

La buena muerte: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La buena muerte»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Sobre La buena muerte: Hugh Madden trabaja como embalsamador y le encanta su trabajo: vive para sus «bellezas durmientes». Cuando su antiguo profesor de medicina aparece en el depósito de cadáveres, Madden recuerda sus años como estudiante en la universidad de Glasgow; en especial su amistad con un colega poseedor de un carisma peligroso, y de cómo acabó trabajando con muertos en lugar de salvar vidas… Atrapado desde hace cuarenta años en un matrimonio insatisfactorio con una mujer hipocondríaca, en la vida cuidadosamente ordenada de Madden surge el caos cuando despide a la persona encargada del cuidado de su mujer y alguien descubre un cuerpo en un lago cercano. Los secretos enterrados de Madden empiezan a salir a la luz. Nick Brooks se ha revelado como una de las voces más audaces y renovadoras de la narrativa británica. La buena muerte es un relato deslumbrante y oscuro teñido de elegante perversidad, acerca de esqueletos en el armario y cadáveres en la mesa mortuoria.

Nick Brooks: другие книги автора


Кто написал La buena muerte? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La buena muerte — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La buena muerte», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Rose se movió por la cocina con sus muletas. Lo empujó a un lado de un codazo mientras llenaba de agua la tetera para ponerla a calentar otra vez. Hinchada por el sueño, su cara le habría recordado a Madden a un melocotón pocho, si no fuera porque su piel era demasiado oscura. Eran extraños, los cambios que se habían producido en sus respectivos cuerpos con el paso del tiempo. Kincaid apenas había cambiado, pese a estar muerto. Madden, en cambio, había envejecido. Rose también había envejecido. Entre los dos juntaban una auténtica cornucopia de achaques, todo un compendio de molestias y dolores. Rose le llevaba la delantera, obviamente, puesto que muchos de sus achaques podían atribuirse a su imaginación, o a una enfermedad de la cual no sufría. Aun así, aquella dolencia suponía infinitas visitas al médico de cabecera y una fortuna gastada en placebos que dejaban de funcionar tras varias dosis y eran abandonados en favor de lo más nuevo, de lo último. Entretanto, ella deambulaba por la casa entre chirridos, con unas muletas que Madden estaba convencido de que no necesitaba, y se quejaba de problemas en los que él había dejado de creer, pero a los que, por cansancio, ya no oponía resistencia alguna.

– Me quedé levantado -dijo dejando la taza sobre la mesa, y comenzó a describir círculos con su base mojada sobre el tablero de la mesa.

– Pareces agotado -dijo Rose. Aquella era una de las raras verdades que se decían en aquella casa. Madden estaba hecho añicos. Notaba cada uno de sus sesenta y tantos años.

– Entonces, ¿Ellen no va a volver? -preguntó Rose mientras metía dos rebanadas de pan fresco en el tostador. El pelo le colgaba en greñas deslustradas. Se lo apartó con una de sus manos de bebé, pero volvió a caerle sobre la cara.

– No -dijo Madden-, no va a volver. Esa mujer es una estafadora y, además, puede que sea peligrosa. Tendrás que andarte con ojo. Solo una temporadita. Tendré que ponerme en contacto con la agencia, pero dudo que tengan alguien disponible por lo menos hasta mañana. Y yo tengo que trabajar.

Dijo esto último con tono sarcástico, aunque sabía que su esposa no se daría cuenta. Hacía años que Rose no trabajaba. Madden pensaba a medias que todo aquel asunto de su enfermedad había sido desde el principio un modo de escaquearse del trabajo. Pero era una idea injusta y también cruel.

Rose se quedó mirándolo, boquiabierta y con los ojos como platos.

– No, no -dijo-, no quiero a nadie más. Ellen es mi amiga.

– No es tu amiga -dijo Madden. Se levantó, la rodeó con un brazo con gesto reconfortante y la atrajo hacia su hombro-. Era voluntad de Dios el que se fuera -añadió con la esperanza de que se contentara con aquello-. Verás, Ellen era como Judas Iscariote…

Rose se apartó de él.

– Ellen no se parecía en nada a Judas -dijo con voz crispada y dura-. Judas Iscariote traicionó a Nuestro Señor Jesucristo y como consecuencia de ello Pilatos hizo que lo clavaran en la cruz. Ellen salió a por una barra de pan y un litro de leche. No me trates con condescendencia, Madden, por favor.

– No, tienes razón, querida. Tienes toda la razón. No debería haber dicho eso. Eres muy sensible con ese tal… ¿cómo dices que se llama?

– ¿Quién?

– Ya sabes, el tío de la barba. El hijo de Kong. ¿Cómo se llama?

Rose suspiró y se tapó los oídos con las manos.

– No, no, no -dijo-. No quiero escucharte…

A Madden le entristecía aguijonearla de aquella manera. No solía hacerlo. Ahora bien, una parte de él, pequeña y fea, disfrutaba atormentándola y burlándose de sus creencias. Antes, aquellas creencias no lo molestaban tanto. Estaba seguro de ello. Las encontraba infantiles, anodinas incluso, pero no se preocupaba por ellas. Sencillamente, era incapaz de tomárselas en serio. Al principio, por lo menos. Cuando ella empezó a oír voces que le decían que iba a morir, en vez de decirle lo bonitas que eran sus piernas, la cosa cambió un poco.

– Mira -le dijo Madden en su momento-, claro que te vas a morir. Tú te vas a morir, yo me voy a morir, todas las cosas van a morirse. Es un hecho, simplemente. No tiene sentido preocuparse por eso.

Iba a morir, dijo ella, ¡y a él no le importaba! ¡Ay, Jesucristo! ¡Ay, Santa María Madre de Dios!

– Sé que me oyes, Rose -dijo él. Volvió a coger el periódico y bebió de su taza sin moverse del sitio. La tetera había iniciado su crescendo de pitidos y traqueteaba sobre el fogón. Quizá deberían comprar una eléctrica, como la que tenían en la funeraria. Rose se quitó las manos de los oídos y bajó el fuego. Madden se inclinó sobre ella, justo detrás de su oreja.

– Oí la voz de Jesús -dijo Rose.

– Eso ya me lo has dicho antes -contestó él con un suspiro.

Rose no le hizo caso y siguió hablando.

– Jesús me habló y me dijo que tenía buen corazón. Dijo que tenía un corazón puro. Como su madre, dijo. ¿Te acuerdas, Hugh?

Madden asintió con la cabeza.

– Sí, me acuerdo.

– Me dijo que tendría un pequeñín -dijo ella-. Y que sería todo nuestro. ¿Te acuerdas, Hugh?

Él no dijo nada.

Rose rió secamente.

– Debió de ser una prueba, ¿verdad? Debió de ser para probar mi fe. Pero fue cruel, ¿verdad? Probarme de esa manera, quiero decir.

Madden asintió lentamente con la cabeza y esquivó su mirada.

– Un pequeñín mío. Contigo -añadió. Se rió de nuevo sin alegría-. Seas lo que seas.

– Rose…

Ella levantó la mano (la palma hacia fuera) para mandarlo callar.

– ¿Qué eres, Madden? Dímelo. ¿Qué es lo que eres?

Pero él no tenía respuesta. No había nada que él pudiera decir o hacer para satisfacer a su mujer. Nunca lo había habido. Nunca había sido capaz de darle lo que ella quería y, por alguna razón, Rose lo había aceptado. Se casaron por lo civil el verano que él dejó la universidad, el mismo verano que siguió a las muertes de Carmen Alessandro, Gaskell y Dizzy Newlands. Ahora parecía que de eso hacía una eternidad. Kincaid y los mandamases de la facultad le habían pedido que considerara la posibilidad de marcharse: si no se hubiera ido, lo habrían expulsado bajo la grave acusación de plagio.

El hecho de que hubiera copiado uno de los trabajos de Newlands (ya fallecido) agravaba el asunto y lo hacía, naturalmente, con un añadido de muy mal gusto. Kincaid había fruncido el labio, asqueado, y le había dicho que no lograba entender su actitud. Le avergonzaba admitir que Madden había sido uno de sus alumnos favoritos, junto con Gaskell. Se había convencido de que podía llegar lejos en el campo de la Medicina. Tenía talento natural con el escalpelo. Aunque nada se dijo abiertamente, hubo entre ellos una suerte de acuerdo tácito según el cual, las (digamos) inclinaciones recreativas de Kincaid no se mencionarían.

Madden tenía la impresión, en cierto modo, de que al menos había conseguido redimirse respecto a Newlands, aunque no respecto a Carmen y Gaskell. Había sido indirectamente responsable de la muerte de aquel chico. Era correcto y prudente aceptar la acusación de plagio y marcharse discretamente. Era mejor irse que ser expulsado.

Y así habían empezado sus muchos años en la funeraria Caldwell. Se había casado con Rose en una ceremonia civil. Rose ya estaba embarazada de muchos meses. El padre de Madden había asistido a la boda. De la familia de Rose, en cambio, no había ido nadie: se oponían firmemente a un matrimonio no religioso y, además, no se fiaban de él. Pero el bebé murió y Madden no fue capaz de repetir el horrible procedimiento que condujo a su concepción. El sexo con Rose le habría resultado indescriptible. Las cosas que deseaba le repugnaban y le horrorizaban aún más. Solo había tenido relaciones un par de veces en toda su vida y siempre le habían resultado penosas. Sentía que, de alguna forma, había logrado sofocar con éxito cualquier deseo sexual que le quedara. Hasta hacía poco. Nunca lo había entendido. Tal vez a Rose le parecía inconcebible abandonarlo porque estaba enferma o a causa de sus tendencias maníacas. Madden no lo sabía porque nunca se lo había preguntado.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La buena muerte»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La buena muerte» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Harlan Coben: El Bosque
El Bosque
Harlan Coben
Peter James: Muerte Prevista
Muerte Prevista
Peter James
Elizabeth George: Cuerpo de Muerte
Cuerpo de Muerte
Elizabeth George
Отзывы о книге «La buena muerte»

Обсуждение, отзывы о книге «La buena muerte» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.